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  • Descubriendo a los “gays malos” de la historia: “Los héroes tienen interés hasta cierto punto. Hay mucha más profundidad en los villanos”

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 05/07/2025 10:41

    Los autores del libro. (Cedida) La tumba de Oscar Wilde en el cementerio parisino de Père-Lachaise aparece cada mañana recubierta de marcas de pintalabios. Miles de visitantes se acercan a rendir homenaje al escritor irlandés, considerado por muchos como un icono de la historia comunidad LGTBI. Pocos se atreven, sin embargo, a recordar a lord Alfred Douglas, alias Bosie, celoso amante del dramaturgo que lo llevó a ser condenado por sodomía. Tampoco indagan demasiado en la vida del propio Wilde. Prefieren quedarse con la idea del héroe y obviar la complejidad de la persona que, en vida “tuvo relaciones complejas, a menudo egoístas y, a día de hoy, posiblemente ilegales”, apunta Huw Lemmey en una entrevista con Infobae España. El crítico y escritor se ha lanzado, junto con el autor Ben Miller, a buscar entre las figuras olvidadas de la historia LGTBI y a explorar sus sombras. Desde el emperador Adriano al gánster Ronnie Kray, Lemmey y Miller repasan en Gays malos (Verso, 2025) a los villanos del colectivo. La novela, basada en su pódcast homónimo, analiza estos controvertidos personajes y se pregunta qué podemos aprender de sus historias. -Pregunta: ¿Por qué habéis decidido centraros en los “gays malos”? -Respuesta: Ha habido un gran cambio en la representación de las personas LGTBIQ en los medios en los últimos 10-15 años hacia una imagen más positiva, que de muchas maneras ha sido beneficioso, porque antes la homosexualidad estaba ligada a muchos estigmas sociales. Pero sentíamos que, como resultado, muchas de representaciones de las personas LGTBIQ eran planas, especialmente en términos de historia queer. Hay un montón de historias mucho más interesantes que podrían ser contadas, pero sentíamos que había una reticencia o miedo a ello por no ser vistos como homófobos. Las historias de los héroes tienen interés hasta cierto punto, pero hay mucha más profundidad, matices y rarezas en las historias de los villanos. -P: ¿Qué es lo que les hace malos? -R: Bueno, esa es la gran pregunta del libro y del pódcast. El título es un poco irónico. En cada episodio nos preguntamos si eran malos y si eran gays. Parece una pregunta simple, pero abre muchas puertas. A veces hablamos de figuras que eran vistas como malas en su tiempo, como Roger Casement, diplomático y revolucionario irlandés que fue ejecutado por traición. En su época, era un hombre malo, pero ahora miramos atrás de forma diferente y entendemos que, en realidad, fue un gran defensor de la liberación y el anticolonialismo. Mientras que otras son definitivamente malas: el primer político abiertamente gay estaba en un partido nazi, fue el líder de las SA [milicia voluntaria de Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán], Ernst Röhm. Hay toda una discusión sobre cómo miramos a estos personajes históricos y los evaluamos dentro de su contexto histórico y social. Y el segundo significado, supongo, es: ¿Son malos en ser gays? -P: ¿Malos en ser gays? -R: Hay todo un entendimiento de qué es ser gay, pero en realidad muchas personas no cuadran con estas categorías. Hay una cierta taxonomía de las identidades sexuales que no describe realmente el deseo o las relaciones humanas. Alguien como Ernst Röhm, por ejemplo, admitía en público que deseaba a otros hombres. Pero su concepción de lo que era desear a otros hombres era muy diferente a la que tenemos hoy, mucho más liberal. Para él, ser homosexual iba sobre ser ultramasculino, más masculino que los heterosexuales, porque eliminaba cualquier relación con las mujeres. Veía la homosexualidad como algo que le hacía más masculino y un mejor luchador. Hoy, lo veríamos como una mala forma de ser gay. El hombre gay blanco: una identidad ligada al colonialismo Lawrence de Arabia, militar y escritor británico. Idealizado por la película de David Lean de 1962, el personaje "era bajo, tímido, algo empollón y profundamente conflictivo", según Miller y Lemmey. -P: Los personajes del libro son muy diferentes: no son iguales los crímenes de un gánster como Ronnie Kray que los de un escritor satírico, como Pietro Aretino. ¿Qué os hizo elegirlos? -R: En el pódcast, incluimos todo tipo de personajes, algunos son personas verdaderamente malas. Pero en el libro queríamos centrarnos en un argumento político e histórico sobre la homosexualidad, un repertorio de figuras que hablase sobre la relación entre la creación de la identidad homosexual masculina blanca y el colonialismo, y de cómo nuestra identidad como hombres gays blancos se formó en relación con el colonialismo. Por eso solo hay una persona de color en el libro, Yukio Mishima (novelista fascista japonés), y solo hay una mujer, Margaret Mead (antropóloga estadounidense). Es algo fascinante: cómo las ideas de la vigilancia y el racismo científico que emergieron durante el colonialismo europeo fueron lo que informó a científicos y políticos sobre qué podía ser la homosexualidad. Y tiempo después, los propios gays adoptaron una relación con el colonialismo y las personas colonizadas de forma muy problemática: veían una forma idealizada de persona colonizada como algo más natural; si ellos practicaban la homosexualidad, entonces debía ser natural. El primer Orgullo LGTBI de España: cuando Barcelona se levantó por la liberación homosexual. -P: ¿Ha habido críticas por centraros en los gays malos de la historia? -R: Sí, mucho ha venido del sector que hablamos en el libro, de hombres gays blancos que tienen una fuerte relación con esta identidad contemporánea. El movimiento queer se está centrando mucho en acoger y reconocer el rol de las personas trans en la lucha contemporánea, pero en muchos países, especialmente en Reino Unido, hay un movimiento de personas gays mayores que resienten la presencia de personas trans en la lucha, aunque siempre han sido una parte central de ella. Y parte de la crítica que hemos recibido hacia el pódcast y el libro ha sido de gente diciendo que desprestigiamos al hombre gay blanco. Y no me podría importar menos. “No somos jueces escrutando la historia” -P: En el libro habláis de personajes que podrían condenarse o redimirse. ¿A quién condenarías y a quién salvarías? -R: En realidad, espero que no se vea el libro como un ejercicio de condenar a estas personas. Estamos interesados en sus historias, no somos jueces escrutando la historia diciendo “esta persona es buena y esta persona es mala”. Dicho esto, algunos de ellos son verdaderos bastardos, como J. Edgar Hoover y Roy Crohn, casos fascinantes de hombres malvados. Pero, en general, creo que estas personas tienen sus complejidades y espero que el libro sea honesto debatiéndolas. Cuando tienes héroes y mártires, es difícil debatir las complejidades de sus vidas, mientras que si empiezas con una figura que es considerada mala, es mucho más sencillo. -P: Entonces, ¿hay un riesgo en idealizar las figuras LGTBI de la historia? -R: Sí, lo hay. Y parte del riesgo es que olvidamos su humanidad, y fue su humanidad, su deseo y complejidad lo que les llevó a tomar las decisiones que tomaron. Todos tenemos una dualidad entre los deseos egoístas y los instintos humanitarios. Para ser una persona completa e interesante hay que contextualizar y entender las partes malas de nosotros mismos. La idea de Oscar Wilde como una especie de ángel es inquietante para mí, porque tuvo relaciones complejas, a menudo egoístas y, a día de hoy, posiblemente ilegales. Los héroes siempre son problemáticos.

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