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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 03/07/2025 07:01
Javier Milei condecora con la Orden de Mayo a Jesús Huerta del Soto Hoy me gustaría hablar de la importancia de las metáforas a la hora de transmitir conceptos y divulgar ideas. Para ello voy a poner como ejemplo a los máximos referentes de la Escuela Austríaca de Economía y uno de sus máximos divulgadores: el profesor Jesús Huerta de Soto. El 27 de abril el presidente Milei encabezó un acto en la Casa Rosada en el que condecoró al economista español con la Orden de Mayo: una de las distinciones más prestigiosas de Argentina, creada para honrar a quienes han contribuido al progreso, la cultura y las relaciones internacionales del país. A partir su aparición en escena, me propuse escuchar varias sus clases para verlo en acción. Luego de más de diez capítulos de 90 minutos puedo decir que estoy muy bien impresionado con su forma de dar clases. No solo por la solidez de sus ideas sino por su capacidad de enumerar historias y metáforas (propias y ajenas nombrando la fuente por supuesto) para transmitir los conceptos que tanto defiende de la Escuela Austríaca de Economía. Para Huerta de Soto, la empresa es como un Don Quijote (ilustración de Miguel Rep) Para Huerta de Soto, la empresa es como un Don Quijote cabalgando hacia su ideal, arriesgándose, organizándose, enfrentando incertidumbre y, sobre todo, tomando decisiones sin garantías. El caballero andante no conoce el resultado de sus batallas, pero actúa. Ese acto libre, creativo y lleno de propósito es lo que mueve a la empresa: la acción humana en tiempo real. Vale decir que en la época medieval una acción o una hazaña de carácter militar asociada a caballeros llevaba la denominación de empresa. Este recorrido, en definitiva, un viaje por la pedagogía visual de quienes supieron transformar la economía en un lenguaje accesible, sin perder profundidad. Spoiler alert: al final de la nota también abordaremos metáforas de Keynes, en oposición a los conceptos que veremos a continuación, pero si a favor del recurso que queremos poner en valor para la enseñanza de cualquier asignatura. Se dice que Carl Menger solía debatir con sus alumnos en caminatas por los parques de Viena, donde levantaba objetos cotidianos —una piedra, una hoja, un sombrero— y preguntaba: “¿Esto cuánto vale para usted? ¿Y para otra persona?”. Menger explicaba que el valor no está en las cosas, sino en la percepción de quien las necesita. Para que se entienda, solía hablar de una linterna en la noche: “En medio de la oscuridad, no todas las luces son igual de útiles. Una vela puede salvarte si es lo único que tienes, mientras que una lámpara rota carece de todo valor.” Este ejemplo ayudó a desarmar la idea clásica de que los objetos tienen un valor intrínseco. Friederich von Wieserm explicó el costo de oportunidad a través de una metáfora ferroviaria: “Cuando tomás un tren, no estás solo eligiendo hacia dónde ir, también estás renunciando al tren que dejaste partir” (EFE/ Fernando Villar) Böhm-Bawerk desarrolló la teoría del capital explicando que las inversiones son como subir una escalera. Cada peldaño es un paso que aleja el consumo inmediato, pero que acerca mejores frutos mañana. “Los bienes presentes son siempre más valiosos que los bienes futuros, porque la escalera al futuro es larga y puede romperse”. Con esta metáfora logró que generaciones entendieran la preferencia temporal de los bienes y el origen del interés. También decía que un agricultor prefiere consumir su grano hoy que resembrarlo para comer lo mismo en el futuro: de la única forma que lo resembraría es si en el futuro obtiene más grano. Esa diferencia es el interés. Friederich von Wieser introdujo el famoso costo de oportunidad con una metáfora tan visual como efectiva: “Cuando tomás un tren, no estás solo eligiendo hacia dónde ir, también estás renunciando al tren que dejaste partir”. Con esa imagen, logró que hasta hoy el costo de oportunidad sea uno de los conceptos más enseñados en economía básica. Cuentan que Wieser, al llegar tarde a un evento académico, justificó: “He pagado mi costo de oportunidad, prioricé otro tren hoy”. Sus alumnos estallaron de risa. Era un maestro de la ironía aplicada. Para Ludwig Von Mises, los precios en el mercado funcionan como una brújula. Así como la brújula te guía cuando estás perdido en un bosque, los precios te guían en la economía. “Los precios reflejan la escasez y el deseo de las personas: si un precio sube significa que la gente lo quiere más o que hay poco de ese bien, y por ende es buen negocio producirlo”. Como contraparte “si el estado controla los precios la brújula se rompe y el productor ya no sabrá qué hacer y se generará desorden y escasez”. Friedrich A. Hayek fue profesor en la Universidad de Chicago. Friedrich Hayek explicaba que la economía es como una gran carretera llena de autos (personas, empresas, gobiernos) circulando al mismo tiempo. Cada auto (persona o empresa) tiene información limitada: solo puede ver lo que pasa cerca ni tampoco sabe lo que está pasando al final de la carretera ni en las otras calles. Nadie ve toda la carretera completa y cada conductor solo sabe si hay un bache, si el tráfico está lento y si necesita frenar o acelerar. Por otro lado: si un auto frena, los de atrás frenan; si uno cambia de carril, los demás se adaptan. La economía es igual a esta carretera llena de autos. Nadie sabe todo. Cada persona toma decisiones con la información que tiene cerca. Lo que cada uno hace afecta al resto, y poco a poco, el sistema se va ajustando solo. ¿Por qué no sirve un “conductor central? Hayek decía que un gobierno que quiere dirigir toda la economía es como si alguien pretendiera manejar todos los autos al mismo tiempo desde un helicóptero: no puede ver los detalles; no puede reaccionar tan rápido como cada conductor, termina causando más problemas que soluciones. En síntesis: “Cada persona sabe algo que los demás no saben, y cuando todos actúan, la economía se acomoda sola, como los autos en la carretera.” Rothbard explicaba al Estado como un pulpo gigante cuyos tentáculos se extienden sobre todas las áreas de la vida. “Un tentáculo regula la moneda, otro la educación, otro los impuestos… hasta que uno ya no distingue si está respirando o siendo asfixiado.” Con esta potente imagen, Rothbard difundió el anarcocapitalismo como corriente radical. En sus conferencias, Rothbard solía dibujar al pulpo en la pizarra. “Y este soy yo: tratando de soltar sus ventosas”, decía entre risas mientras borraba los tentáculos. Para finalizar esta galería de metáforas podemos concluir que las teorías austríacas pudieron haber quedado solo en libros densos, pero gracias a estas metáforas vivas, viajaron desde Viena hasta las aulas de todo el mundo. John Maynard Keynes Ya que los grandes economistas no solo piensan sino que también enseñan vamos a enumerar, también, las principales metáforas utilizadas por John Maynard Keynes cuyas ideas se ubican en las antípodas de la Escuela Austríaca de Economía. Keynes comparó al mercado con un concurso de belleza donde los participantes no eligen a quien consideran personalmente más bello, sino a quien creen que los demás elegirán: “No elegimos lo que nos parece más bonito, sino lo que creemos que le parecerá más bonito al promedio de los demás.” También sostenía que los inversores no actúan siempre por cálculos racionales sino que están guiados por “espíritus animales” (hablando de metáforas). Keynes dice que las emociones pueden dominar las decisiones económicas y desestabilizar el sistema. “La mayoría de nuestras decisiones, probablemente, obedecen a un espíritu animal más que a un cálculo matemático.” Por último, Keynes decía que el mercado no es una máquina que se autorregula perfectamente, sino un jardín que necesita poda, riego y cuidado constante por parte del Estado. Los austríacos creen en el “orden espontáneo” sin intervención; en cambio Keynes consideraba que la economía puede desordenarse sin una política fiscal y monetaria activas. “El mercado necesita que el jardinero (el Estado) intervenga para fomentar el crecimiento y prevenir el deterioro.” Mas allá de cuán propensos a los austríacos o a Keynes seamos si de algo podemos estar seguros es que ambos acudían a las metáforas de manera frecuente y con resultados muy efectivos. Felipe Marino es licenciado en Economía Empresarial (UTDT) y profesor de Administración General (UBA).
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