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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 16/07/2025 04:53
El mar debe asumir un rol coprotagónico dentro de la matriz productiva e industrial de nuestro país (Foto: The Grosby Group) Argentina definitivamente es un país marítimo, a pesar de que haya presiones e intereses foráneos que solo nos quieren encasillar como una potencia agrícola-ganadera, minera y de servicios que aporta al mundo los recursos naturales sin elaboración que estos necesitan para su desarrollo y mantener así la dependencia de nuestro pueblo económicamente. Argentina no debe dejar de ser el granero del mundo y la fuente de riquezas del planeta. Esa es la directriz que guía a las grandes potencias del planeta. Debemos ser conscientes de esta realidad y empezar a conocer, valorar lo que tenemos y poner nuestra creatividad, esfuerzo y trabajo para lograr esta transformación necesaria de nuestro país, lo que nos permitirá transitar un camino de prosperidad, calidad de vida y longevidad. Tan poco Estado como sea necesario y tanto Estado como sea posible debe ser el concepto correcto que nos acompañe en esta transformación y, por el otro lado, el convencimiento de que el capital es producto del trabajo y sacrificio de la persona humana y, por lo tanto, una cosa que debe estar siempre al servicio de la persona, y no ésta al servicio del capital. Por lo tanto, nuestro país tiene todas las condiciones de llevar adelante un programa de gobierno y económico que con crecimiento, esfuerzo y esperanza, en forma inmediata puede conseguir los objetivos necesarios para construir una economía seria, segura, estable y pujante, garantizando la felicidad de nuestra gente. Llegó el momento de convertir la emancipación lograda el 9 de julio de 1816 en una auténtica independencia, que se traduzca en soberanía económica, alimentaria, de conocimiento, cultural y política. Volvamos a la fuente de quienes marcaron camino mirando al mar como Guillermo Brown, Domingo Faustino Sarmiento, Manuel Belgrano, Don Segundo Storni y Konrad Adenuer, entre otros. Estamos en condiciones de ser líderes mundiales en la producción sostenible de alimentos acuáticos, con el compromiso de garantizar la seguridad alimentaria global y proteger nuestros mares y océanos. Debemos ser amigos del mar, lo que significa usar y explotar todos los recursos que estos nos ofrecen y, como contrapartida, garantizarles la vida eterna. Este equilibro virtuoso entre uso y cuidado del medio ambiente debe ser el camino del próximo proyecto nacional que deberá ser transversal a todas las fuerzas políticas y enamorar a los argentinos en unidad de camino a transitar. Esta nueva visión estratégica, en la que el mar asuma un rol coprotagónico dentro de la matriz productiva e industrial de nuestro país, se apalancará sobre la base del conocimiento, el campo, el mar y el cuidado del medio ambiente. En una planificación económica a 20 años, empezando a dar resultados al día siguiente de tomar la decisión política de llevarlo adelante, nos permitirá duplicar o triplicar el producto bruto interno, definitivamente olvidarnos de la inflación, asegurada con la producción, industrialización y crecimiento, y terminar definitivamente con la pobreza estructural. Este proyecto busca transformar la economía, la salud y la vida de los argentinos mediante la explotación sustentable del mar integrada al continente. Una visión total de nuestra Argentina con más de 10 millones de kilómetros cuadrados. Promover la pesca nacional, la acuicultura y la educación alimentaria para incorporar pescado y recursos acuáticos en la matriz alimentaria, reduciendo enfermedades crónicas y aumentando la esperanza de vida, superando los 100 años de existencia con calidad, generando trabajo y divisas. Los ácidos grasos omega-3 del pescado reducen la inflamación, protegen el corazón y el cerebro, previenen placas de ateroma y mejoran la función metabólica. El pescado es considerado un alimento clave para la longevidad debido a su alto contenido de ácidos grasos omega-3, proteínas de alta calidad, vitaminas (D y B12) y minerales esenciales como el selenio y el yodo. Los omega-3 ayudan a reducir la inflamación, protegen el corazón, mejoran la función cerebral y previenen enfermedades neurodegenerativas. Además, el pescado es una fuente de proteínas magras que favorecen la salud muscular y ósea, reduciendo el riesgo de sarcopenia en la vejez. Estudios en poblaciones longevas, como los habitantes de Okinawa y algunas regiones nórdicas, muestran que el consumo regular de pescado está asociado con una menor incidencia de enfermedades cardiovasculares, demencia y mortalidad prematura (notas publicadas en la revista científica Journal of the American Collegeof Nutrition, entre otros trabajos especializados en la materia). Argentina puede liderar en pesca sostenible fresca, cultivo y exportación con valor agregado, generando empleo, divisas y una economía robusta, que, sumado al resto de las explotaciones que nos permite el mar (petróleo y gas, minerales, tierras raras, cultivo agrícola, medicamentos, cosmética, industria naval, satelital, energía, turismo, entre otros), nos posiciona protagónicamente en el concierto de las naciones. A pesar de tener la tercera costa en extensión de Iberoamérica y unos 40 mil kilómetros cuadrados de aguas dulces interiores, aportamos solo un 0,13% del volumen total de la producción de acuicultura de la región, no aprovechando las ventajas comparativas que tenemos como para cultivar el mejillón, la trucha arcoíris, el salmón, los langostinos y el pacú, entre otras especies. Párrafo aparte merece la familia de las algas. Son una fuente rica en vitaminas y minerales esenciales, como el yodo, el hierro, el calcio, el magnesio y varias vitaminas del complejo B. También son una excelente fuente de proteínas y contienen todos los aminoácidos esenciales que nuestro cuerpo necesita. Las algas son protistas fotosintéticos que contienen uno o más de los cuatro tipos de clorofilas, así como otros pigmentos fotosintéticos. No producen ni flores, ni frutos y carecen de raíces y hojas verdaderas. Pertenecen al reino Protista, es decir, aquel que agrupa a los organismos que no pueden ser considerados animales, plantas, hongos o bacterias. Las algas tienen propiedades totalmente diferenciadas de las plantas y vegetación que podemos encontrar en el continente. Solamente tengamos en cuenta que la vegetación en el planeta se remonta a unos 100 millones de años, mientras que las algas a más de quinientos millones de años. Son consideradas un superalimento. China es el primer productor mundial, pero solo Argentina puede ocupar ese lugar en forma natural y/o cultivando teniendo zonas prístinas libres de contaminación. Las algas son al mar lo que los bosques son al continente: producen más de la mitad del oxígeno que respiramos, superando a los árboles en términos de producción de oxígeno. La vida de la humanidad comenzó en los mares y océanos y allí tenemos las respuestas a las necesidades de los seres humanos. Esta visión estratégica, sumada al desarrollo e impulso de la diversidad productiva de las economías regionales, convirtiéndolas en puertos secos con conectividad a las vías fluviales y ferroviarias que permitan la salida al mar en forma descentralizada federal, a fin de hacer realidad la máxima “belgraniana” que dice que las riquezas de un país productivo van de la mano de un país navegante, iría en pos de una política poblacional que permita llegar a un piso de cien millones de habitantes que haga viable el desarrollo económico interno, llevando adelante políticas de natalidad; frenar el camino que pareciera ineludible de convertirnos en una sociedad vieja con las consecuencias de vulnerabilidad que ello presupone, acoplado a una política de desarrollo y fortalecimiento familiar. Con una consideración como derecho humano del siglo XXI a los derechos de los consumidores y usuarios; todo ello sumado a una correcta lectura y ubicación de la política y la religión, utilizando el aporte que esta última nos da en cuanto a valores, pero evitando la misticidad, la fatalidad y la confesionalidad de la política, nos permitirá transitar el camino de crecimiento, desarrollo, bienestar, calidad de vida y longevidad que nuestro pueblo se merece y que por derecho propio le corresponde. Argentina es privilegiada, debemos hacer uso de los dones que Dios nos regaló. No nos quejemos si le damos la espalda y aceptamos resignados el sufrimiento y la entrega a políticas materialistas anti desarrollo. Los invito a navegar en las aguas de la esperanza. ¡El cambio está en el mar!
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