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Concordia » Despertar Entrerriano
Fecha: 09/07/2025 00:20
Con más de 25 años de trayectoria, Miguel Ángel Thea es mucho más que un observador del clima: es testigo y parte de una profesión que combina ciencia, tecnología y compromiso social. Nacido y formado en Concordia, estudió en el Instituto de Formación Ezeiza de la Fuerza Aérea Argentina y desde entonces dedica su vida a medir, registrar y analizar los fenómenos meteorológicos que impactan directamente en la vida cotidiana de todos. En esta edición N° 127 de “Entrevistados”, Thea comparte con Despertar Entrerriano cómo surgió su fascinación por las tormentas eléctricas, qué significa realmente ser meteorólogo, cómo es el trabajo diario en una estación meteorológica, y de qué manera el cambio climático obliga a repensar la tarea profesional. ¿Cómo arranca tu historia con la meteorología? “Fin de la década del 90 me fui a estudiar al Instituto de Formación Ezeiza de la Fuerza Aérea, la carrera de meteorólogo. Era un año y me recibí como observador meteorológico de superficie, y fui destinado acá a Concordia, que soy de acá. En la Estación Meteorológica empecé mi camino como profesional en la meteorología.” ¿Qué fue lo que te motivó? “Lo que más me llamaba la atención eran los distintos fenómenos, pero sobre todo las tormentas eléctricas. Quería comprenderlas, entenderlas, estudiarlas… hasta el día de hoy, después de 25 o 26 años, me siguen fascinando. En el camino fui conociendo otros fenómenos, pero siempre me atraparon las tormentas.” ¿Cómo es un día de trabajo? ¿Qué hace realmente un meteorólogo? “Nosotros somos un eslabón en la cadena que termina en el pronóstico del tiempo. En la oficina de la Estación Meteorológica en Concordia, cada tres horas tenemos que observar y registrar temperatura, humedad, hacer cálculos de presión, ver el estado del cielo: qué tipo de nubes hay, a qué altura, cuánta cantidad, visibilidad y si hay algún fenómeno meteorológico que reduzca la visibilidad o sea peligroso para la aviación. También registramos ráfagas de viento, niebla, neblina, tormentas eléctricas, lluvia, llovizna… todo eso se anota en una libreta y se transmite al Servicio Meteorológico Nacional. Y además está la parte privada: trabajamos haciendo informes para productores agrícolas, por ejemplo, para ver cómo se presentarán las lluvias, si la cosecha se verá afectada, o para empresas constructoras que necesitan saber qué días son más óptimos para trabajar.” Con tantos años en el rubro qué cambios hubo con el estudio de la meteorología a hoy “Ha evolucionado muchísimo. Antes las imágenes satelitales eran en blanco y negro; hoy las tenemos en color, con mayor resolución y velocidad. El Servicio Meteorológico Nacional cuenta con computadoras muy potentes —únicas en Sudamérica— que permiten hacer pronósticos más precisos hasta siete días. Se sigue haciendo cálculo matemático, pero con la ayuda enorme de la tecnología. También se nota el cambio climático: tormentas más severas, olas de calor o de frío más prolongadas… sobre todo las olas de calor.” ¿Cuáles son los mayores desafíos del oficio? “El mayor desafío es llevar la meteorología al común de la gente, que todos podamos entenderla. No quedarnos solo con que “hay alerta” sino saber qué significa, qué hacer. Por ejemplo, si hay alerta amarilla o naranja por tormenta, no es solo “ver qué pasa”. Hay que consultarlo, hablar con profesionales, chequear el pronóstico del Servicio Meteorológico Nacional. Y actuar: si vivís en un departamento y hay alerta por ráfagas de viento, sacar las macetas del balcón, cuidar las mascotas. Porque esas alertas indican riesgos reales para la vida.” Si alguien que te ve se entusiasma y quiere ser meteorólogo, ¿qué le aconsejarías? “Que se anime y estudie. Hay distintos caminos: el Servicio Meteorológico Nacional abre inscripciones cuando necesita nuevos profesionales, y se estudia en el Instituto Ezeiza. Las prácticas se hacen en aeropuertos y estaciones meteorológicas. También está la carrera de Ciencias de la Atmósfera en universidades como La Plata y San Luis, donde podés hacer licenciatura, posgrado y hasta doctorado. Son muy buenas carreras y tienen distintas ramas: estudios de océano, clima, pronóstico, investigación… incluso ir a la Antártida a medir cómo impacta el cambio climático.” ¿Volverías a elegir esta carrera? “Sí, sí, sin dudarlo la volvería a elegir, porque para mí la meteorología no es solo un trabajo: es una vocación, una pasión que me acompaña desde que era chico y veía las tormentas eléctricas que me dejaban hipnotizado. Con el paso de los años fui entendiendo que mirar el cielo es también cuidar lo que pasa acá abajo, en la tierra, que es donde vivimos todos. Hoy, después de más de 25 años, sigo sintiendo esa misma curiosidad y esa misma responsabilidad. Porque el meteorólogo no solo observa y anota datos: esos datos se transforman en alertas, en pronósticos que pueden salvar vidas, ayudar a que un productor tome decisiones para no perder una cosecha, o que una obra se planifique mejor y con seguridad. Te invitamos a ver lo más destacado de la entrevista a través de los reels en redes sociales, buscanos como: Despertar Entrerriano.
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