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Parana » Informe Digital
Fecha: 02/07/2025 07:31
En una semana vencerá el plazo para presentar alianzas en la provincia de Buenos Aires. Esta es la primera fecha significativa en el calendario electoral bonaerense, donde las negociaciones y discusiones comienzan a tomar forma. El panorama político empezará a aclararse, y durante los diez días siguientes, la atención se centrará exclusivamente en la definición de las listas. A estas alturas, el peronismo se enfrenta a más interrogantes que certezas. El cristinismo, el massismo y el kicillofismo, junto a Guillermo Moreno y Juan Grabois, están impulsando un acuerdo de unidad por conveniencia. Detrás de las negociaciones que se reanudaron la semana pasada, y que tuvieron un momento clave el último domingo en La Plata con la reunión de Kicillof, Massa y Máximo Kirchner, existen diferencias significativas. “Está todo roto abajo. No hay unidad y no hay renovación,” afirmó un funcionario bonaerense, desalentado por los constantes enfrentamientos internos. El fin de semana, en un plenario, el jefe de Gabinete bonaerense, Carlos “Carli” Bianco, expuso tres escenarios posibles para la etapa final de las negociaciones: listas de unidad, listas conjuntas o ruptura. La diferencia entre la primera y la segunda radica en el alineamiento en torno al rol de Axel Kicillof como gobernador y líder del Movimiento Derecho al Futuro (MDF). Tal como están las cosas en estos momentos, el acercamiento solo servirá para lograr listas conjuntas. Se trata meramente de conveniencia. La unidad real y duradera se asemeja más a una utopía. “A esta altura, el objetivo máximo es lograr una lista conjunta. La unidad es un montón,” analizó, entre ironía y aceptación, un funcionario destacado del gobierno de Kicillof. Las condiciones necesarias para reconstruir un proyecto político no están dadas. La unidad es frágil y carente de convicción; solo hay necesidad detrás de ella. En el MDF se percibe una falta de aceptación real del rol del Gobernador en el nuevo mapa político, y La Cámpora no reconoce que Kicillof es el sucesor natural de Cristina Kirchner. Estas rencillas perduran en las bases del peronismo bonaerense. La negociación por la unidad se da entre sectores que desconfían mutuamente, más que entre aquellos que buscan construir un proyecto sólido para desafiar al gobierno de Javier Milei. La única convicción compartida es que, separados, todo será peor. Sin embargo, cada uno impone condiciones que piensan deben ser aceptadas por el otro. Entre las complicaciones que surgen en el diálogo político establecido está la construcción de listas en los municipios. En varias localidades, hay disputas territoriales entre dos sectores del peronismo, lo que incrementa la tensión y presión sobre los armados locales. La discusión gira en torno a quién y cómo ordenará. El ejemplo más destacado de esta conflictividad territorial es Morón, donde el intendente Lucas Ghi se encuentra en confrontación con su antecesor, Martín Sabbatella. Ghi se alinea con el MDF, mientras que Sabbatella lo hace con el cristinismo. La rivalidad es intensa y profunda. No obstante, si se logra un acuerdo para presentar listas conjuntas, ambos deberán llegar a un consenso sobre cómo conformar la lista oficial que esté vinculada a la de la primera sección electoral. Un desafío que, por ahora, parece inalcanzable. “Donde hay un intendente, define el intendente. En eso parece que hay consenso,” afirmó un destacado dirigente del MDF. Esta lógica de definición podría ser la que finalmente se aplique para evitar el incremento de conflictos. “Sería lo más lógico, pero es lo que se está negociando. Hay que ver cómo se hacen los acuerdos,” señalaron desde el camporismo. Por su parte, en el massismo advierten que el acuerdo en proceso busca que sean los intendentes quienes tomen decisiones, teniendo en cuenta a los demás sectores. Este delicado equilibrio requiere de un absoluto pragmatismo y de una instancia en la que uno de los rivales en disputa deba ceder. Todo está en discusión. Todo está por verse. Sin embargo, es poco probable que se lleguen a estos acuerdos. Será complicado para el peronismo organizarse en varias ciudades donde hay tensiones internas. Avellaneda, Quilmes, Lanús y La Matanza son solo algunos ejemplos donde existen fricciones entre los dirigentes alineados con Kicillof y aquellos que pertenecen al cristinismo. Será un desafío arduo. Este hecho es reconocido por todas las facciones. Imposible, no hay nada seguro. Una posible solución a estas diferencias sería que Kicillof derogara el decreto instaurado por la exgobernadora María Eugenia Vidal, permitiendo nuevamente el uso de listas colectoras en los municipios. Esto otorgaría a los jefes comunales la oportunidad de acoplar listas cortas de partidos vecinales a la lista seccional. Desde la gobernación sostienen que “hoy no hay posibilidad de colectora,” lo que hace que esta salida parezca inviable. Otro de los puntos de conflicto latente es la posibilidad de que el MDF presente un frente electoral propio dentro de una semana. ¿Con qué objetivo? Como una medida de protección para competir ante una eventual fractura de último momento. En el espacio de Kicillof afirman que “lo más probable” es que el frente se presente, mientras que desde el cristinismo sostienen que eso no sería una buena señal para continuar con las negociaciones. Las negociaciones por la unidad del peronismo están atadas con alambre. No obstante, la cúpula directiva intenta avanzar, paso a paso, evitando los cortocircuitos habituales que atormentan la convivencia interna de la fuerza política.
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