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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 07/07/2025 04:38
Altri tempi: Donald Trump y Elon Musk frente a un Tesla Model S en los jardines de la Casa Blanca Podría decirse que una situación de preguerra, como parece vivir el mundo, explica estas tensiones. Pero es una afirmación discutible. La convergencia de Donald Trump, Benjamin Netanyahu y el ayatolá Alí Khamenei en un mismo momento, en las decisiones más relevantes en los escenarios bélicos, quita flexibilidad a las soluciones. Hay un cuarto protagonista que se encuentra abiertamente en guerra y es Vladimir Putin, que comparte este tipo de personalidad. En un juego contrafáctico, ¿qué hubiera pasado en 2010, cuando Putin ocupó Crimea, si tenía enfrente no a Ángela Merkel y Obama, sino a Donald Trump? Hoy se critica mucho a los líderes occidentales de entonces por no haber defendido a Ucrania. Es una crítica válida porque en 1993 Washington, Londres y Moscú firmaron el Tratado de Minsk por el cual los tres países se comprometían a defender la integridad territorial de Ucrania, a cambio de que este país entregara sus armas nucleares -era el país de la ex URSS que más poseía entonces-. Ucrania cumplió su parte, pero los garantes no. Posiblemente en aquel momento Putin conocía bien las personalidades de Obama y Merkel y apostó acertadamente a que no iban a reaccionar. La relación de fuerzas en lo militar hace quince años, en 2010, era más favorable que ahora para los países occidentales. Pero Obama y Merkel prefirieron evitar una eventual guerra y salvar la teoría de que las relaciones económicas intensas aventarían el riesgo de conflictos bélicos. Ahora el juego y la influencia de las personalidades se hace presente con fuerza en la guerra desatada no ya en el campo militar, sino en la lucha de poder interna en Estados Unidos. En una actitud agresiva, Elon Musk criticó a los cincuenta senadores y el vicepresidente por votar a favor del proyecto presupuestario de Trump, que había desencadenado la salida del empresario del Gobierno. Cabe señalar que hubo media docena de senadores del oficialismo que no votaron el proyecto del presidente. Musk dijo que los que se mantuvieron leales a Trump “perderán sus primarias el año que viene, aunque sea lo último que haga en esta tierra”. FOTO DE ARCHIVO: El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y Elon Musk asisten a una rueda de prensa en el Despacho Oval de la Casa Blanca en Washington, Estados Unidos, el 30 de mayo de 2025. REUTERS/Nathan Howard/File Photo Es decir, Musk ratificó que seguirá en la política estadounidense, pero con una actitud aún más fuerte. El empresario venía diciendo a los legisladores oficialistas que aprobar el proyecto presupuestario de Trump era un “suicidio político para los republicanos”, agregando que “a cada miembro del Congreso que hizo campaña con la bandera de disminuir el rojo fiscal y ahora vota por el mayor incremento de deuda de la historia, debería caérsele la cara de vergüenza”. Musk agregó: “¿De qué sirve que DOGE -el organismo estatal que encabezaba en la administración Trump para achicar el Estado- ahorre ciento sesenta mil millones de dólares cuando este programa fiscal aumenta el techo de la deuda en cinco billones? Se burla del trabajo”. Pero la respuesta de Trump fue terminante y agresiva, en línea con su personalidad. Sugirió que Musk perdería los subsidios para sus empresas tecnológicas que trabajan con el Estado y que hasta podría ser deportado a Sudáfrica, su país natal. “Ha recibido más subsidios que cualquier otra persona en la historia, y sin subsidios, probablemente tendría que cerrar y regresar a su país. Si se acaban los subsidios, se acabarán también los lanzamientos de cohetes, los satélites y la producción de autos eléctricos. Ahorraríamos una fortuna”, dijo el presidente. También agregó que Musk “sabía mucho antes de apoyarme con tanta vehemencia como presidente, que me oponía firmemente a los vehículos eléctricos”. Continuó criticando los autos de Tesla, afirmando que “está bien, pero no todo el mundo debería estar obligado a tener uno” y diciendo “yo mismo no tendría uno por el riesgo que tienen de explotar”. Las personalidades de Trump y Musk no sólo ponen en riesgo el proyecto republicano que ha comenzado, sino también la alianza en la cual se sustenta y donde tiene un rol decisivo el sector tecnológico. No es fácil sustituir al empresario. Al iniciarse la crisis con el titular el SpaceX, Trump pensó que podría sustituirlo por Jeff Bezos, el dueño de Amazon y Blue Origin y segundo beneficiario de los subsidios de la NASA. Pero es difícil que lo haga, ya que éste carece de la experiencia, conocimiento y la innovación que caracterizan a Musk. Además Bezos acaba de organizar un casamiento en Venecia que ha deteriorado su imagen. Donald Trump pensó en el fundador de Amazon, Jeff Bezos, como posible interlocutor empresarial en reemplazo de Elon Musk (REUTERS/Manuel Silvestri) Pero Musk amenazó con crear un nuevo partido político y dividir por esta vía a los republicanos. Se trata de una iniciativa peligrosa para Trump, que acaba de aprobar su proyecto presupuestario en el Senado con el voto del vicepresidente para desempatar. El proyecto volvió a la Cámara de Representantes y la mayoría republicana se redujo a sólo cuatro legisladores sobre más de cuatrocientos, es decir, doscientos dieciocho votos a favor y doscientos catorce en contra. Pero el problema es hacia adelante. Musk parece tener intención y posibilidad de complicar la gobernabilidad de Trump si logra cambiar la opinión de unos pocos legisladores. Piensa en una gran coalición de republicanos y demócratas que anule el bipartidismo que ha caracterizado al funcionamiento de los partidos estadounidenses desde fines del siglo XVIII. Desde esta perspectiva, sería un proyecto amenazante para la conducción de ambas fuerzas políticas. La mayor amenaza que significa el enfrentamiento Trump-Musk para la estrategia de largo plazo estadounidense se da en la carrera espacial. El empresario trabaja para que un astronauta estadounidense pise Marte en 2030 y que dos décadas después, en 2050, el país tenga un establecimiento humano permanente en dicho planeta. Esto resulta clave para que Estados Unidos en el largo plazo mantenga su preeminencia global. En esta carrera, Estados Unidos le lleva diez años de ventaja a China y veinte a la India, que es el tercer país. Sobre esta situación sería el impacto más importante que sufriría Estados Unidos en esta confrontación de dos personalidades. De todos los problemas que enfrenta Trump -los conflictos bélicos internacionales, la marcha de la economía y las dudas de algunos de sus legisladores-, la ruptura con Elon Musk quizás sea el más difícil, mirando hacia el largo plazo. [El autor es director del Comité de Fuerzas Armadas y Política Exterior del CARI]
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