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Parana » Minutonoticias
Fecha: 13/07/2025 18:36
Para los fanáticos del Presidente Milei todo lo que dice y hace está bien, nada para ellos es criticable y como leones salen a devorarte en redes sociales o cualquier medio a su disposición si discrepas de sus formas. Lo que para otros presidentes eran faltas graves para Milei lo justifican llamándolo “disruptivo”. Si no fuera presidente muchos de sus acólitos lo llamarían loco o enfermo seguramente. Y justamente lo grave de la situación es que es el presidente, no un ciudadano común. Las palabras y frases ofensivas del presidente no tienen paragón, mandriles, basuras, mierdas son algunos epítetos que el presidente ha dicho muy rampante sin que el nuevo periodismo ensobrado ni siquiera se hayan puesto colorado, por el contrario buscan con palabras eximias justificar sus dichos. También habla cómo lo que es, un economista; y la gente no entiende nada, números y números que enredan el entendimiento y finalmente no dicen nada para la popular. Y esto también es preocupante, porque no se entiende hacia donde vamos. Aunque pareciera que el objetivo es abrir tanto la Argentina hasta casi perder la identidad y que la industria nacional desaparezca a futuro. Las expresiones gestuales del actual presidente tienden a pensar que está medicado o tiene algún problema nervioso, es frecuente verlo cambiar su tono de voz de un grave rasposo a un siseo agudo, sus tonos van en consonancia de la pregunta o el tema. Parecen desequilibradas algunas de sus respuestas que vienen embarradas con tintes de violencia tan obscenos como si los expresara un preso viejo del conurbano. Hablamos de subir los niveles de la educación en el país, de luchar por la cultura y la violencia verbal pareciera que está de moda, ¿Hacia qué sociedad vamos? Lo Berreta y vulgar han tomado la posta de lo cotidiano y parece que gritar y ofender dan la razón en una discusión. Cuando se habla de violencia verbal el presidente tiene mucha y abundante no solo son sus palabras despectivas hacia sus rivales políticos sino que periodistas y artistas también son blancos de sus ofensas. Imagino que lo más rancio de la sociedad porteña no se atreve a invitarlo al té de las 17 por temor a que palabras soeces invadan los exclusivos salones de La Recoleta, el palacio Duhau o el concheto Patio Bullrich. Poniéndonos serios y expresando lo que muchos no se atreven a decir no son las formas y las palabras de un presidente en democracia. Meter la cabeza bajo el brazo para no hablar de estás situaciones me parece de cobardes en nuestro rubro. Podré coincidir en medidas o resultados de algunas de sus políticas de estado y discrepar de otras, podrá gustarme o no gente de su entorno más cercano o su posicionamiento en materia de política internacional, no es un tema que me importe su vida personal o privada incluso sus preferencias religiosas (un día se levanta judío y al otro es cristiano o evangelista), eso para mí no es tema a cuestionar. Yo creo que a través del mandato que le dio el pueblo debería en realidad estar enfocado en mejorar la vida de todos los que vivimos en la Argentina y no estar desperdigando insultos y blasfemando contra cualquiera que le hace un señalamiento. Porque no digan más que es un ciudadano común, es el presidente de la Argentina y como tal debe comportarse.
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