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  • Marisol Gutiérrez-Ravé Fernández, la primera cordobesa en completar un Ironman: «Nada me podía impedir cruzar esa meta»

    » Diario Cordoba

    Fecha: 15/07/2025 20:44

    Marisol Gutiérrez-Ravé Fernández no entiende de límites. Ni del cuerpo ni de la mente. Si en octubre de 2024 ya se convirtió en la primera mujer cordobesa en cruzar a nado el Estrecho de Gibraltar, este verano ha vuelto a hacer historia: es la primera cordobesa en completar un Ironman, la prueba reina del triatlón de larga distancia. Lo hizo en el Ironman de Vitoria-Gasteiz, donde paró el crono en 12 horas, 13 minutos y 32 segundos. Una marca con valor atlético, pero sobre todo simbólico. Porque detrás de ese número hay cinco meses de entrenamientos antes del amanecer, una operación de oído, una bicicleta desviada tres kilómetros de más por un error de orientación, y, sobre todo, una convicción inquebrantable: «Nada me podía impedir esta prueba». La determinación como motor Marisol tiene 53 años y una claridad admirable cuando habla de su camino. En cuanto cruzó el Estrecho el pasado año, lo tuvo claro: quería un nuevo reto. Y ese reto era el Ironman. «Lo llevaba en mente desde hace tiempo. Era un sueño que quería cumplir junto a mi marido, pero él no se sentía preparado mentalmente. Así que pensé: este es mi año. O lo hago ahora, o quizás ya no llegue». El camino no fue fácil. Fue operada del oído en noviembre y apenas pudo retomar los entrenamientos en febrero. Desde entonces, se entregó al reto con disciplina y fe absoluta en su entrenador, Rafael Salinas -conocido como Patxi-. Él diseñó cada sesión de entrenamiento con mimo y exigencia. «Me estudiaba el Ironman al milímetro. No dejaba un detalle al azar», asegura. Pero si algo destaca por encima de lo físico, es la fortaleza mental. «Determinación, esa es la palabra. Nada podía frenarme. Ni el cansancio, ni los pinchazos de bici. Aprendí hasta a cambiar una rueda porque no quería que nada me dejara fuera». Madrugadas, calor y apoyos Cada jornada comenzaba de madrugada. A menudo, salía a entrenar a las cuatro o cinco de la mañana, antes de entrar a trabajar. Los días de calor en Córdoba no dejaban otra opción. Su empresa, Proasa, le facilitó horarios para poder compatibilizar su preparación. También recibió apoyo económico de otras firmas como ProRay Protection, Trefilados Urbano, Bucan, esenciales para costear una prueba tan exigente no solo en lo físico, sino también en lo económico. «Sin esas ayudas, yo no hubiera podido permitírmelo. Es una pena que el deporte de resistencia siga siendo tan inaccesible para tantas personas», lamenta. Marisol Gutiérrez-Ravé Fernández, la primera cordobesa en completar un Ironman. / CÓRDOBA La meta soñada El 13 de julio, en Vitoria, Marisol cumplió su sueño. Nadó 3,8 kilómetros en una hora y ocho minutos, pedaleó 183 kilómetros en seis horas y 46 minutos -incluidos tres de más por un desvío- y corrió una maratón en cuatro horas y dos minutos. Nunca antes había corrido esa distancia. «Fue mi primera maratón. Y la hice dentro de un Ironman. Pero lo hice disfrutando cada paso, pensando siempre en llegar a esa meta», explica emocionada. No tuvo momentos bajos. Al contrario. La energía le venía de ver a los suyos animándola desde el margen… «Escuchar a mi hija gritar ‘mamá, venga’, o mirar al cielo pensando en mi madre, me llenaba de fuerza. Cada vuelta, cada paso, me sentía más cerca». Lo que queda tras la meta La historia de Marisol no termina en Vitoria. Ya tiene fecha y objetivo para su siguiente reto: el Campeonato del Mundo de Medio Ironman en Marbella, el próximo 9 de noviembre. Lo afrontará con la misma determinación. «No descarto hacer otro Ironman. Ahora mismo tengo la adrenalina muy alta. Pero también quiero disfrutar más, hacer distancias cortas… Seguir en este mundo que tanto me ha dado», asegura. Para ella, lo vivido no se mide solo en medallas o cronómetros. Se mide en personas. En los que le abrieron la empresa una hora más tarde, en su entrenador y su mujer, que la acompañaron a Vitoria, en su marido y su hija, que la empujaron con su voz. En Pedro Castilla, su amigo de 72 años que la acompañaba a entrenar en bici al amanecer. «Soy una privilegiada», repite. «Porque he llegado a esa meta, pero no sola. He llegado con todos ellos». Suscríbete para seguir leyendo

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