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  • Las ventajas de no-saber

    » Diario Cordoba

    Fecha: 04/07/2025 14:06

    Estamos acostumbrados a vivir en un mundo en el que queremos saberlo todo y, además, de manera inmediata. No queremos vivir en la incertidumbre. No soportamos estar perdidos, ni perder, ni las pérdidas. A Google nunca le podremos decir, como dijo un famoso místico español, en uno de sus poemas: «Adónde te escondiste...». Google siempre está presente, nunca se esconde, resuelve todos nuestros problemas. Y no te cuento ya, si de lo que hablamos es de la inteligencia artificial. Nuestros hijos, a quienes tenemos bajo arresto domiciliario, ya no se pierden. En casa, ese «espacio seguro», les hemos entregado, desde su más tierna infancia, una pantalla en la que, aparentemente, no se pueden perder porque parece que permanecen fuera de ella. Y no es así, ¡qué equivocados estamos! Cuando alcanzan la primera adolescencia y piden salir a sus progenitores por primera vez para dar un paseo deambulaban continuamente, arriba y abajo, por la calle Cruz Conde o por la plaza de Las Tendillas. No saben callejear, no saben explorar, no saben perderse y tener que preguntar a otros dónde se encuentran o cómo llegar. Y si lo tuvieran sin más remedio que hacer, agarrarían la pantallita porque su único interlocutor válido es el ‘maps’. Y, repito, estamos equivocados, porque quizás ‘maps’ solucione problemas callejeros, pero se pierden igual cuando hablamos de otros «caminos». En realidad, están más perdidos que nunca lo han estado y lo peor de todo es que lo único que no saben es que están perdidos. Así llegamos a la madurez vital con un miedo atroz a perdernos, no ya en las calles, sino en otras cuestiones más existenciales. Tenemos pánico a no saber. La «nube del no-saber», aquel anónimo inglés del siglo XIV, ha dejado paso al «cielo despejado» del siglo XXI. No sabemos vivir en el no-saber, ni en la ignorancia. Hemos convertido al no-saber en un sinónimo de debilidad y de fracaso en su sentido más peyorativo o negativo. Sin embargo, perderse es absolutamente necesario si queremos transformar de manera positiva en nuestras vidas, si queremos crecer. Si nunca te pierdes con conciencia de lo que significa perderse, nunca sabrás lo que es vivir, nunca saborearás la inmensidad de este universo que hemos dejado reducido, como digo, desde muy jovencitos, a caminar arriba y abajo por la calle Cruz Conde. Ese mismo místico español, al que he citado al principio de este artículo, decía más adelante en el mismo poema: «Pues ya si en el ejido/ de hoy más no fuere vista ni hallada,/ diréis que me he perdido/ que andando enamorada,/ me hice perdidiza, y fui ganada.» Perderse es ganar , perderse es encontrar y encontrarse, no saber es crecer y madurar. En la actualidad queremos saberlo todo, o al menos que todo cuanto vaya a girar a nuestro alrededor haya sido anteriormente predicho. Pero la vida resulta, a la postre, impredecible e imprevisible, y, por tanto, cuanto antes nos acostumbremos a la incertidumbre, a no saber, a perdernos, tanto mejor para nosotros. Cuando caminamos por donde no sabemos tenemos la enorme ventaja de contemplar la belleza de cuanto nos rodea porque nuestros ojos, los externos y los internos, están completamente abiertos. *Profesor de filosofía

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