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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 07/07/2025 18:31
La revolución de la inteligencia artificial ha dado lugar a una fractura inédita en el acceso a la infraestructura tecnológica. El futuro de la inteligencia artificial (IA) se está definiendo en gigantescos centros de datos, pero solo una minoría de países tiene acceso a esta infraestructura crítica. Mientras en Texas, OpenAI levanta un complejo de 60.000 millones de dólares que rivaliza en tamaño con el Central Park de Nueva York, en Argentina, uno de los centros de IA más avanzados opera en una sala adaptada de una universidad, con cables enredados y chips obsoletos. Esta disparidad ilustra una nueva brecha digital global, donde Estados Unidos, China y la Unión Europea concentran el poder de cómputo, dejando a regiones como América Latina y África en una posición de desventaja tecnológica. Según informó The New York Times, la distribución desigual de los centros de datos de IA amenaza con profundizar la dependencia, limitar el desarrollo científico y condicionar la soberanía digital de la mayoría de los países. Ampliación de la brecha: cifras y distribución global de centros de datos de IA La revolución de la inteligencia artificial ha dado lugar a una fractura inédita en el acceso a la infraestructura tecnológica. De acuerdo con datos recopilados por investigadores de la Universidad de Oxford y citados por The New York Times, solo 32 países, aproximadamente el 16% de las naciones del mundo, cuentan con centros de datos especializados en IA. Estas instalaciones, repletas de microchips y servidores de alto rendimiento, constituyen la base para desarrollar los sistemas de IA más avanzados. Estados Unidos y China dominan este escenario: empresas de ambos países gestionan más del 90% de los centros de datos utilizados globalmente para trabajos de IA. En cifras, compañías estadounidenses operan 87 centros de cómputo de IA, lo que representa casi dos tercios del total mundial, mientras que las firmas chinas controlan 39 y las europeas apenas seis. La mayoría de los chips empleados en estos centros provienen de Nvidia, el fabricante estadounidense que lidera el mercado de procesadores gráficos esenciales para la IA. OpenAI está copnstruyendo un complejo de 60.000 millones de dólares que rivaliza en tamaño con el Central Park de Nueva York (Bbloomberg) En contraste, África y América Latina apenas figuran en el mapa de la infraestructura de IA. India cuenta con al menos cinco centros y Japón con cuatro, pero más de 150 países carecen por completo de estas instalaciones. The New York Times subraya que la magnitud de los nuevos centros de datos supera ampliamente a la de sus predecesores, que se destinaban a tareas más simples como el correo electrónico o el streaming de video. Los actuales requieren inversiones multimillonarias y una infraestructura energética y tecnológica que pocos países pueden ofrecer. Consecuencias de la desigualdad: impacto en desarrollo científico, retención de talento y dependencia tecnológica La concentración de centros de datos de IA tiene efectos directos en el desarrollo científico, la innovación empresarial y la capacidad de los países para retener talento. Las naciones sin acceso a esta infraestructura enfrentan límites en la investigación, el crecimiento de empresas emergentes y la formación de especialistas. Nicolás Wolovick, profesor de informática en la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, describió la situación con crudeza: “Todo se está dividiendo más. Estamos perdiendo”, declaró al The New York Times. Solo 32 países cuentan con centros de datos de IA, mientras América Latina y África enfrentan desafíos históricos para lograr autonomía tecnológica (Imagen Ilustrativa Infobae) La brecha también se traduce en una dependencia creciente de corporaciones y gobiernos extranjeros. Los sistemas de IA más utilizados, como los chatbots impulsados por OpenAI, muestran mayor precisión en inglés y chino, reflejando la concentración del poder de cómputo en esos países. Las grandes tecnológicas aprovechan su acceso privilegiado para procesar datos, automatizar tareas y desarrollar nuevos servicios, mientras que los avances científicos, desde el descubrimiento de fármacos hasta la edición genética, dependen de la capacidad de cómputo. En Argentina, la falta de recursos obliga a los mejores estudiantes a emigrar en busca de oportunidades. “A veces quiero llorar, pero no me rindo”, confesó Wolovick, quien insiste en la necesidad de más procesadores gráficos para competir en el ámbito internacional. En Kenia, la empresa emergente Qhala, fundada por la exingeniera de Google Shikoh Gitau, desarrolla un modelo de lenguaje basado en idiomas africanos, pero debe alquilar capacidad de cómputo en centros de datos fuera del continente. “La proximidad es esencial”, afirmó Gitau, subrayando que la distancia incrementa los costos y reduce la eficiencia. Factores que agravan la brecha: microchips, costos e influencia de las grandes tecnológicas El acceso a los microchips, en particular las unidades de procesamiento gráfico (GPU), es uno de los principales factores que profundizan la desigualdad. Estos chips, fabricados mayoritariamente por Nvidia, requieren fábricas valoradas en miles de millones de dólares y se instalan por miles en los centros de datos. La demanda ha disparado los precios y ha generado una competencia feroz por asegurarse el suministro. Sam Altman, CEO de OpenAI (Reuters) La construcción y operación de centros de datos de IA implica además un consumo masivo de energía y agua, lo que limita aún más la capacidad de los países menos desarrollados para participar en la carrera tecnológica. Según The New York Times, alquilar poder de cómputo en centros lejanos es una práctica común, pero conlleva desafíos como altos costos, velocidades de conexión más bajas, problemas legales y una vulnerabilidad ante las decisiones de empresas estadounidenses o chinas. Chris Lehane, vicepresidente de OpenAI, advirtió sobre el riesgo de que los beneficios de la IA no se distribuyan de manera equitativa: “Los beneficios no se distribuyen ampliamente, no se democratizan”, señaló en declaraciones recogidas por The New York Times. Kate Kallot, fundadora de la empresa emergente keniana Amini y exdirectiva de Nvidia, resumió el dilema: “Si no tienes los recursos de cómputo para procesar los datos y construir tus modelos de IA, no puedes avanzar”. Implicaciones geopolíticas: influencia de EEUU y China, restricciones y competencia regional La concentración de la infraestructura de IA ha adquirido una dimensión geopolítica. Estados Unidos y China no solo controlan la mayoría de los centros de datos, sino que también utilizan su posición para influir en otras regiones. Las administraciones de Joe Biden y Donald Trump han impuesto restricciones comerciales para decidir qué países pueden adquirir chips avanzados, seleccionando así a los “ganadores” en la carrera tecnológica. China, por su parte, ha promovido la venta de equipos y centros de datos mediante préstamos estatales. La competencia por procesadores gráficos y la inversión multimillonaria en centros de datos profundizan la desigualdad tecnológica global (Imagen Ilustrativa Infobae) En el Golfo Pérsico y el sudeste asiático, la competencia se ha intensificado. Empresas chinas y estadounidenses como Amazon, Alibaba, Nvidia y Google construyen centros de datos en Singapur, Malasia, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos. En un acuerdo reciente, una empresa emiratí se comprometió a excluir tecnología china a cambio de acceso a chips estadounidenses de Nvidia y Microsoft. Incluso países aliados de Estados Unidos se han quedado fuera de la carrera por las restricciones comerciales. El presidente de Kenia, William Ruto, visitó Washington en 2023, pero meses después su país no figuraba entre los autorizados para acceder a semiconductores clave. Esta exclusión ha abierto la puerta a la tecnología china, aunque los expertos consideran que los chips chinos aún están rezagados respecto a los estadounidenses. Vili Lehdonvirta, profesor de Oxford y autor del estudio sobre centros de datos, comparó la situación con la influencia de los países petroleros: “Los países productores de petróleo han tenido una influencia desproporcionada en los asuntos internacionales; en un futuro impulsado por la IA, los productores de cómputo podrían tener algo similar, ya que controlan el acceso a un recurso crítico”. Iniciativas para cerrar la brecha Ante la alarma por la concentración del poder de IA, varios países y regiones han lanzado iniciativas para reducir la brecha. El objetivo es crear una “IA soberana” accesible para empresas e instituciones locales. Brasil ha anunciado una inversión de 4.000 millones de dólares en proyectos de IA, mientras que India subsidia la creación de modelos adaptados a sus lenguas y la infraestructura necesaria. En África, los gobiernos discuten la creación de centros de cómputo regionales. Europa, preocupada por la dependencia de empresas estadounidenses, ha presentado un plan de inversión de 200.000 millones de euros para proyectos de IA, incluyendo nuevos centros de datos en los 27 países de la Unión Europea. Mathias Nobauer, director ejecutivo de Exoscale, proveedor suizo de servicios en la nube, reconoció que reducir la dependencia de la tecnología estadounidense llevará tiempo. A pesar de estos esfuerzos, The New York Times advierte que cerrar la brecha probablemente requerirá la colaboración de Estados Unidos o China, dada su posición dominante en la producción de chips y la construcción de centros de datos.
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