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» Diario Cordoba
Fecha: 05/07/2025 07:14
Ahora lo que estamos padeciendo es una fractura silenciosa o una grieta moral. Más que el daño en sí, es llamativa su justificación, el dogma o la creencia asumida en manada: no se sabía, eran sólo estos tres, ya no los conocemos. El adverbio de tiempo es importante: porque hace solamente dos semanas Santos Cerdán era un hombre clave para María Jesús Montero y por él ponía la mano en el fuego. Ese fuego, que tiene poco que ver con el mar en llamas del lenguaje que es siempre la poesía de Gimferrer. Aquí hablamos en cambio de los fuegos fatuos, del fuego que no quema, de un fuego que es mentira. Eso hacen de España como Estado de derecho: una hoguera con locos danzando alrededor. Porque, mientras siga sonando la música, habrá esperanza de continuar en el poder. La danza o la fiesta de los locos, como en la novela excelente de Joaquín Leguina sobre el poeta Louis Ferdinand Céline. Ahora resulta justo y necesario recordar que quien firma la carta de expulsión de Leguina del PSOE es Santos Cerdán, encarcelado hoy por el presunto cobro de comisiones a cambio de adjudicaciones en carreteras, en aquel festival de amantes y centenares de miles de euros repartidos con Ábalos y Koldo. Todo esto, además de triste, es llamativo, porque José Luis Ábalos decía que era feminista porque era socialista, con el mismo desparpajo con que Sánchez aseguraba que la amnistía era ilegal y era inconstitucional, y ahora afirma justo lo contrario. Mentir con esa jeta y que no pase nada, que no se descomponga el gesto de la cara. Pero el retrato de Dorian Gray de Sánchez hoy se está encarnando lentamente en su rostro: sólo hay que comparar sus fotos de hace dos años con las de estas semanas, para comprender que no estamos únicamente ante el desgaste natural del calendario, sino ante la erosión corrosiva de un mal que le nace de dentro. Convivir con ese amasijo de falsedades, poner siempre la cara de madera y hablar de cambios de opinión, con el mismo par de huevos con el que Ábalos susurra eternamente que la Carlota se enrolla que te cagas, tiene que asomarte de alguna forma en la cara. Pero lo deprimente, más que el puterío, más que todas las corrupciones vistas y por ver, es la ley de amnistía, su invalidación de nuestro sistema de convivencia, aboliendo la separación de poderes, los jueces y el principio de legalidad. Ya sé que lo vistoso y lo que llena nuestra imaginación acalorada es la galería de personajes o Pedro Sánchez reescrito por Oscar Wilde, cuando la putrefacción del retrato, escondido tras la misma cortina de las urnas de aquellas primarias, ahora se encarna en él. Pero no, lo gordo es la amnistía, y aquí todos tan frescos. Estamos, poco a poco, comenzando a morir. *Escritor Suscríbete para seguir leyendo
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