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  • La mirada enferma

    » Diario Cordoba

    Fecha: 04/07/2025 14:06

    José Saramago publicó hace 30 años su novela ‘Ensayo sobre la ceguera’, donde criticaba y desenmascaraba a una sociedad podrida y desencajada, en la que el egoísmo de los personajes se convierte en una parábola de la sociedad de nuestros días. La actualidad es trepidante, y dubitaba si dedicarles estas líneas al encuentro de Naciones Desunidas en Sevilla y la necesidad de apoyar el multilateralismo, como avance de las civilizaciones para no caer en manos del dictado del más fuerte o más rico, pero desenmascarando el cinismo de quienes proclaman una cosa y hacen la contraria, perpetuando las desigualdades. O bien detenernos en el paro de los profesionales del poder judicial, herramienta clave en la defensa del Estado de derecho, que no piden más dinero sino respeto a las leyes y a la separación de poderes. O la actualidad que nos deja ojipláticos con el peor de los Santos, su cohorte de cómplices y todas sus artimañas y trapicheos. Pero mi amigo Antonio Manuel Rodriguez Ramos, en la presentación de su obra ‘La mirada enferma’, me ayudó estos días a reubicar mis prioridades, y no centrarme en las consecuencias, sino en la causa de la herida. Entre ellas, la importancia de la mirada. Señalaba el profesor y activista que la ciudadanía está dejando de ver lo que es evidente, aceptando relatos del miedo o la amenaza, tragando todas esas manipulaciones y mentiras que secuestran la verdad. Reivindicando la palabra y la belleza para curar esa mirada enferma que nos impide ver la evidencia y la degradación de las democracias contemporáneas. Tenemos que ser militantes contra la palabra ‘fake’, o el mensaje envenenado, o narcotizante o desmemoriado intencionadamente, que inocula el virus de la permisividad, de la justificación, del frentismo, del prejuicio o del pasotismo. Las palabras no son neutras, pueden ser de amor y empatía, de solidaridad y ternura, pero también pueden ser semillas de odio y rencor esparcidos en los surcos de la convivencia. Reclamemos el papel de la sociedad civil, la responsabilidad de una ciudadanía activa como señalaba Anna Arendt. Más allá de las burlas y las soflamas de redes sociales, o las tertulias de café o barra, nos preguntamos dónde están hoy los manifiestos de los intelectuales, las manifestaciones estudiantiles, los debates no comprados, el posicionamiento del mundo universitario, los colectivos feministas y quienes luchan por la igualdad de todos ante un mundo que se desmorona y abandona los principios, que se rearma y justifica las autocracias, que mata a los hombres y esconde a Dios. «¡Indignáos!», era el grito desgarrado en la obra de Stéphane Hessel. La regeneración democrática no surgirá de una sociedad con la mirada enferma, por mucho que tenga los bolsillos llenos y la inteligencia artificial, si no lucha por la integración y la inclusión de todos y ofrece su protagonismo, oportunidades y dignidad a esos que malviven en las cunetas de la historia, los nadies en el poema de Eduardo Galeano. Siempre me pareció sabia y premonitoria la petición de Bartimeo a las afueras de Jericó, el ciego del evangelio de Marcos, ante la pregunta de Jesús sobre lo que quería: que vea. Mirar la realidad para verla, desnuda en su crudeza, para sentirla y olerla tal cual es, sin filtros ni adormideras, sin fundamentalismos dogmáticos ni versiones ‘ad hoc’. Ojalá recuperemos una mirada sana, cómplice con la dignidad, auténtica y valiente, comprometida, dolida como un parto y esperanzada como una nueva aurora. *Abogado y mediador

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