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Parana » El Once Digital
Fecha: 03/07/2025 10:30
En el contexto de la ola polar que atraviesa gran parte del país, volvió a cobrar relevancia el riesgo que representa el monóxido de carbono: un gas invisible, sin olor ni sabor, que cada año provoca cerca de 200 muertes en Argentina. La reciente muerte de una adolescente de 14 años en la ciudad de Diamante, a causa de una intoxicación, volvió a poner en foco la peligrosidad de este "asesino silencioso". Detectores de monóxido de carbono Ante este escenario, los detectores de monóxido de carbono se presentan como una herramienta clave de prevención. Se trata de dispositivos electrónicos capaces de medir en tiempo real la concentración del gas en el ambiente. Cuando los niveles detectados son peligrosos, activan una potente alarma sonora que permite evacuar el lugar antes de sufrir síntomas graves. Algunos modelos también detectan gas natural y pueden funcionar tanto conectados a la red eléctrica como con baterías. Cómo funcionan y qué modelos hay Los detectores más simples tienen un sensor electroquímico que identifica la presencia del gas y emite una alarma según el nivel de exposición. Por ejemplo, con una concentración de 300 ppm, suenan en menos de 3 minutos. Son pequeños, portátiles y utilizan pilas AA, con una duración de hasta un año. Google Nest Protect Uno de los modelos más difundidos es el PG-21D de MetroGAS, que detecta tanto monóxido como gas natural. Se puede empotrar en una caja de luz y emite una alarma sonora junto a una señal lumínica. Su instalación es limpia y sin necesidad de perforaciones. En la gama de dispositivos inteligentes, destaca el Google Nest Protect, que combina sensores de humo y monóxido, tiene conectividad WiFi, y se integra con otros dispositivos del hogar. Se puede monitorear desde el celular a través de una app, y emite una alarma de 80 decibeles. Dónde se consiguen y cuánto cuestan Los detectores se pueden adquirir en ferreterías, casas de electricidad, tiendas especializadas y plataformas como Mercado Libre o Amazon. Los precios arrancan en los $25.000 para modelos básicos, y pueden superar los $100.000 en versiones con funciones avanzadas e inteligentes. La instalación no requiere técnicos especializados. Solo es necesario definir una buena ubicación —a entre 15 y 30 cm del techo, lejos del artefacto a gas—, usar un destornillador y verificar que quede visible y sin obstrucciones. Se recomienda colocar al menos uno por ambiente crítico: cocina, dormitorios y espacios con calefactores. Consejos para prevenir intoxicaciones El monóxido se genera por la combustión incompleta de gas, leña o carbón, especialmente en ambientes cerrados. Por eso, es clave mantener ventilación cruzada, revisar anualmente los artefactos con un gasista matriculado, y evitar el uso de hornallas u hornos para calefacción. También hay que prestar atención al color de la llama: si no es azul, el artefacto podría estar fallando. Nunca se debe dormir con braseros encendidos, ni usar grupos electrógenos dentro de una vivienda. Finalmente, antes de usar estufas o calefones en casas cerradas por largo tiempo, es necesario revisar la instalación. Una pequeña inversión en prevención puede marcar la diferencia. (Clarín)
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