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» Comercio y Justicia
Fecha: 09/07/2025 03:24
Por Marcos Sequeira. Tributarista. Mercado Libre, un gigante de la tecnología, un estandarte del éxito argentino a nivel global, decide replegarse de su ciudad natal, al menos en parte de sus operaciones físicas. La razón esgrimida es el “costo tributario”. Si bien el costo tributario es, sin duda, un factor determinante y el detonante público, sería ingenuo pensar que es el único. No obstante, no podemos minimizar su peso. Argentina, y en particular sus provincias, se ha caracterizado por una presión fiscal asfixiante, con una multiplicidad de tributos y una complejidad normativa que desincentivan la inversión y la generación de empleo formal. Mercado Libre es una empresa que opera con márgenes considerables, pero también con una proyección de crecimiento exponencial que requiere eficiencia. Cuando la ecuación entre inversión, riesgo y retorno se ve distorsionada por una carga impositiva desmedida, la decisión empresarial se vuelve evidente. Presión fiscal En Argentina, tenemos una matriz tributaria regresiva y sumamente compleja. En el caso de Mercado Libre, estamos hablando de una empresa de servicios, de base tecnológica. Por lo tanto, se ven afectados por impuestos nacionales como el impuesto a las Ganancias, que con alícuotas elevadas impacta directamente en la rentabilidad. Luego, el Impuesto al Valor Agregado (IVA) es un costo más que se traslada, pero que suma a la carga general. Pero la verdadera “joya de la corona” del desincentivo, a nivel provincial, es Ingresos Brutos, y a nivel municipal, las tasas. Ingresos Brutos y las tasas municipales El impuesto sobre losIngresos Brutos es un tributo distorsivo por excelencia. Se aplica en cascada, gravando cada etapa de la cadena de valor sin permitir deducciones. Esto significa que una empresa puede estar perdiendo dinero y aún así debe pagar el impuesto, lo que erosiona aún más la escasa rentabilidad o profundiza las pérdidas. Para una empresa de comercio electrónico como Mercado Libre, con volúmenes de transacción gigantescos y operaciones en múltiples jurisdicciones, el cálculo y la liquidación de Ingresos Brutos se convierte en una pesadilla administrativa y un costo monumental. Las alícuotas varían de provincia a provincia, y la superposición de jurisdicciones termina generando lo que se conoce como “doble imposición” o incluso “múltiple imposición”, haciendo inviable la operación eficiente. Pensemos que una venta que se inicia en Córdoba, pasa por un centro de distribución en Buenos Aires y termina en Santa Fe, puede generar Ingresos Brutos en las tres jurisdicciones, incluso si la ganancia real es mínima. Pero no podemos dejar de lado el impacto del costo tributario municipal. Las tasas municipales, a diferencia de los impuestos que gravan la capacidad contributiva, se presuponen como contraprestación por servicios municipales. Sin embargo, en muchos casos, se transforman en una recaudación indiscriminada que no guarda relación con el servicio efectivamente prestado o con la capacidad económica del contribuyente. Hablamos de tasas de comercio e industria, seguridad e higiene, habilitación comercial, entre otras, que si bien individualmente pueden parecer menores, en el volumen de una empresa como Mercado Libre, con múltiples instalaciones y operaciones, se convierten en un monto significativo. Además, la discrecionalidad y la complejidad en la aplicación de estas tasas por parte de los municipios, sumado a la falta de transparencia en su uso, contribuyen a la percepción de un ambiente poco amigable para la inversión. Córdoba capital, en particular, ha tenido históricamente una presión fiscal municipal considerable, lo que sin duda ha influido en esta decisión. Córdoba, al igual que muchas otras provincias y municipios, ha dependido históricamente de la recaudación por Ingresos Brutos y tasas municipales para financiar su gasto público. En un contexto de coparticipación federal que se percibe como insuficiente por las provincias, y una inflación que licúa los recursos, la tentación de aumentar las alícuotas o ampliar las bases imponibles de Ingresos Brutos y las tasas es enorme. Sin embargo, esta estrategia es miope y contraproducente a largo plazo. Si bien puede generar ingresos en el corto plazo, termina ahuyentando a los generadores de riqueza y empleo. Es una carrera hacia el fondo. Córdoba, con su potencial en la economía del conocimiento y el talento humano, debería estar a la vanguardia en la creación de un ambiente fiscal amigable, no un obstáculo. El cierre de Mercado Libre debería ser un llamado de atención ensordecedor para las autoridades provinciales y municipales. Eficiencia y previsibilidad, para mantener la inversión Ninguna empresa con la proyección y la visión de Mercado Libre busca evadir sus responsabilidades fiscales. Lo que buscan es eficiencia y previsibilidad. Cuando las reglas de juego cambian constantemente, cuando la carga impositiva es impredecible y excesivamente alta en comparación con otros mercados, y cuando la burocracia para cumplir con las obligaciones tributarias es abrumadora, las empresas evalúan. Y si la evaluación arroja un resultado negativo en una jurisdicción particular, se moverán. No es un capricho; es una decisión empresarial racional para asegurar su supervivencia y crecimiento en un mercado global competitivo. De hecho, es una señal de alerta para la jurisdicción que pierde la inversión. Ley de Promoción de la Economía del Conocimiento (LEC) A nivel nacional, existe la Ley de Promoción de la Economía del Conocimiento (LEC) que busca justamente incentivar la inversión y la creación de empleo en este sector estratégico. La norma ofrece beneficios significativos, como estabilidad fiscal, reducción de la alícuota de Ganancias, eliminación de derechos de exportación para servicios, y beneficios sobre las contribuciones patronales. Es una herramienta poderosa para promover empresas como Mercado Libre. No obstante, la efectividad de esta ley se ve minada por la autonomía provincial y municipal para aplicar impuestos y tasas propios. Es decir, mientras que a nivel nacional se brindan incentivos, a nivel subnacional (provincial y municipal) se mantienen cargas que anulan o disminuyen drásticamente el impacto positivo de la LEC. Esta falta de armonización entre los distintos niveles de gobierno es un problema estructural en Argentina. Una empresa puede gozar de los beneficios de la LEC a nivel nacional, pero si la provincia y el municipio le imponen cargas excesivas, el esquema deja de ser atractivo. Es la historia de la manta corta: lo que se desgrava por un lado, se grava por el otro. Impacto de la medida Es una pérdida multifacética. No solo se pierden empleos directos, que ya es grave, sino que se pierde la oportunidad de desarrollar un ecosistema tecnológico aún más robusto. Mercado Libre no es solo una empresa; es un polo de atracción de talento, de generación de conocimiento, de desarrollo de soluciones innovadoras. Su presencia estimula a startups locales, genera demanda de servicios auxiliares, crea sinergias. Cuando una empresa de esta magnitud decide reducir su presencia física, el efecto dominó es incalculable. Se pierde experiencia, se pierde know-how, se pierde la posibilidad de retener y atraer a nuestros mejores cerebros. Es un drenaje silencioso pero constante de nuestro activo más valioso: la capacidad creativa e innovadora de nuestra gente. Fuga de empresas y el discurso político La hipocresía es una constante en el debate económico argentino. Se habla de fomentar la inversión, de generar empleo, de diversificar la matriz productiva, pero al mismo tiempo se implementan políticas que van en la dirección opuesta. La narrativa muchas veces choca con la realidad de las medidas adoptadas. Existe una especie de lógica invertida donde el Estado, en lugar de ser un facilitador, se convierte en un socio mayoritario silencioso que exige una parte desproporcionada de las ganancias sin asumir riesgos, y que además impone una carga administrativa onerosa. Esta situación genera desconfianza, imprevisibilidad y, en última instancia, empuja a las empresas a operar en la informalidad o a buscar otros horizontes. Es un modelo que asfixia el crecimiento. No es la primera vez que Mercado Libre toma este tipo de decisiones. De hecho, es un patrón de comportamiento de una empresa global que busca eficiencia y estabilidad. Mercado Libre ya ha reestructurado o reducido operaciones en otras provincias argentinas cuando las condiciones fiscales o regulatorias se volvieron desfavorables. No es algo exclusivo de Córdoba. Y más aún, lo que es aún más preocupante es que parte de sus operaciones y desarrollo estratégico ya se han movido fuera del país, particularmente hacia Uruguay. Este movimiento hacia Uruguay, que se dio hace algunos años, no fue casualidad. Fue una decisión estratégica para aprovechar un marco fiscal mucho más predecible y competitivo, con menores cargas tributarias y una mayor estabilidad jurídica. Esto nos demuestra que Mercado Libre no es ajeno a la realidad argentina, y que cuando las condiciones locales se vuelven inviables, no duda en buscar horizontes más favorables. El hecho de que ya hayan tomado este tipo de decisiones en el pasado, tanto a nivel interprovincial como internacional, debería ser una señal de alerta aún más fuerte para Argentina. No se trata de un caso aislado de descontento con Córdoba; se trata de una empresa que, en su búsqueda de eficiencia y competitividad global, se ha visto obligada a diversificar y, en algunos casos, a reubicar sus operaciones fuera de jurisdicciones que la asfixian. Es una prueba empírica de que la combinación de alta presión fiscal, burocracia y falta de previsibilidad en Argentina está expulsando no solo a empresas, sino también a la generación de valor y empleo. La necesidad de una reforma tributaria integral Necesitamos simplificar el sistema, reducir la carga sobre la producción y el empleo formal, y eliminar impuestos distorsivos como Ingresos Brutos. Esto no significa no recaudar, sino recaudar de manera más inteligente y eficiente. Se podría transitar hacia impuestos al consumo o a la renta, pero con alícuotas razonables y una base amplia. En el ámbito provincial y municipal, es crucial revisar y armonizar las cargas tributarias con los incentivos nacionales. No tiene sentido una Ley de Economía del Conocimiento si luego las provincias y municipios neutralizan sus beneficios con sus propios impuestos y tasas. Se necesita un acuerdo federal para establecer un techo a las cargas subnacionales para estas industrias. Segundo, es crucial generar estabilidad macroeconómica. La inflación crónica y la volatilidad cambiaria son veneno para la inversión a largo plazo. Necesitamos un plan económico consistente y predecible. Tercero, reducir el gasto público improductivo. El tamaño del Estado y su ineficiencia son una de las principales razones detrás de la necesidad de una presión fiscal tan elevada. Cuarto, desburocratizar. Los trámites, permisos y regulaciones innecesarias son un costo oculto y un freno para cualquier emprendimiento. Y quinto, y no menos importante, cambiar la narrativa y la cultura anti-empresa. Necesitamos entender que la riqueza y el empleo se generan en el sector privado, y que las empresas no son el enemigo, sino los motores del progreso. En el caso de Córdoba, podrían liderar con una ley de promoción de la economía del conocimiento con beneficios fiscales reales y estables, garantizados por ley por muchos años, no solo por decreto. Necesidad de certezas La falta de un horizonte previsible es quizás el mayor problema que enfrentamos. Los inversores, tanto locales como extranjeros, necesitan certeza. Necesitan saber cuáles serán las reglas de juego no solo el año que viene, sino dentro de cinco o diez años. Cuando el plan económico se redefine cada dos o tres años, o incluso con cada cambio de ministro o de gobierno, la inversión se retrae. Mercado Libre, como cualquier gran empresa, planifica a largo plazo. Si las condiciones macroeconómicas y fiscales son un constante factor de incertidumbre, es natural que opten por trasladar operaciones a lugares donde sí existe esa estabilidad. La credibilidad y la confianza son intangibles, pero son el cimiento de cualquier desarrollo económico sostenible. Mercado Libre, por su envergadura, genera un ruido mediático considerable, pero no es la única empresa que evalúa constantemente su ecuación de costos y beneficios en Argentina. Muchas empresas, más pequeñas o con menor visibilidad, ya han tomado decisiones similares, reduciendo operaciones, congelando inversiones o directamente emigrando. El sector de la economía del conocimiento, en particular, es altamente móvil. Su principal activo es el talento, y el talento puede trabajar desde cualquier lugar del mundo. Si las condiciones locales son desfavorables, es lógico que busquen mejores oportunidades. El cierre de Mercado Libre debe ser visto como una señal de alarma, no como un caso aislado. Si no se toman medidas urgentes y profundas, sí, podríamos asistir a un drenaje gradual pero constante de empresas y, lo que es peor, de talento. Las noticias sobre la salida o reducción de operaciones de empresas emblemáticas como Mercado Libre resuenan a nivel internacional. Envían un mensaje inequívoco: “Argentina es un país de alto riesgo para la inversión”. Esto no solo ahuyenta a posibles nuevos inversores, sino que también dificulta la obtención de financiamiento y la integración en cadenas de valor globales. La imagen de un país con regulaciones cambiantes, alta inflación, inestabilidad macroeconómica y una presión fiscal asfixiante es la que prevalece, a pesar de nuestros recursos naturales y nuestro capital humano. Córdoba, que ha trabajado mucho para posicionarse como un polo tecnológico, recibe un golpe directo a su reputación. Reconstruir esa confianza y esa imagen llevará mucho tiempo y requerirá un compromiso serio con reformas estructurales. Conclusión La obsesión por la recaudación a cualquier costo está matando la gallina de los huevos de oro. No se puede pretender construir un país desarrollado y competitivo si se castiga sistemáticamente a la producción, a la inversión y al talento. La salida de Mercado Libre de sus oficinas en Córdoba no es un simple ajuste empresarial; es un síntoma grave de un modelo económico fallido, replicado en distintos niveles de gobierno. La existencia de una Ley de Economía del Conocimiento a nivel nacional se vuelve inocua si las jurisdicciones subnacionales no la acompañan. Es hora de dejar de lado la retórica populista, los parches cortoplacistas y las soluciones mágicas, y sentarse a diseñar un plan serio, consistente y predecible que fomente la inversión, simplifique la vida del que produce y genere un ambiente de confianza. Si no lo hacen, no habrá Mercado Libre que cierre, sino que no habrá ni siquiera empresas que quieran abrir. Es una cuestión de supervivencia económica.
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