13/07/2025 07:24
13/07/2025 07:24
13/07/2025 07:24
13/07/2025 07:23
13/07/2025 07:23
13/07/2025 07:22
13/07/2025 07:22
13/07/2025 07:21
13/07/2025 07:21
13/07/2025 07:21
Buenos Aires » Infobae
Fecha: 13/07/2025 00:36
La NASA premió un dispositivo argentino que convierte polietileno y guantes de nitrilo en filamentos útiles para impresión 3D en la Luna El futuro de la exploración espacial ya no depende solo de cohetes ni de trajes presurizados. La sostenibilidad, ese concepto que transformó industrias en la Tierra en los últimos años, ahora se proyecta más allá del planeta. Y en ese horizonte, un grupo de profesionales argentinos fue reconocido por su aporte concreto: el equipo NBRaINS, de la empresa Benito Roggio ambiental (BRa), resultó uno de los ganadores de la primera fase del LunaRecycle Challenge, una competencia organizada por la NASA que busca soluciones innovadoras para el reciclaje de residuos no biológicos en misiones espaciales de larga duración. Entre más de 1200 proyectos provenientes de 86 países, el equipo argentino fue uno de los 17 seleccionados y el único del Latinoamérica. El desafío, enmarcado en el ambicioso programa Artemis que impulsa el regreso de seres humanos a la Luna y proyecta futuras expediciones a Marte, premió propuestas que ofrecieran ideas viables para resolver un problema central de las misiones prolongadas: qué hacer con los residuos que generan los astronautas. El LunaRecycle Challenge busca soluciones para reciclar residuos no biológicos durante misiones espaciales de larga duración en la Luna La iniciativa de BRa, ganadora en la categoría Prototype Build Track, presentó un dispositivo capaz de reciclar polietileno y guantes de nitrilo (NBR), dos materiales comunes en entornos espaciales, para transformarlos en filamentos de impresión 3D. Con esos filamentos, los astronautas podrían fabricar objetos de uso cotidiano en una base lunar, sin depender de nuevos envíos desde la Tierra. “Nos llegó de alegría y reconocimiento este proyecto. Nos hizo salir de nuestro sector de confort a todos los que participamos de la competencia de la NASA y a la empresa en general, dedicada a la gestión de residuos en la Tierra. Quisimos aportar la experiencia que tenemos aquí y aplicarla a un ambiente desconocido como es el lunar”, explicó a Infobae Nicolás Escardó, Gerente de Nuevos Negocios de Benito Roggio ambiental. Según explicó Escardó, la NASA convocó a este desafío el año pasado y desde la empresa decidieron armar un equipo de trabajo multidisciplinario aprovechando la experiencia en áreas como investigación, desarrollo e innovación que tenían “Contamos con varios y diversos profesionales y recursos que desde hace más de una década trabaja en el campo científico y de la innovación en el tratamiento de residuos”, sostuvo. El equipo NBRaINS de Benito Roggio ambiental fue uno de los 17 ganadores del LunaRecycle Challenge entre más de 1200 proyectos de 86 países La NASA desde hace un tiempo está buscando soluciones concretas al problema de la basura espacial. Ya sea la de los satélites que orbitan nuestro planeta, como también los residuos que puedan dejar los seres humanos en futuras colonias espaciales en la Luna o Marte. “Quieren que la basura no quede en la Luna y tampoco regrese a la Tierra, lo que implicaría grandes costos operativos. Para transformar los desechos sólidos en recursos reutilizables, la NASA planteó desafíos hipotéticos con 8 astronautas viviendo en la Luna y con varios problemas de residuos a solucionar en el campo de empaques, textiles, tecnología, y hasta los guantes desechables que se utilizan para determinadas tareas y son descartados tras un solo uso”, precisó Escardó. El desafío impulsado por la NASA premió innovaciones que reduzcan residuos espaciales y favorezcan la sostenibilidad fuera del planeta La fase 1, que acaba de concluir, premió con un millón de dólares a los mejores proyectos presentados. La fase 2, que continúa, destinará los dos millones restantes a soluciones en desarrollo que pertenezcan a la categoría de gemelos digitales. El objetivo, según explicó la propia agencia espacial, es “reciclar los desechos y convertirlos en productos que puedan usarse para actividades científicas y de exploración fuera del planeta, de modo que pocos o ningún desperdicio deba regresar a la Tierra”. Este llamado de la NASA no es casual. Las futuras bases lunares, al igual que las posibles misiones a Marte, deberán resolver un dilema crucial: cómo minimizar los residuos, reutilizar materiales y mantener la eficiencia energética en un entorno extremo. Desde los envases de alimentos consumidos por los astronautas hasta los materiales sobrantes de experimentos científicos, todo suma en un ecosistema donde cada gramo transportado cuenta. La innovación argentina y la sostenibilidad espacial BRa es pionera en Argentina con un área de I+D+i dedicada al estudio de residuos aplicada a soluciones ambientales y tecnológicas En ese contexto, la solución ideada por NBRaINS propuso una vía concreta para reducir el volumen de desechos, transformando materiales descartables en insumos útiles. El sistema desarrollado se destacó por su capacidad de adaptarse a un entorno cerrado y exigente como el lunar, y por ofrecer una alternativa de fabricación autónoma en la superficie sin depender del reabastecimiento terrestre. La propuesta reconocida se encuadra en una categoría que busca desarrollar hardware real, es decir, soluciones concretas y operativas que puedan reducir la masa de residuos en una misión de un año a la Luna. En paralelo, el desafío también contempló una segunda categoría, la Digital Twin Track, centrada en la simulación virtual de sistemas de reciclaje. Ambas ramas forman parte de una competencia en dos fases, con un presupuesto total de 3 millones de dólares. La NASA, junto con un panel de 50 especialistas de la Universidad de Alabama, seleccionó los proyectos ganadores tras una evaluación técnica basada en criterios de eficiencia energética, escalabilidad y viabilidad operativa. Entre los finalistas hubo 13 proyectos de Estados Unidos y 4 internacionales, entre ellos el presentado por el equipo argentino. NBRaINS desarrolló un sistema que transforma residuos plásticos en insumos para fabricar objetos de uso cotidiano en bases lunares Héctor Carminatti, gerente general de Benito Roggio ambiental, celebró el logro: “La participación en el Luna Recycle Challenge representa un desafío que trasciende los límites de lo conocido, impulsando a la compañía a enfrentar con conocimiento los desafíos ambientales en todos los entornos”. Su declaración no fue protocolar. Reflejó una estrategia que BRa sostiene desde hace más de una década, cuando decidió apostar por la creación de un área propia de Investigación, Desarrollo e Innovación (I+D+i). Ese equipo interno fue pionero en el país: la primera unidad científica dedicada al estudio de residuos dentro de una empresa de servicios ambientales. A partir de allí, BRa desarrolló tecnología, optimizó procesos y expandió sus operaciones en el país y en Uruguay a través de sus empresas Cliba, Tecsan y Envairo. Solo en Argentina, recolecta más de 750.000 toneladas de residuos sólidos urbanos por año, trata más de cinco millones de toneladas y genera energía verde para abastecer a más de 17.000 hogares, según detallaron sus voceros. También produce más de 165.000 toneladas de compost y material bioestabilizado a partir de residuos orgánicos. El proyecto argentino fue premiado en la categoría de prototipos que desarrollan hardware real para la gestión de residuos en la Luna La elección de su proyecto en el LunaRecycle Challenge no solo fue un reconocimiento internacional, sino también una validación de su modelo de innovación aplicada. Como parte de su visión, la compañía busca responder a los desafíos de la economía circular no solo en tierra firme, sino también más allá de la atmósfera terrestre. Y en ese camino, la NASA encontró en su propuesta una idea concreta, desarrollada y replicable. “El solo hecho de pensar que contribuimos a algo para una futura misión espacial a la Luna nos pone muy felices. La pasión desinteresada con la que el equipo trabajó muchos meses es para destacar. Además, pasamos todos los criterios y evaluaciones de la NASA, lo que nos llena de orgullo. Hace un año nunca me hubiera imaginado participar en un concurso de la NASA. Y no solo participamos sino que fuimos galardonados”, indicó Escardó. Beneficios secundarios para la Tierra Más allá de su impacto en el campo espacial, el desafío LunaRecycle aspira a generar beneficios secundarios para la Tierra. Como explicó la agencia espacial, muchas de las soluciones aplicadas en el espacio podrían inspirar mejores enfoques para el reciclaje terrestre, desde tecnologías a menor escala hasta procesos que reducen emisiones tóxicas y mejoran la eficiencia de las operaciones. La competencia de la NASA tiene un presupuesto total de 3 millones de dólares repartidos entre dos fases y dos modalidades diferentes “Estamos muy emocionados de ver qué soluciones generan nuestros competidores globales, y esperamos que este desafío sirva como un catalizador positivo para acercar a la agencia y a la humanidad a explorar mundos más allá del nuestro”, dijo Kim Krome, gerente del desafío de reciclaje. El concepto de sostenibilidad ya no se limita a las ciudades ni a las industrias. Hoy forma parte de la estrategia de supervivencia en ambientes donde la posibilidad de desechar residuos como se hace en la Tierra no existe. Así, se redefine el reciclaje como una herramienta no solo ambiental, sino también tecnológica y logística. Mientras tanto, el equipo de NBRaINS continúa perfeccionando su sistema. Su próximo objetivo es afianzar su desarrollo, avanzar hacia nuevas pruebas y consolidar su propuesta para futuras fases de validación. En ese proceso, se alinean con la estrategia de la NASA, que busca “procesar diversos flujos de residuos, como envases de alimentos y espuma, telas y elementos estructurales, en un entorno espacial, de modo que se retorne a la Tierra con muy pocos o ningún residuo”. El desafío también busca inspirar nuevas formas de reciclaje terrestre mediante tecnologías más eficientes y de menor escala global El reconocimiento obtenido por BRa también refuerza el valor del talento científico argentino. En un contexto global donde la innovación suele estar concentrada en pocos países, la selección de un equipo del Cono Sur demuestra que la investigación aplicada y el desarrollo tecnológico pueden surgir desde cualquier lugar con visión, conocimiento y decisión. “Este premio nos demostró que nada es imposible, que podemos empujar los límites más allá de lo imaginable, y que vamos en buen camino hacia lo ambiental”, concluyó Escardó. Detrás del prototipo premiado hay una filosofía de trabajo que combina ciencia, tecnología y gestión de residuos. Un modelo que se desarrolló localmente y que ahora forma parte de una competencia internacional que apunta a cambiar la forma en que la humanidad convive con sus propios desechos, incluso fuera del planeta.
Ver noticia original