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» Voxpopuli
Fecha: 14/07/2025 13:14
Hoy, con un rezago notable, los comerciantes de la capital misionera se enfrentan a un escenario de derrumbe que comparan abiertamente con la década menemista del noventa. En una entrevista con el diario Primer Edición, el empresario del rubro de electrodomésticos Carlos D’Orazi fue contundente: «Estamos pasando el peor semestre desde (Carlos) Menem». Su frase encapsula la resignación y el shock de un sector que, tras un largo período de silencio o validación de las políticas del gobierno ultraderechista, ya no puede esconder el impacto del ajuste. La «motosierra» se despliega con efectos devastadores sobre el consumo interno, con caídas en las ventas que, en algunos segmentos, superan el 50%. Este reconocimiento tardío por parte del empresariado local es particularmente revelador. A pesar de que los indicadores de un ajuste feroz ya eran evidentes, la voz de alarma del sector privado se mantuvo en silencio. Sin embargo, la realidad de la pérdida del poder adquisitivo, el encarecimiento de la financiación y los aumentos de costos fijos han vuelto insostenible la negación. Las cifras y los relatos son implacables. Según D’Orazi, la gente ya no compra para ganarle a la inflación, sino solo por necesidad «impostergable». Las ventas en cuotas, que antes facilitaban el consumo, ahora incluyen recargos superiores al 16%, desalentando su uso. A esto se suman los incrementos en tarifas y alquileres, mientras los salarios permanecen congelados. En una cruda metáfora, el empresario concluye: «Me van a dar un remedio cuando ya estoy finado». Este sombrío panorama, que las entidades comerciales ahora denuncian, fue el resultado previsible de un plan que se anunció con bombo y platillo. El hecho de que recién ahora, con la crisis ya instalada y la economía al borde del colapso, el sector reconozca públicamente el regreso al modelo menemista, solo sirve para subrayar un punto que Vox Populi adelantó con precisión y sin titubeos. La «obviedad» de un desastre anunciado se ha materializado, y el sector privado de Posadas lo admite en voz alta, aunque sea con un retraso que le costó muy caro a la ciudadanía.
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