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  • “Tengo que estar listo para cuando Netflix busque a un ciego”: Facundo Bogarín, el éxito de División Palermo y el poder de reírse de uno mismo

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 22/07/2025 05:04

    Del Otro Lado - Facundo Bogarín “Hoy en día, cuando tengo que completar una planilla de migraciones y me preguntan la profesión, digo artista, aunque a veces me da un poco de pudor”, confesó Facundo Bogarín, actor, director y músico ciego, durante una conversación sincera en Del otro lado. En un mano a mano distendido y profundo, compartió cómo se presenta ante el mundo y por qué eligió asumir el término “artista” por encima de las etiquetas tradicionales. Bogarín relató que la elección del término no es casual sino una respuesta a la variedad de disciplinas que lo definen. “También me percibo como músico, así que el artista es un concepto más abarcativo”, explicó. Es que su recorrido profesional traspasa los límites del teatro y la música para adentrarse en la producción e incluso en la coordinación de espectáculos. A lo largo de la entrevista, abordó temas como la construcción de su identidad, la particularidad de vivir sin ver desde los 14 años y cómo la ceguera transformó no solo sus vínculos familiares y sociales, sino también la manera de trabajar, crear, y vincularse con el entorno. Facundo reflexionó sobre el humor, los límites del lenguaje y el modo en que percibe y reinterpreta el universo a través de otros sentidos. También hizo hincapié en cómo transformó una experiencia adversa en una fortaleza para su desarrollo personal y profesional. Actualmente, es parte del elenco de la serie División Palermo que en julio estrenó su segunda temporada en Netflix. De la ceguera a conquistar la música y la actuación: la inspiradora historia de Facundo Bogarín en Del otro lado Luis: — ¿A qué edad te quedaste ciego? Facundo: — Me quedé ciego a los 14 años. Luis: — ¿Cuál es la última imagen que recordás haber visto? Facundo: — Y supongo que el cuarto de mi casa jugando a la PlayStation. No es la última literal, pero si me preguntás lo último sería jugando al Tony Hawk, a un jueguito de skate. Luis: — ¿Fue progresiva la pérdida? Facundo: — Sí, yo a los siete dejé de ver de un ojo y a los nueve empecé a usar gafas porque ya no veía bien. Y cada vez las gafas fueron de mayor aumento hasta que a los 14, si bien seguía viendo algunas cosas, ya no servían para nada porque no definía nada. Yo siempre cuento que hasta los 14 lo que vi me sirvió para algo. Ahora en un ojo veo un cúmulo de manchas medio psicodélicas, pero no tienen nada que ver con la realidad Luis: — ¿Y el diagnóstico? ¿Sabés por qué fuiste perdiendo la vista? Facundo: — No. De hecho, desde los 14 años hasta ahora que tengo 37, no volví nunca más al oculista. No tengo ni idea. En mi certificado de discapacidad dice: Síndrome de Stickler. Nunca googleé qué es, pero mi mamá es ciega y mi papá también. Hay una clara cuestión genética en mi ceguera y ya está. Lo acepté, lo transité y es parte de mi realidad. Luis: — ¿Alguién más perdió la vista en tu familia? Facundo: — En mi familia directa mi mamá, mi papá y mi hermano. Y después mi abuelo por parte de madre y un tío por parte de padre. Entiendo igual que lo genético viene más por parte de mi madre... Relaciones, percepción y sentidos Luis: — Estaba pensando que si hasta los 14 vos podías ver, conociste físicamente a tu papá y a tu mamá. Pero ellos no a vos. Facundo: — Y eso para mí eso era algo re importante. De nene, yo le decía a mi mamá: “¡No me viste la cara!”. Y para mí eso era algo que tenía mucho significado, pero ella me decía: “No importa”. Ahora, con el paso del tiempo, lo entiendo y la verdad que los valores visuales perdieron completa relevancia para mí hoy en día. No tengo hijos, pero estoy en pareja desde hace 12 años y no le conozco a Erica, ni a mis amigos, ni a mi sobrino. A un montón de gente no le conozco la cara y no es un valor. Es otra cosa. Luis: — Dijiste una frase muy hermosa: “Los valores visuales son relativos” y “es otra cosa”, con un tono diferente. Contame cómo es esa “otra cosa”. Facundo: — En realidad, todos los sentidos nos dan información constantemente. Pero terminamos posando mucho interés y le damos mucho valor a la información visual. Pero cada persona con la que te vinculas: tenés información olfativa, el tacto en la piel es distinta, las la forma de hablar… Comunicamos constantemente de un montón de formas. Es aprender a informarte de esa manera, dejando la vista de lado. Es una cuestión de instinto para mí, ¿entendés? Se te fue la vista y automáticamente todos los sentidos te ayudan a adaptarte para seguir. A mí me pasó así. No sé si a todos les pasará así, pero yo lo interpreté de esa manera. Preferencias sobre el lenguaje y la identidad Luis: — ¿Cómo preferís que te digan: no vidente o ciego? Facundo: — Para mí se dice ciego porque no vidente es definir por la negativa. Es lo mismo, me está definiendo por una característica particular que es no ver. En principio, me gustan las palabras cortas, con cinco letras (risas). Pero hablando en serio, me parece que esto de no vidente es definir por lo que no y ciego a mí me cae más simpático. Pero también entiendo que hay personas ciegas que prefieren que les digan no videntes o invidentes. Así que con eso trato de ser bastante respetuoso y no decir cómo se dice, sino como a mí me gusta que se diga. Luis: — Haces especial hincapié, esfuerzo y militancia en “a mí me parece” o “yo creo” y no lo definís contundentemente. Facundo: — Sí. Porque, desde mi trabajo en División Palermo, mi trabajo en Teatro Ciego, termino teniendo cierta exposición y no voy a decir que soy un referente de la ceguera, pero termino teniendo espacios en los que hablar de esto y me parece muy absolutista decir cómo se tiene que decir. Me di cuenta un día que estaba hablando con un chico que se había quedado ciego en Córdoba. Se había quedado ciego hace poco y estuvimos toda la tarde charlando y él me decía: “Desde que yo me quedé invidente” o “esto de ser invidente”. Ahí me di cuenta que le estaba costando decir ciego y dije: “Cada cual puede percibir esto con la palabra que quiera o que pueda”. Luis: — ¿Sentís que vos sos quien sos por ser ciego o hubieras sido exactamente el que sos pudiendo ver? Facundo: — Quiero creer que hubiese sido quien soy, pero no lo que soy. En esencia hubiese sido la misma persona. Pero a mí, antes de quedarme ciego, me gustaba dibujar. Entonces, probablemente no hubiese sido músico, hubiese seguido algo más vinculado con las artes visuales. Siempre la expresión a través del arte me interesó y me pareció que ese era el camino. Pero yo empecé a tocar música cuando no pude dibujar más. Entonces, si lo pienso, yo no sé qué hubiese sido. Creo que hubiese sido el mismo, pero haciendo otras cosas. "Los valores visuales perdieron completa relevancia para mí hoy en día", expresó Facundo en diálogo con Luis Novaresio División Palermo: personaje, participación y límites del humor Luis: — En la serie hacés un personaje muy particular. ¿Cómo lo definís? Facundo: — No sé si no es el único personaje ciego del cine argentino o de la televisión que termina la serie siendo ciego. ¿Viste que generalmente vuelven a ver? Y eso me parece buenísimo, que no lo hayan encarado por el lado de que padece la ceguera. O sea, sí la padece, pero no la sufre y su búsqueda es completamente frívola. Mi personaje quiere tener plata, entonces como que la ceguera pasa a un segundo plano. Eso está buenísimo. Luis: — ¿Te dejaron meter cuchara el director y el guionista? ¿O no tuviste que ceñirte al texto original? Facundo: — No, Santi en ese sentido fue muy abierto sobre todo con las cosas que pertenecían al universo de uno. Yo no corregía algún chiste sobre la talla baja, pero los chistes de ciegos sí... Luis: — “¡Esos son míos!“, dijiste. Facundo: — Sí. Ahora es la segunda temporada ya nos conocíamos más. Pero en la primera temporada estaban escribiendo el guion y por ahí me llamaba y me decía: “Che, ¿dónde escondería la plata un ciego? Pensémoslo". Porque a la vez tenía que ser un gag, tenía que ser algo medio gracioso. Tuvimos bastante participación todos. No así libertad, porque la libertad es otra cosa. Una vez que el texto ya está escrito, vos podés opinar, pero Santi sabe muy bien lo que quiere. También eso aprendimos de la primera temporada. En la segunda ya confiamos aún más en él, porque él tiene una forma de ser y de hacer muy particular. Y el éxito que tuvo y lo concreto que fue el humor en la primera temporada, nos demostró que si bien nunca lo cuestionamos, en la segunda dijimos: “Vamos y listo”. Luis: — El gran Moldavsky y, mucho antes, Norman Erlich, hacían chistes sobre judíos y decían: “Nosotros podemos hacerlos porque somos paisanos’”. ¿Te pasa igual a vos con los chistes de ciegos? Facundo: — Sí y no. Tampoco soy tan fundamentalista. No es que si otro hace un chiste de ciegos, yo voy a decir: “¡Qué desubicado!”. También es el contexto, depende en qué situación y cómo suceda. Me parece que División es el contexto perfecto y está muy cuidado. Es todo muy inteligente y muy pensado. Por eso fue el boom. Pero yo tampoco me ofendo si alguien hace un chiste porque a la vez yo también le hago un chistes con lo que se le puede. El humor me parece que es eso, es lo fuera de lugar, porque lo que te hace reír es lo que no te esperabas. Pero tiene que tener un contexto para que no sea un bardo, porque si no pasa de ser un chiste a “te estoy bardeando”. Luis: — Y de los chistes o de los gags, ¿cuál es el que más te divierte? Facundo: — Ya esta altura los hice todos (risas). Una anécdota graciosa es que yo viví diez años con dos amigos y ahí se hicieron bastantes chistes o bromas, que también se dieron en un contexto íntimo y casero. Un día me mandaron a buscar una cosa al zapatero y me dijeron: “Tomá, este es el papel del zapatero” y era un papel cualquiera que decía: “Estoy enamorado de vos, si no me cobrás no sé qué...” (risas). Y bueno, eso es un chiste por ahí más oscuro, pero... Luis: — ¿Y el zapatero qué onda? Facundo: — Por suerte se cag* de risa porque ya nos conocía y estuvo todo bien. Pero eso es un chiste completamente desubicado que por ahí si lo hacés en División Palermo decís: “¡Qué mal gusto!”. Pero en el contexto de nosotros tres, de nuestra convivencia, quedó entre nosotros tres y el zapatero que se enteró después. Para mí fue uno de los mejores chistes que me hicieron. Luis: — Cerraba de la mejor manera si el zapatero te decía: “Yo también, pero no me animaba a decírtelo”. Facundo: — Hubiese sido genial (risas). Facundo Bogarin en la primera temporada de División Palermo. Crédito: Tomás Francisco Cuesta/Netflix © 2023 Realización personal, reflexiones y deseos Luis: — Este ciclo se llama Del otro lado porque hablamos con personas que, pese a atravesar algo difícil, lograron llegar a un lugar de realización. ¿De dónde sentís que venís para haber llegado a este otro lado, donde sos un tipo exitoso, admirado, un rocker e influencer? ¿Qué creés que pasó? Facundo: — Cuando estaba leyendo el primer libro de Game of Thrones, en un momento se están yendo al muro y Tyrion, el enano, le dice a Jon Snow: “No ocultes tus debilidades, porque el enemigo las va a descubrir y te va a atacar. Convertí tu debilidad en tu mayor fortaleza”. Y, salvando todas las distancias, yo dije: “Tengo que fortalecer esto. Poder expresar y comunicar, ya sea pintando, tocando un instrumento o actuando, como sea, tengo que estar listo para cuando Netflix busque un ciego…” Luis: — ¡Acá estoy! Facundo: — Tengo que ser yo. No fue solo leer el libro o esa frase me hizo el clic, pero siempre vuelvo a esa cita y digo: “Está bien, me parece que es eso”. Vengo de ahí, de la ceguera. Luis: — ¿Y qué te pasó cuando Netflix buscaba un ciego y te eligió? Facundo: — Fue muy largo el casting, fueron como seis meses. Cada vez que hay un casting para un ciego, por suerte tengo un montón de amigos, actores y actrices que me mandan la convocatoria. Y lo hice y dije: “Estaría bueno quedar acá”. En los castings me enteré que estaba Santi Korovsky y Martín Garabal atrás de eso. Y dije: “Este es el proyecto, yo tengo que quedar”, porque no era solo que buscaban a un ciego, sino que buscaban un ciego para una comedia. Una comedia que sigue la línea que a mí me gusta y me obsesioné. Fue sufrirlo bastante porque habré empezado en octubre y recién me confirmaron que quedé en febrero. Luis: — ¿Te dijeron cuando se estrenó División: “Vamos a verla”? Facundo: — Sí, obvio (risas). Y yo también digo: “Todavía no la vi”. Y no es un chiste de ciegos, es que realmente todavía no la vi o no la reproduje, no la escuché, nada. Pero en sí yo hablo así. No voy a cambiar la forma de hablar solo para que la gente entienda de que yo no veo, ni tampoco me interesa que la gente cambie los modismos. Son formalidades, como cuando decimos: “¿Todo bien?“. Luis: — ¿Con qué soñás para el futuro? Facundo: — Últimamente estoy muy en el ahora, no estoy proyectando tanto. Y hasta casi que ni disfrutando tanto. Así que no podría decirte con qué sueño. Como que el futuro tampoco me interesa muchísimo. Tener más tiempo para disfrutar el ahora.

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