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» Primerochaco
Fecha: 29/06/2025 18:24
La senadora por Río Negro, Silvina García Larraburu, ha dado de qué hablar tras su intervención en el Senado. En plena sesión, aprovechó la presencia del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, para desviarse del tema en discusión —la rendición de cuentas— y lanzar una extensa perorata solicitando un indulto para Cristina Fernández de Kirchner. Su discurso, cargado de contradicciones y desaciertos, no solo expone una visión cuestionable de la política, sino que también pone en entredicho su compromiso con los principios republicanos que jura defender desde su banca. García Larraburu, con doce años como senadora, dos como diputada nacional y un pasado como diputada provincial, es una profesional de la política en todo el sentido de la palabra. Sin embargo, su pedido de indulto refleja una mezcla de ingenuidad y desprecio por las instituciones que resulta alarmante. En un tono que oscila entre la súplica y la exigencia, le pidió al jefe de Gabinete que Milei reflexione y considere indultar a la expresidenta. Peor aún, insistió en que no se puede «ceder las decisiones judiciales a Comodoro Py», en referencia a los tribunales federales. Este planteo es un ataque directo a la división de poderes, pilar fundamental de nuestra Constitución, que ella, como senadora, debería conocer y respetar. La senadora argumentó que indultar a Cristina Fernández sería “un gran mensaje” para la política y la democracia, y que no se puede entrar en un proceso electoral con la principal referente de la oposición encarcelada. ¿Un mensaje de qué, exactamente? ¿De impunidad? El proceso judicial contra Fernández de Kirchner no es un capricho ni una persecución política, como algunos insisten en sostener. Desde la primera denuncia en 2008 hasta el fallo de la Corte Suprema, se siguieron todos los pasos de un proceso judicial y revisado en múltiples instancias. Pedir un indulto en este contexto no es solo ignorar al Poder Judicial, sino también menoscabar el valor de la rendición de cuentas en una democracia. García Larraburu afirmó que «la supremacía la tienen los votos», cayendo en la clásica contradicción entre democracia y república. Los votos no están por encima de la ley, ni deberían estarlo. La Constitución y las instituciones existen precisamente para garantizar que las mayorías no se conviertan en tiranías que pisoteen derechos o procesos legales. Si, como sugiere la senadora, los votos son la única medida del poder, ¿Qué impide que una mayoría decida, por ejemplo, anular el Poder Judicial o imponer medidas arbitrarias? Ese marco institucional que ella parece desestimar es el que protege nuestra democracia. Más preocupante aún es su frase: «Hacer política es tirar la honra a los perros». ¿Es esto una confesión de parte o una resignación ante lo que ella percibe como inevitable? Si la política implica renunciar a la honra, como sugiere, entonces su trayectoria de más de una década en el Senado debería ser un llamado a la reflexión personal. Una legisladora con su experiencia, que además presume de su arraigo patagónico, debería ser la primera en defender la integridad y la transparencia en la política, no en justificar su degradación. Por último, resulta curioso que García Larraburu pida un indulto que, según trascendidos, ni siquiera Cristina Fernández desea. Un indulto implica reconocer la existencia de un delito, algo que la expresidenta parece no estar dispuesta a aceptar. Entonces, ¿para qué insistir en un pedido que nadie parece querer? ¿Es un intento de congraciarse con un sector político o simplemente una salida retórica para desviar la atención? La senadora, que en su momento fue Reina de la Nieve en 1986 y que mostró posturas cambiantes —como votar en contra del aborto en 2018 para luego apoyar el proyecto de Alberto Fernández en 2020—, parece más interesada en el cálculo electoral que en la coherencia. Su pedido de indulto no solo carece de sustento legal, sino que también refleja una visión de la política que desprecia las instituciones y subordina la justicia a conveniencias partidarias. Si realmente quiere poner en valor la política y la democracia, como dice, debería empezar por respetar la división de poderes y trabajar para fortalecer las instituciones, no para socavarlas desde su banca en el Senado. Por Adrián Simioni
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