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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 02/07/2025 12:34
Los rescatistas, en pleno trabajo para salvaguardar la vida de la pareja enterrada (@CriticaSur). El frío suele ser un aliado para el turismo, específicamente en el sur, donde la nieve, la temperatura polar y los paisajes blancos y azules, a causa de los glaciares y lagos, conforman una invitación irresistible, tanto para los viajes como para la realización de deportes. Sin embargo, en un ambiente mágicamente gélido, lo que parecía ser un viaje de ensueño para una pareja no terminó en tragedia de milagro luego de que quedaran sepultados bajo una avalancha de nieve durante una hora. Afortunadamente, la historia tuvo final feliz por la tarea de los rescatistas, tres héroes, con nombre y apellido: Facundo Ureta, Alfonso Lavado y Mateo Archilla. El hecho sucedió cerca de Laguna Turquesa, un espejo de agua ubicado en la provincia de Tierra del Fuego, a pocos kilómetros de la ciudad de Ushuaia, que se encuentra en la zona de la Cordillera de los Andes fueguinos y forma parte de uno de los circuitos de trekking más conocidos de la región. Alfonso Lavado, uno de los rescatistas. El domingo pasado había empezado muy temprano para los tres, una jornada que no sería una más en su vida y que los marcaría a fuego. “Salimos a las 8 y entramos en el Valle de León. Fuimos a dar unas vueltas y Facundo hizo un test del manto. Se notaba que estaba muy peligroso y ya había una alerta hacía dos días. Ahí tomamos la decisión de quedarnos en los lugares más seguros por la mañana y estuvimos todo el día andando por el mismo sector varias veces”, relató Lavado a Infobae, fotógrafo y rescatista desde hace dos años que colabora con la Comisión de Auxilio de Ushuaia, además de guía de trekking y próximo a recibirse como guía de montaña. El test de manto nivoso que empleó Ureta es una evaluación que se utiliza en meteorología y nivología para analizar las características de la capa de nieve depositada en un lugar determinado. Este permite medir el espesor, la densidad, la estabilidad y la estructura interna del manto de nieve. Esta información resulta clave para predecir riesgos tales como avalanchas y entender el funcionamiento del ciclo hidrológico en regiones de montaña. Luego de varias horas de andar y disfrutar del bello paisaje, a las 16 decidieron realizar la última bajada. Como el sol estaba escondido detrás de una enorme nube, decidieron esperar hasta que las condiciones cambiaran un poco y así bajar con luz. Desde allí contemplaron el hermoso paisaje blanco, digno de una película. Hasta que algo les llamó poderosamente la atención. Lavado en uno de sus viajes por el sur argentino. “De golpe vimos que del otro lado de la montaña, para el lado del este, había caído una avalancha. Así que ahí tuvimos una pequeña charla de unos minutos a ver qué era lo que había ahí abajo, qué había pasado y como se había dado. Empezamos a atar cabos y de golpe uno ve que se mueve una mano como un puntito negro muy lejos, a 600 metros, en el medio de la nieve”, puntualizó el rescatista. Y definió a esa mano como “una cosita negra, chiquitita, que se movía”. En el momento en que ese punto se movió por segunda vez, decidieron salir a fondo y activaron el protocolo de rescate. Quien también participó de esas tareas fue Mateo Archilla, uno de los montañistas, guía de trekking y certificado en Wilderness First Responder (WFR), estándar que acredita que una persona recibió formación especializada en primeros auxilios y atención de emergencias en áreas remotas, donde la asistencia médica profesional puede estar lejos o no disponible. Una de las personas rescatadas (@CriticaSur). “Fue un hermoso día de domingo. Terminando la última bajada, nos acercamos para ver lo que parecía ser un ‘depósito de avalancha’ que serían los restos de nieve que finalmente quedan en forma de bloques. Y allí vimos lo que parecía ser un brazo que sobresalía. Mi día hasta ese momento era excelente, con más de cuatro cumbres de una montaña escaladas en el día, e íbamos por la cuarta bajada ya pensando en volver a casa”, contó el especialista. De repente, y con un descenso rápido hecho en tablas hasta el fondo del valle, ese punto negro en la inmensidad blanca confirmó que era una mano rogando por ayuda y el tiempo no sobraba. “Sacamos tres palas y empezamos a desenterrar a esta gente. Estaban enterrados y completamente bloqueados, como si hubiesen estado rodeados de concreto”, definió Lavado. Por su parte, Archilla constató que la pareja cursaba un cuadro de “hipotermia de grado 2”, que consta de una disminución moderada de la temperatura corporal central, que se encuentra entre 28 °C y 32 °C. En este estado, la persona generalmente está consciente, aunque puede mostrar confusión, alteraciones en el juicio y letargo. La mano que sirvió de guía para los rescatistas (@CriticaSur). El hecho de que una de las manos de las víctimas quedara afuera evitó el entumecimiento y ayudó a su visualización. A su vez, Lavado observó que la mujer tenía un hueco cerca del rostro enterrado, por lo cual podía mantener la respiración, mientras que su pareja estaba cerca de la superficie, lo que también fue de utilidad para mantenerse con vida. Luego de 30 minutos de arduo trabajo, en conjunto con otro grupo de especialistas que llegó al lugar y con apoyo aéreo de un helicóptero, la proeza concluyó en un final feliz. “Todo fue alegría y emoción”, concluyeron los tres héroes de Laguna Turquesa.
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