09/07/2025 18:07
09/07/2025 18:07
09/07/2025 18:07
09/07/2025 18:07
09/07/2025 18:06
09/07/2025 18:06
09/07/2025 18:06
09/07/2025 18:06
09/07/2025 18:05
09/07/2025 18:05
Parana » Informe Digital
Fecha: 09/07/2025 07:50
Desde su establecimiento en Pieres, en el partido bonaerense de Lobería, Sean Cameron ha revolucionado su forma de producción: abandonó los commodities para centrarse en cultivos especiales, riego y servicios de alto valor. Su testimonio, que formará parte del Congreso Aapresid “Código Abierto”, refleja una visión del agro que desafía las convenciones tradicionales de la agricultura en la región. Del 6 al 8 de agosto, el Congreso Aapresid, organizado por Expoagro, volverá a ser el epicentro del pensamiento agropecuario argentino. La trayectoria de Cameron fusiona tradición, innovación, una perspectiva internacional y un firme compromiso con la vida rural. En el evento, no solo abordará tecnologías o cultivos, sino también una forma de vida y una manera de concebir la producción agropecuaria que se aleja de los esquemas convencionales. “Si tengo una historia que contar, es precisamente esa: hago muy poco de lo tradicional”, explicó. En la actualidad, su establecimiento ha evolucionado de producir commodities a convertirse en un proveedor de servicios de alto valor, centrándose en cultivos especiales y riego eficiente. Del 6 al 8 de agosto, el Congreso Aapresid, “Código Abierto”, organizado por Expoagro, se erigirá nuevamente como el núcleo del pensamiento agropecuario argentino Una historia que atraviesa continentes Su historia comienza mucho antes de su llegada a Pieres. “El antepasado que llegó aquí pasó una generación en Nueva Zelanda; su padre llegó desde Escocia a Nueva Zelanda, y luego quien nació allí, mi bisabuelo, arribó a Argentina hacia 1890”, narró. Añadió: “Él trabajó en ganadería ovina en Tierra del Fuego, del lado chileno. Después de 20 años recorriendo la Patagonia, adquirió tierras aquí”. Así comenzó un extenso recorrido familiar vinculado al campo. Aunque nació y creció en Argentina, cursó el secundario en Escocia, al igual que su padre, su abuelo y sus hermanos. Posteriormente, estudió ingeniería química en la Universidad de Cambridge, en Inglaterra. “Regresé en el 93. En Argentina, siempre parece que queda mucho por hacer, y 30 años después, sigue igual. Pero decidimos probar suerte aquí y funcionó”, relató, añadiendo que su llegada al campo familiar coincidió con un momento determinante. “Cuando llegué, había condiciones óptimas para iniciar la siembra directa. Se produjeron cambios significativos en las prácticas agrícolas”, recordó, aclarando que su padre, quien recibió una parcela tras una partición familiar, comenzó casi desde cero, con una pequeña fracción de tierra justo al borde de la ruta. Fue también una época de intenso aprendizaje. “No había muchos libros ni manuales. Aprendíamos trabajando. Venía sin preconceptos. Estudié ingeniería química, no agronómica, lo que me ayudó a mantener la mente abierta”, afirmó. Esa apertura fue crucial para adoptar nuevas prácticas. “Recuerdo que asistimos a un Congreso Aapresid en el 93, y salimos pensando: todo lo que hacemos está mal. Fue un shock, pero necesario”, confesó. Ese espíritu cuestionador y de rápida adaptación ha marcado su trayectoria. La transformación del modelo de Cameron se consolidó con una decisión estratégica: dejar de concebir el campo solo como una fuente de producción de commodities y transformarlo en una unidad de servicios para terceros. “Dispongo de muchos equipos de riego, lo que me permite ser un productor confiable, alguien que puede garantizar producción”, explicó, enfatizando que esa confiabilidad es fundamental para colaborar con clientes exigentes, como semilleros de maíz o industrias que requieren asegurarse provisiones: “Cuando eres confiable, te perciben de otra manera. Un semillero que no logra producir, no tendrá semillas para vender. Por eso, ser confiable lo cambia todo”. Los números son elocuentes. “Un cultivo de maíz irrigado puede generar ingresos de 2000 a 2500 dólares por hectárea. Sin embargo, la semilla producida bajo riego puede alcanzar hasta 30.000 dólares. Ahí la discusión sobre la rentabilidad es totalmente diferente”, afirmó. Hoy, en su campo se cultivan maíz dulce, maíz semillero, trébol blanco y otros cultivos especiales. “Lo menos que hago es lo habitual. Si no veo nada más que hacer, siembro un poco de soja”, relató. Vida rural, familia y legado La vida en Pieres no es solo una decisión productiva, sino también una elección de vida. “Vivimos aquí. Es nuestro único hogar. Eso marca una gran diferencia con otros campos, donde nadie reside y que son visitados solo cinco veces al año por alguien de un pool”, sostuvo. El congreso convoca a conocer las nuevas tecnologíasExpoagro Para Cameron, la presencia constante en el campo es fundamental para mantener el tejido social rural: “Si las personas no viven en los campos, no hay comunidad rural”. Esta forma de vivir también ha sido transmitida a las nuevas generaciones. Junto a su esposa canadiense, criaron cinco hijos, todos con educación secundaria en Canadá. “Las dos mayores residen en el exterior, pero los tres varones han regresado y muestran apego al campo. Eso no se enseña. O lo tienes, o no lo tienes”, afirmó, mencionando que, poco a poco, sus hijos comienzan a involucrarse. Cameron describe su establecimiento como un campo muy activo: “Contamos con 14 equipos de riego, camiones y maquinaria; siempre está sucediendo algo”. La comparación con campos vecinos, que son más pasivos o arrendados, marca la diferencia. “Esto es mucho más participativo. Considero vital que el productor esté presente en el campo, para el sistema rural en su conjunto”, indicó. Parte de esa perspectiva también se construyó a través de viajes: “Realicé dos viajes clave: uno a Nueva Zelanda y otro al estado de Washington, en EE. UU. Regresas con ideas muy distintas a las que manejamos aquí en la pampa húmeda”. La participación de Cameron en el Congreso Aapresid se enmarca en el eje temático “Sistemas Integrados”, que busca ampliar la mirada sobre la diversidad de producciones, mostrando casos reales y experiencias de productores que apuestan por otros sistemas, impulsando la diversificación y la integración. Allí, no solo compartirá un modelo de negocio o decisiones tecnológicas, sino una filosofía: “No se trata solo de producir más. Se trata de estar, participar, construir comunidad y pensar de manera diferente”. En definitiva, la historia de Cameron es un relato que entrelaza pasado, presente y futuro. Un caso que ilustra que la sustentabilidad no se mide solo en términos ambientales, sino también en dimensiones humanas, sociales y culturales. El productor lo resumió de esta manera: “Aquí estamos. Haciendo cosas. Viviendo en el campo. Y tratando de dejar algo mejor para quienes vienen”.
Ver noticia original