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Crespo » Paralelo 32
Fecha: 29/06/2025 13:00
Victoria.- El viernes 13 pasado, directivos de distintas escuelas entrerrianas se encontraron con una noticia alarmante: la acreditación de las partidas destinadas a comedores escolares llegó con una reducción que, en muchos casos, alcanza entre el 40% y el 50%. Esta drástica disminución afecta a instituciones de todos los niveles y modalidades, y responde a decisiones que, aunque aplicadas desde el Consejo General de Educación, tienen origen en el Ministerio de Capital Humano de la Nación. “Nos avisaron que ya estaba habilitada la tarjeta. Todos fuimos a consultar el saldo, y ahí empezaron a circular los mensajes: escuelas que recibieron 900 mil pesos menos; otras bajaron a la mitad de su presupuesto. Nadie podía creerlo”, relató un directivo del departamento Victoria, que accedió a hablar con Paralelo 32 con reserva de fuente. Lo más desconcertante es que el recorte se produce a menos de dos meses de un anuncio oficial de aumento en las partidas. “En abril se comunicó un incremento del 20%. ¿Y ahora esto? Con 800 mil pesos no se puede dar de comer a 150 alumnos durante todo un mes”, agregó. La situación se agrava por las exigencias impuestas desde el programa de comedores: un menú fijo, con cortes de carne tres veces por semana —chuletas de cerdo, hamburguesas de pescado, milanesas— y frutas específicas como banana, con precios que se disparan semana a semana. “Antes había flexibilidad para armar los menús según la realidad de cada escuela. Hoy, eso ya no existe”. Al problema presupuestario se suma una creciente presión administrativa. “Se exige que no haya una sola boleta por compra, que se presenten remitos por separado, que las compras se repartan. ¿Quién puede sostener eso con menos dinero y más burocracia?”, se preguntan desde las instituciones, que además deben cumplir con auditorías y visitas de los coordinadores zonales, quienes controlan hasta el número exacto de paquetes de fideos utilizados. Lo que resulta todavía más grave es la falta de comunicación clara desde los organismos responsables. La única explicación oficial fue un mensaje de WhatsApp en el que se justificó el recorte en función de los datos declarados en la Circular 2 —una declaración jurada de la cantidad de estudiantes que utilizan los servicios de comedor y copa de leche—, sin que se haya emitido hasta el momento un comunicado formal que dé cuenta del cambio presupuestario. “Cuando los directivos reclamamos, la respuesta fue cerrar el grupo de WhatsApp. Se nos pidió que llevemos nuestras quejas a grupos privados, como si fuera un problema entre nosotros y no una política pública que nos atraviesa a todos”, detalló la fuente sobre lo ocurrido en Victoria. La respuesta desde el Gobierno provincial, a través del director de comedores escolares Lautaro Asalini, encendió más la polémica: insinuó que las escuelas falsean sus datos para inflar la matrícula y así recibir más recursos. “Eso es inadmisible. Todos los estudiantes están cargados en SAGE, como exige el CGE. No podemos mentir en esos datos. Y si algún día faltan, eso no justifica recortarles el plato de comida durante todo el mes”. En medio de una crisis económica que empuja a muchas familias a depender cada vez más de la asistencia escolar, la reducción del presupuesto en comedores deja a las instituciones educativas —y también a clubes y otras organizaciones barriales— como últimos bastiones de contención social. “Hoy en día la escuela no solo educa: también alimenta. Y muchas veces es la única comida completa del día para los chicos. No podés desentenderte de eso”. La sobrecarga recae directamente sobre los equipos directivos, que en muchos casos terminan endeudándose con proveedores para el siguiente mes, o incluso poniendo dinero de su bolsillo para garantizar que los estudiantes coman. “Tenemos que ir a verdulerías, a carnicerías, negociar precios, pedir fiado, cumplir con todos los trámites y además dirigir una escuela”. Mientras tanto, muchas escuelas siguen funcionando con cocinas deterioradas, sin heladeras en condiciones o con personal reducido, incluso en instituciones primarias que alimentan a más de 500 chicos al día. “Estamos en una situación insostenible: menos recursos, más exigencias, menos personal, más estudiantes”. Lo que está ocurriendo no es aislado. Desde Paraná hasta zonas rurales, desde escuelas primarias hasta especiales, los testimonios se repiten. “En todos lados bajaron la partida a la mitad. Y todavía nadie se hizo cargo. Nadie admitió el error, porque no fue un error: fue una decisión”.
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