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  • Autoritarios siglo XXI

    » Elterritorio

    Fecha: 13/07/2025 10:05

    domingo 13 de julio de 2025 | 6:00hs. Cuando hablan los que saben, es mejor callarse y escuchar. Es lo que me pasa con la profesora Ruth Ben-Ghiat, historiadora estadounidense que recientemente respondió preguntas sobre autoritarismo, su especialidad, en Wired, un canal de YouTube que, precisamente, les da la palabra a los expertos. Es imposible transcribirles media hora de disertación, pero lean algunos fragmentos que resultan particularmente interesantes. “Los fascistas creen firmemente que la violencia es la forma de cambiar el mundo. Declaran a una categoría de persona como enemigo. Podría ser un enemigo racial, como en la Alemania nazi. Podría ser un enemigo político, como lo fue en el fascismo italiano y para Francisco Franco en España. Pero ese enemigo debe ser exterminado. Así que el Estado se organiza en torno a la práctica de la violencia, y la gente común es entrenada para estar alerta e informar y usar la violencia ellos mismos”. Explica Ben-Ghiat que “un dictador es alguien que quiere salirse con la suya, no le importa el bienestar público, a menudo es muy corrupto, roba al pueblo y lo manipula mediante propaganda. No está de acuerdo con la separación de poderes, por lo que el Poder Ejecutivo se vuelve abrumador en una dictadura. Un dictador es un líder que anhela el poder absoluto, alguien que no quiere que su autoridad sea controlada por ninguna institución, y por eso procede a desmantelar esas instituciones”. Sobre el culto a la personalidad, describe: “Los dictadores tienen un ego enorme, pero su secreto es su gran inseguridad”. Es por ello que “se hacen pasar por hombres machistas, pero también crean en sus países un clima de una especie de masculinidad sin ley que dice que un hombre de verdad debería poder tener a quien y lo que quiera sin pedir consentimiento”. Aclara que “hoy en día, los dictadores pueden llegar al poder inicialmente mediante elecciones y luego convertirse en dictadores” y que aprovechan el sentimiento de mucha gente de que la democracia les ha fallado. Expone la experta que los ataques a la prensa, las teorías conspirativas y las informaciones falsas (las hoy tan remanidas fake news) son tan viejas como el autoritarismo y, en su opinión profesional, si bien internet permitió que los oprimidos se expresen y organicen, también aumentó la circulación de la propaganda dictatorial, con lo cual es un arma de doble filo. Ben-Ghiat señala que los autoritarios de estos tiempos ya no requieren de sistemas de partido único, ni siquiera de asonadas militares, pero expone un caso que en muchos ambientes se presenta como exitoso: “Augusto Pinochet, el sangriento dictador militar de Chile que llegó al poder mediante un golpe de Estado respaldado por Estados Unidos y convirtió a Chile en un laboratorio de economía neoliberal, privatizaciones, desregulaciones, recortando los servicios sociales. Al principio, esto impulsó la economía, principalmente a las grandes corporaciones, incluidas las estadounidenses. Pero en pocos años, provocó quiebras bancarias, enormes dificultades y la gente se endeudó. Así que, a largo plazo, podemos pensar en los dictadores como personas que siempre expanden el gobierno y causan mucho despilfarro e inflación en el proceso, de hecho, pero incluso cuando reducen el tamaño del gobierno, no termina bien”. Abunda luego en ejemplos sobre el uso de la narrativa contra los inmigrantes, sobre el uso de las crisis (muchas veces autoinfligidas) para presentarse como salvadores y sobre la connivencia con los oligarcas en busca de beneficios mutuos: “El dictador necesita a esta gente para legitimarlo, para decirle al resto de la población, porque son tan influyentes, que este tipo en realidad está bien. Puede que sea violento, pero es nuestro hombre”. Por suerte los argentinos nunca elegiríamos a un hombre así como presidente.

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