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  • La historia de Juan y Sultán: el amor incondicional que resistió hasta el final

    » Tumisiones

    Fecha: 06/07/2025 09:42

    Una historia de amor, abandono y dignidad entre un hombre en situación de calle y su perro ha conmovido a Mendoza Juan Carlos Leiva, de 51 años, vivió los últimos siete años en las calles del centro de la capital mendocina, siempre acompañado de su fiel compañero: Sultán, un perro mestizo que no se despegaba de su lado ni siquiera en la agonía. El sábado 26 de mayo, Juan fue convencido por dos vecinas solidarias, María del Carmen Navarro y María del Valle, de trasladarse al Hospital Central. Estaba descalzo, tirado en la vereda y apenas podía respirar. Pero Juan no aceptaba irse si no podía llevar con él a Sultán. Fue entonces que María del Carmen prometió cuidar al perro. “Solo así aceptó ir al hospital”, contó la mujer, empleada de limpieza que todos los días lo asistía con comida y abrigo. El viaje fue desgarrador. Juan, ya sin fuerzas, subió al auto de una vecina junto a su perro, que no se despegó de su espalda. En el baúl, sus únicas pertenencias: una goma espuma, un bolso con el cierre roto y un par de mantas. Al llegar al hospital, debieron ingresar a pie porque no les permitieron entrar por la guardia. Sultán aullaba desde el coche, desesperado por no perder de vista a su dueño. Horas antes, una ambulancia estatal lo había atendido, pero se negó a trasladarlo porque, según el protocolo, debía acudir por sus propios medios. Además, no tenía DNI físico, pero María del Carmen intercedió: “Se acuerda el número, por favor, atiéndanlo”. Y hubo compasión. Juan quedó internado en terapia intensiva. Sufría EPOC, neumonía y problemas cardíacos severos. Dos días después fue trasladado al hospital Scaravelli, en Tunuyán, donde falleció el 4 de junio. Nunca recibió visitas, ni apareció un familiar. Solo María del Carmen llamaba a diario para preguntar por él. “Me avisaron que había muerto. Lloré mucho”, contó. Hasta hoy, el cuerpo de Juan permanece en la morgue. Sin DNI físico, se aguarda la identificación por huellas para intentar contactar a algún familiar. Si nadie aparece, será sepultado por el Estado. “Nos gustaría despedirlo, llevarle flores, o al menos esparcir sus cenizas en un parque con flores”, sueña María del Carmen, quien le cumplió su última promesa: cuidar a Sultán. Sultán, un nuevo comienzo En medio del dolor, el destino de Sultán encontró una nueva esperanza. María del Carmen lo albergó en su casa durante las primeras semanas, le armó una cucha con el colchón de su dueño para que no se sintiera solo. Pero con seis mascotas más rescatadas, pidió ayuda para encontrarle un hogar definitivo. La respuesta llegó pronto. La hija de los dueños de un quiosco de la zona, que conocían a Juan y al perro desde hacía años, lo adoptó. “Juan jamás hubiese dado a Sultán, era su vida. Lo cuidaba con lo poco que tenía”, dijo su nueva familia. Hoy, Sultán juega, corre, se sube a la cama de su nuevo compañero humano, mueve la cola feliz. En su mirada hay alegría, pero también una nostalgia muda. El perro que conoció el amor más puro, hoy es símbolo de una historia que, en medio del abandono, supo hablar de lealtad, solidaridad y humanidad. Fuente: Clarin

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