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  • Estudio revela resultados sorprendentes sobre la producción sin agroquímicos y su impacto en el medio ambiente

    Parana » Informe Digital

    Fecha: 30/06/2025 23:27

    Menos rendimiento, menor margen y más desafíos. Ese es el hallazgo de un estudio reciente del INTA Pergamino sobre lo que ocurre al producir sin fitosanitarios. La investigación permite cuantificar el impacto de las restricciones al uso de agroquímicos, vigentes en este partido desde 2019 por una medida judicial. En una sección del campo experimental del instituto afectada por esta resolución, los técnicos compararon cultivos gestionados sin fitosanitarios ni fertilización con aquellos convencionales. El resultado, basado en promedios de seis campañas agrícolas, indicó que la soja de primera rindió en promedio apenas el 41% en comparación con el sistema tradicional, la soja de segunda apenas alcanzó un 24% y el trigo llegó al 60%. A pesar de la reducción en costos de insumos, los márgenes también se vieron considerablemente disminuidos. “Los menores gastos de un sistema de exclusión no logran compensar la disminución en el rendimiento. Por eso, el margen bruto obtenido es menor”, explicó Andrés Llovet, técnico del INTA Pergamino. Todo comenzó en agosto de 2019, cuando la justicia prohibió la aplicación de fitosanitarios en las proximidades del ejido urbano de Pergamino: 1095 metros para tratamientos terrestres y 3000 metros para los aéreos. Lo que inició como una medida cautelar para un grupo de productores se amplió posteriormente a toda la ciudad. Como resultado, más de 6000 hectáreas quedaron excluidas del manejo productivo tradicional, afectando a alrededor de 100 productores. Hasta ese momento, en Pergamino se aplicaba una ordenanza municipal (8126/14) que restringía el uso de fitosanitarios a solo 100 metros, con una franja adicional de 500 metros para productos restringidos. Sin embargo, con el fallo judicial, parte del campo experimental del INTA quedó dentro del área afectada. Esto permitió una medición inusual: evaluar qué sucede al producir sin insumos químicos en el corazón de la zona núcleo. Con datos de seis campañas, el equipo elaboró una distribución de rendimientos y márgenes. De esta manera, se compararon de forma más precisa los sistemas que utilizaron fitosanitarios con los que no lo hicieron. Los planteos convencionales se realizaron mediante siembra directa, incorporando fitosanitarios y fertilizantes; mientras que los ensayos bajo exclusión se ejecutaron sin agroquímicos ni fertilización, utilizando labranza convencional. Esta diferencia en el manejo también fue considerada en el análisis. Distribución del rendimientoINTA En soja de primera, el planteo sin insumos rindió en promedio 15 quintales por hectárea, en comparación con 36 quintales en el sistema convencional. En trigo, los cultivos sin agroquímicos arribaron en promedio al 60% del rendimiento habitual. Y en soja de segunda, el resultado fue el más bajo: apenas un 24% del rendimiento promedio del sistema tradicional. La diferencia económica también fue significativa. En soja de primera, el margen bruto promedio en el sistema convencional fue de US$494 por hectárea, mientras que el planteo sin insumos terminó con un promedio de –US$24/ha. En trigo, el margen se redujo en promedio de US$268 a US$167 por hectárea. “No utilizamos insumos químicos y valoramos la maquinaria como si fuera contratada. De esta forma, evitamos subestimar costos, algo que ocurre al usar maquinaria propia sin considerar su reposición”, aclaró el técnico. Además de los cultivos tradicionales, el equipo del INTA analizó otras opciones para zonas con restricciones: producción de forraje mediante extracción (sin animales en el lote) y engorde de bovinos a pasto con suplementación de grano. Esta última alternativa mostró una mayor estabilidad en los márgenes a lo largo de los años, aunque con sus propios desafíos. “La agricultura presenta más variabilidad interanual. El forraje ofrece márgenes más bajos pero más estables, aun enfrentando desafíos como el enmalezamiento. Y la carne con suplementación es la opción que comienza a mostrar resultados más prometedores y estables”, observó. No obstante, advirtió que esta alternativa también presenta complicaciones: “Tener animales cercanos a rutas o grandes ciudades implica riesgos: robos, escapes, accidentes. Eso también debe considerarse.” Si bien la experiencia demostró caídas significativas en rendimiento y márgenes, algunos cultivos se adaptaron mejor. “El trigo, como cultivo anual, es más estable. Asimismo, los planteos de vicia con maíz tardío, que permiten incorporar nitrógeno al sistema, muestran un buen desempeño”, especificó. El trabajo dio resultados reveladoresDeepagro Se concluyó con una advertencia sobre las variaciones entre zonas periurbanas: “No todos los periurbanos son iguales. En pueblos pequeños, quizás se pueda realizar ganadería con menos riesgos. Sin embargo, en ciudades grandes como Pergamino, con más de 100.000 habitantes, los desafíos son distintos.” El objetivo del estudio no fue debatir la validez de las restricciones, sino mostrar las consecuencias del cambio en el manejo productivo. Los técnicos pretendieron que los datos sirviesen para pensar en alternativas reales y adaptadas. “Se continúa analizando la viabilidad de diversas alternativas de cultivo y su sostenibilidad dentro del sistema productivo”, destacó. “Podemos seguir evaluando múltiples alternativas: combinaciones de cultivos, carne, forrajes, e incluso sistemas silvopastoriles y maneras de comercialización. Pero lo esencial es generar información útil para contextos en los que no se pueda utilizar fitosanitarios y en contextos periurbanos similares al de la ciudad de Pergamino”, concluyó Llovet.

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