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  • El "Partido Americano" de Musk reaviva el debate del tercero en discordia en EE.UU.

    Concepcion del Uruguay » Miercoles Digital

    Fecha: 08/07/2025 12:26

    Por su pelea con Trump, el magnate anunció la creación de una nueva agrupación política para competir con republicanos y demócratas. Qué dice la historia de las vías alternativas. ¿Hay chances de que la aventura del sudafricano rompa con 200 años de bipartidismo? Por GABRIEL MICHI (*) Hace exactamente 200 años, en 1825, se produjo un quiebre en la historia de los Estados Unidos de Norteamérica que marcaría para siempre su historia: se fracturó el Partido Republicano-Demócrata, que había conducido los destinos de país ininterrumpidamente desde el año 1801. Tres años después, en 1828, los demócratas llevaron a su primer candidato presidencial, Andrew Jackson, quien obtuvo la victoria y gobernó hasta 1837. Desde ese entonces hasta hoy hubo en estos dos siglos 16 presidentes demócratas y 19 republicanos, en ambos casos con algunas figuras que encabezaron dos mandatos. Y gobernaron, llamativamente, la misma cantidad de años: 92 cada uno de los partidos en cuestión. La primera vez que un republicano ocupó la Presidencia fue entre 1861 y 1865, con Abraham Lincoln. Antes de eso y desde la llegada al poder de Jackson, los demócratas dominaron la escena política ganando todas las elecciones presidenciales, hasta 1848 cuando el partido Whig (antepasado de los primeros republicanos) obtuvo la Primera Magistratura de la mano de Zachary Taylor. Pero luego sobrevendría un escenario que se repite hasta hoy, en el que la escena política en los Estados Unidos estuvo repartida entre republicanos y demócratas, no dejando margen a que ninguna tercera opción tenga chances electorales verosímiles y reales. Casi todas las expresiones que han surgido fueron meros espacios testimoniales. Ahora, en medio de una puja fenomenal entre el actual presidente Donald Trump y Elon Musk, el magnate lanzó el Partido Americano, una formación con la que pretende capitalizar el descontento de amplios sectores con la política tradicional estadounidense y, de paso, asestarle un duro golpe a su otrora socio político con quien terminó muy mal. ¿Podrá hacerlo? La aventura del magnate sudafricano parece más un capricho de hombre rico -de hecho, es el poseedor de la mayor fortuna del planeta- que una opción concreta para cambiar la arraigada historia del bipartidismo en los EE.UU. La ruptura total entre Trump y su principal financista de campaña (que invirtió 300 millones de dólares para promocionar a su candidato), quedó más al desnudo cuando este fin de semana Elon Musk anunció la formación de ese nuevo partido político, para así sellar su total rechazo al proyecto de ley fiscal (del presidente) que acaba de ser aprobado por el Congreso y que, según el magnate, llevaría a EE.UU. a la quiebra. Con la grandilocuencia que lo caracteriza, el dueño de Tesla, Space X y "X" (ex Twitter) aprovechó el impulso que le dio la encuesta que realizó entre los seguidores de su red social sobre si se debería crear un nuevo partido político estadounidense, y la aprobación arrasadora que tuvo entre sus fieles. Fue entonces cuando Musk publicó: "hoy, el Partido América se forma para devolverles su libertad". Y agregó: "¡Por un factor de 2 a 1, si quieres un nuevo partido político, lo tendrás!". Imposible separar esa situación de un hecho concreto: el día anterior Trump firmó su autoproclamado "grande y hermoso" proyecto de ley de recortes de impuestos y gastos, al que Musk se opuso ferozmente y por el que se fue del Gobierno, luego de conducir el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), la oficina que impuso recortes en el Estado que dejaron a miles de empleados públicos en la calle. El divorcio entre ambos puede implicarle miles de millones de dólares en pérdidas a las compañías que conduce Musk, en particular los beneficios que reciben del Estado a través de subsidios (Tesla) o contratos multimillonarios (Space X). Eso y la nueva aventura política del magnate con su flamante agrupación está generando mucho ruido entre los accionistas de sus empresas que temen porque sus intereses se vean afectados. El mismo día del anuncio de Musk, la firma de inversión Azoria Partners pospuso la cotización de un fondo que capitaliza en la bolsa de Tesla. James Fishback, CEO de Azoria, pidió a la Junta Directiva de la empresa de autos eléctricos que aclare las ambiciones políticas de Elon y dijo que el nuevo partido "socava la confianza" que tenían los accionistas de que ahora el sudafricano se centraría más en la compañía, después de abandonar el servicio gubernamental en mayo pasado. Sin embargo, Musk no parece amilanarse y sostuvo que con la creación del Partido Americano gastaría dinero para desbancar a los legisladores que apoyaran el proyecto de ley que finalmente fue aprobado. Algo que empezó a preocupar a los republicanos con vista a las elecciones legislativas de mitad de período de 2026. Nadie tiene dudas de que la disputa entre el hombre más rico y el más poderoso del mundo, va a traer más consecuencias. Pero, a pesar de contar con miles de millones de dólares, la aventura de Musk de romper el duopolio republicano-demócrata no será una tarea fácil, dado que ha dominado la vida política estadounidense durante más de 160 años, sin contar los otros 40 donde los "azules" fueron la voz hegemónica casi exclusiva hasta la llegada de los "rojos". A tal punto que, cuando asomó una tercera opción, hubo estrategias (de unos y otros) para absorber las voces disidentes, ya sea tomando algunas de sus ideas o a cooptando a sus figuras: el caso más reciente y sonado fue el de Robert Kennedy Jr. (hijo del ex senador "Bobby" Kennedy y sobrino del ex presidente John Fitzgerald Kennedy, ambos asesinados en los años '60), quien luego de romper con la tradición familiar demócrata y postularse como "independiente", se sumó a la candidatura de Donald Trump y hoy es su secretario de Salud. Por otro lado, el índice de aprobación del presidente en las encuestas en su segundo mandato se han mantenido generalmente por encima del 40%. Todo eso parece jugarle en contra a las ambiciones políticas del sudafricano de crear una tercera vía exitosa. Vale decir que no es la primera vez que aparece un partido político que busca romper con la dicotomía entre demócratas y republicanos (sin mucho apoyo). Los terceros partidos son más comunes en las nominaciones presidenciales y, si bien los candidatos nunca ganan las elecciones, pueden influir en ellas mediante la división del voto y otros impactos. Sin embargo, esa hegemonía de las dos cabezas es tan grande que ha hecho que en la historia el 98% de todos los escaños estatales y federales se los hayan repartido entre demócratas y republicanos. Como se mencionó, ningún candidato de un tercer partido ha ganado la Presidencia desde que el Partido Republicano se convirtió en el segundo partido mayoritario. Desde entonces, un candidato de un tercer partido ganó Estados en cinco elecciones: 1892 , 1912 , 1924 , 1948 y 1968. 1992 fue la última vez que un candidato de un tercer partido quedó en segundo lugar en cualquier Estado, y 1996 fue la última vez que un candidato de un tercer partido obtuvo más del 5% de los votos a nivel nacional: se trató de Ross Perot que con el Partido Reformista cosechó el 8,4% de los apoyos en las elecciones presidenciales (unos 8 millones de voluntades), en unos comicios que ganó el demócrata Bill Clinton (49%, 47 millones) sobre el republicano Bob Dole (40%, 39 millones). Sin embargo, hubo tres presidentes de los EE.UU. que, al momento de ser elegidos, no tenían una afiliación a un partido importante: George Washington (primer presidente que gobernó entre 1789 y 1797), John Tyler (1841-1845) y Andrew Johnson (1865-1869). De ellos, sólo Washington cumplió todo su mandato como "independiente". Además, ninguno de los otros dos fue elegido presidente sino que fueron vicepresidentes que ascendieron al cargo tras la muerte del primer mandatario, y ambos se convirtieron en "independientes" porque eran impopulares dentro de sus partidos. Hay expresiones políticas que suelen presentarse en muchas elecciones y con apoyos relativos en determinados distritos. Entre ellos figuran los Verdes, Libertarios, que han elegido legisladores estatales y funcionarios locales. Para 1912, el Partido Socialista había elegido a cientos de funcionarios locales en 169 ciudades de 33 Estados: si ha habido gobernadores elegidos como independientes y de partidos como el Progresista, el Reformista, el Campesino-Laborista, el Populista y el de la Prohibición. En 1998, el luchador Jesse Ventura fue elegido gobernador de Minnesota por la candidatura del Partido Reformista. En tanto, el senador Joe Lieberman se postuló y ganó la reelección al Senado como "demócrata independiente" en 2006 tras perder las primarias demócratas. La última vez que un candidato de un tercer partido ganó en algún Estado en una carrera presidencial fue George Wallace en Alabama, en 1968, mientras que el último candidato de un tercer partido en terminar en segundo lugar o mejor fue el segundo lugar del ex presidente Teddy Roosevelt en la lista del Partido Bull Moose en 1912. Otro caso fue el de Bill Walker, quien tras perder las primarias republicanas en 2010 de Alaska}}. se unió a un candidato demócrata y se alzó con el triunfo como "independiente". Ese mismo año, la senadora Lisa Murkowski ganó la reelección como candidata "independiente" tras perder las primarias republicanas ante un candidato del Tea Party. En las elecciones del año pasado, en las que resultó electo el republicano Donald Trump tras derrotar a la demócrata Kamala Harris hubo otros partidos, con muy poca prensa, que también se presentaron. El Partido Libertario obtuvo 704.456 votos (0,44%); el Verde cosechó 249.276 voluntades (0,13%); el Conservador de Nueva York, se quedó con 164.836 sufragios (0,10%) y Paz y Libertad se llevó 138.238 apoyos (0,09%). Es decir que existieron más de 1,2 millones de estadounidenses que eligieron a un candidato a presidente que no era ni demócrata ni republicano. A ese público y a otros que están enojados con la realidad política del país y que ya no quieren ese bipartidismo que gobierna desde hace tanto tiempo, es que apunta Elon Musk con la creación de una nueva expresión política: el Partido Americano. El sueño de un magnate sudafricano que parece una utopía. O un capricho del hombre más rico del planeta. (*) Artículo originalmente publicado en mundonews.com.ar. Se reproduce por gentileza de su autor. Esta nota es posible gracias al aporte de nuestros lectores Sumate a la comunidad El Miércoles mediante un aporte económico mensual para que podamos seguir haciendo periodismo libre, cooperativo, sin condicionantes y autogestivo. Deja tu comentario comentarios

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