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» Primerochaco
Fecha: 15/07/2025 02:31
La diputada nacional del PRO por Chaco, Marilú Quiroz, anunció este importante avance legislativo, acompañada por el presidente de la Fundación Urunday, José Eidman, y la titular del Instituto de Turismo del Chaco, Verónica Mazzaroli y destacó el valor cultural, económico y simbólico de la Bienal. «No es un evento más. Es una de las expresiones culturales más relevantes de Argentina y del mundo. Y su impacto en la edición 2024 lo demuestra: más de 1.200.000 visitantes, 683 expositores, visitantes virtuales de 121 países, 100% de ocupación hotelera y más de 9.500 millones de pesos inyectados en la economía local», señaló. La legisladora remarcó que el proyecto aún debe pasar por la Comisión de Presupuesto y ser aprobado por ambas cámaras del Congreso. «Esta no es una bandera partidaria. Es una causa cultural, social y económica. Visibilizar esto es clave para que todos entendamos que reconocer a la Bienal es hacer justicia con nuestra identidad chaqueña y con el aporte que el arte y la cultura hacen al desarrollo nacional», afirmó. La diputada rindió homenaje al escultor Fabriciano Gómez, creador de la Bienal, y a quienes han trabajado por décadas para consolidarla. «Este proyecto también es un mensaje a las nuevas generaciones: la cultura chaqueña no es solo patrimonio, es presente y es futuro». Museo a cielo abierto Resistencia alberga en sus calles casi 700 esculturas para el disfrute de todos -locales y visitantes- y eso la convierte en una ciudad museo única. Con admirable convicción Fabriciano decía: «Sabemos de la belleza de una escultura en la vereda, de los beneficios turísticos de una ciudad adornada con 700 obras que la hace única. Sabemos muy bien lo que significa Resistencia, la Ciudad de las Esculturas», aseguraba el prestigioso escultor cuando describía el espíritu de la identidad que compartimos en la capital chaqueña. Fundación Urunday lleva un minucioso registro de las obras emplazadas en el espacio urbano de Resistencia y desarrolla una eficiente tarea de protección y custodia de ese invaluable patrimonio. Durante los últimos 30 años confeccionó un catálogo de obras y emplazamientos bajo criterios estéticos y técnicos. Este relevamiento sigue la secuencia histórica y asigna a cada obra una numeración identificatoria que además permite inventariar las obras para luego relevar el estado de conservación de las esculturas, evaluar y determinar la intervención según las necesidades de mantenimiento y restauración. Josese Eidman -presidente de la Fundación Urunday- dice: «Además de organizar la Bienal Internacional de Escultura junto al Gobierno del Chaco, una de las acciones que lleva adelante la Fundación Urunday es el emplazamiento de nuevas obras para consolidar el patrimonio que distingue a Resistencia, la Ciudad de las Esculturas. Por eso, ahora ponemos énfasis en la investigación y el análisis técnico para afianzar nuestro patrimonio con rigor histórico». Escribiendo la historia La incorporación formal de una escultura al patrimonio reconocido por la Fundación Urunday se sustenta en un proceso de selección, cuyo objetivo es identificar, catalogar e inventariar aquellas obras de valor excepcional dentro del universo de objetos escultóricos emplazados en Resistencia. La elaboración del catálogo implica el desarrollo de procesos que involucra la investigación histórica, artística y técnica de las obras y las relaciones con sus contextos de producción y circulación como así también la procedencia de dichas obras evaluando el historial de propiedad, sus autores y el recorrido artístico desarrollado (formación y trayectoria). Considerando que todo contribuye al valor de un objeto de arte. Este proceso se desarrolla en dos etapas, permitiendo una valoración progresiva y especializada. En la primera etapa se aplican criterios esenciales para la selección de obras y su evaluación inicial. La situación ideal es que una escultura acate con los cuatro criterios establecidos, lo que representaría el requisito máximo. Sin embargo, como condición mínima, deberá cumplir al menos el criterio de trayectoria del artista o el valor histórico de la obra, además de estar ubicada en el espacio público o en espacios privados de acceso público. La evaluar la trayectoria escultórica se valoran reconocimientos comprobables y la proyección profesional del autor. La solidez de su carrera y la relevancia de su producción artística son indicadores clave para garantizar que la obra forme parte de un corpus significativo y de alto impacto cultural Mientras que para analizar el valor histórico de la obra se examina la vinculación de la escultura con hechos o personajes históricos, abarcando desde contextos locales hasta universales. Este criterio resalta la capacidad de la obra para evocar narrativas y memorias colectivas. En tanto, la viabilidad de conservación implica examinar la aptitud de la obra y la adecuación de sus materiales para estar emplazada en el espacio público y resistir a las inclemencias naturales. Se consideran tanto la durabilidad de la escultura en espacios exteriores como las condiciones del entorno que pueden facilitar o dificultar las tareas de conservación. Finalmente, el factor seguridad evalúa el riesgo potencial que la obra podría representar para el público, considerando aspectos de su morfología, estructurales y las condiciones de emplazamiento. La seguridad es fundamental para garantizar que la presencia de la obra no comprometa la integridad de quienes interactúan en el espacio público. El proyecto de la Fundación Urunday, en constante desarrollo, contempla una segunda etapa de valoración artística complementaria donde se evaluarán, de forma más detallada, aquellas esculturas que hayan quedado en duda durante la selección inicial, así como las nuevas obras que sean emplazadas posteriormente. En esta fase se añade el criterio de valoración artística, que será desarrollado por un comité de curadores conformado por especialistas en la disciplina escultórica, referentes artísticos y académicos convocados por la Fundación Urunday. Esta valoración especializada permitirá discernir el mérito estético y cultural de cada obra, complementando los criterios técnicos y de seguridad evaluados previamente. La incorporación formal de una escultura al patrimonio reconocido por la Fundación Urunday implica un compromiso institucional integral. Esto se traduce en la asignación de recursos económicos, materiales y humanos para la conservación y restauración de las obras, asegurando la preservación del patrimonio artístico público que posiciona internacionalmente a Resistencia como Capital Nacional de la Escultura y Capital Mercosur de la Escultura. Esculturas, patrimonio nacional La Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos dependiente de la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación es la encargada de proteger y preservar el patrimonio cultural inmueble de Argentina. A través del Decreto N° 769/2019 declara Monumentos Históricos Nacionales a ciertas esculturas ubicadas en espacios públicos de distintos puntos del país reconociendo su valor patrimonial y otorgándoles protección legal. En ese listado aparecen importantes obras del patrimonio de Resistencia, la Ciudad de las Esculturas: «Ansia de luz» Erminio Blotta Bronce Peatonal Illia y José María Paz «Remordimiento» Hernán Cullen Ayerza Bronce Juan B. Justo y Frondizi «Flor indígena» Gonzalo Leguizamón Pondal Cemento Avenida Sarmiento y avenida Laprida «El alma» Líbero Badii Bronce Peatonal Perón y Av. Alberdi «Maternidad» Antonio Devoto Cemento Güemes 190 «Columna ensanchándose en el centro» Ferruccio Polacco Acero inoxidable Avenida Laprida y Güemes «Cruces» María Juana Heras Velasco Metal Museum. Parque Intercultural «2 de Febrero» «Martín Miguel de Güemes» Alberto Balietti Cemento Yrigoyen 469 «Despertar» Lucio Fontana Bronce Güemes y avenida 9 de Julio La esencia de la llama Rolando Cánepa escribió a principios de 2016 el ensayo titulado El devenir de la escultura chaqueña y en el apartado La ciudad de las esculturas afirmaba: «En muchos hombres y mujeres se escondía ya de antaño la esencia de la llama, el anhelo difuso de llegar a los concursos de escultura, tal como se iniciará en 1988. Ya en 1941 Crisanto Domínguez hizo una exposición en la Plaza 25 de Mayo y en 1946, Carlos Schenone exhibe una muestra de tallas en madera en la pérgola de la misma plaza. Posteriormente se realizaron concursos de manchas para los niños de hasta 14 años, organizados por el Ateneo del Chaco, llegándose a inscribir 750 alumnos en 1956, año en que se habían ampliado las categorías de acuerdo con la edad y los medios cromáticos a emplearse. Estos certámenes causaron sorpresa por la calidad, la espontaneidad y la imaginación de los participantes, algunos de los cuales serían después aventajados alumnos de la Academia de Bellas Artes, fundada en 1960, muy pocos años antes, Crisanto talló públicamente una de sus últimas esculturas, hacha y otras herramientas en mano, frente al local de la C.G.T. La esencia de aquella llama también motivó a los hombres y mujeres de El Fogón de los Arrieros, especialmente a Aldo Boglietti, quien, desde 1961 -lo anota Hilda Torres Varela-, se lanzó a una nueva aventura, a una nueva lucha, «hasta conseguir que las calles, las plazas y banquinas de Resistencia se llenaran de verde, de flores, de murales, de bustos y de estatuas», dando así nacimiento a lo que más tarde se conocería como Resistencia, la Ciudad de las esculturas, título que honrosamente se ganó nuestra ciudad gracias al empuje pionero de unos pocos y la simpatía de la gran mayoría. Cuando a fines de los años `70 El Fogón fue declinando estas actividades, surgió Coproar -Comisión para la Promoción Artística de Resistencia-, para continuar implantando estatuas y esculturas, misión que a partir de su fundación tomó a su cargo la Fundación Urunday, en 1991, institución que en su nacimiento tenía previsto la colocación de la obra número 210 y que también hizo suya la tarea de limpieza de pedestales, restauración y mantenimiento de las esculturas, con la colaboración de la Municipalidad de Resistencia y creciente grupos de amigos. La Fundación Urunday, en éste y en otros aspectos, es la típica institución privada para bien público que ese esfuerza por la cultura y, aunque cueste creerlo, por el crecimiento de la interioridad espiritual de las personas. Sus integrantes entendían y entienden que cada nueva obra de arte que se incorpora en las calles, plazas o paseos, constituye un humilde gesto de docencia plástica; y, en Resistencia, su gente, tanto los nativos, como los venidos de casi todas partes del mundo, puede también encontrarse con obras que se diría preparadas para un cosmopolitismo cultural, pero, además, fundamentalmente, con las genuinas particularidades que nos pertenecen irrenunciablemente».
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