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  • «Estamos atrincherados en una situación preocupante y en una España dislocada»

    » Diario Cordoba

    Fecha: 29/06/2025 07:23

    En el ecuador del mandato, Salvador Fuentes (Palma del Río, 1960) sigue sin cerrar el capítulo que se fijó como prioridad de su segundo mandato al frente de la Diputación de Córdoba, «el problemón» del agua en el norte de la provincia. Tras las lluvias, hay agua en los grifos de Los Pedroches y el Guadiato, pero solo para dos años y medio. Ahora, agotada a su parecer la vía diplomática, el dirigente popular está dispuesto a sacar la artillería y acudir, si es preciso, a los juzgados porque está convencido de que el Gobierno de España no tiene «ninguna intención de resolver el problema». -En el ecuador del mandato, ¿qué balance hace de lo hecho y qué retos se fija para los próximos dos años? -Nosotros hemos centrado estos dos años y lo haremos los que vienen en recuperar la capacidad de actuación de la Diputación para ser un elemento transformador de la provincia de Córdoba. Hemos recuperado sus contenidos para que sean una apuesta por los servicios públicos, la infraestructura y los equipamientos y para intentar dar servicios que generen a los ayuntamientos infinitamente mucho más dinamismo, eficacia y un mejor resultado en sus proyectos. Uno de los grandes objetivos que tengo y que estamos intentando corregir es la ejecución del presupuesto. Si no, siempre estaremos en la dinámica perversa y dañina de no ejecutar las cuentas, sobre todo en grandes inversiones. Luego, seguir adelante como elemento de transformación de Córdoba. Y, por otra parte, insistir en las reivindicaciones que necesita nuestra provincia: más capacidad energética, resolver definitivamente el tema del agua, intentar avanzar en la conectividad, tanto digital como de grandes corredores, y crear las condiciones para que los empresarios y empresarias, a través de los polos de desarrollo que están perfectamente definidos, generen toda la capacidad que puedan desplegar y todo el empleo que puedan desarrollar con una garantía y una calidad absolutamente razonables. -Trump ha declarado la guerra comercial contra España, en Madrid se despachan a diario los audios de Koldo, Ábalos y Cerdán... A grandes rasgos, este Palacio de la Merced vive ajeno a la crispación política, ¿cómo ve el panorama? -Tenemos que recuperar el libro de estilo de la historia, el sentido común, entrar a resolver los grandes problemas que tienen los ciudadanos e intentar desviar esta situación dañina que tanto está afectando a España y al mundo. -¿Hasta qué punto le preocupa la situación nacional? -Me quita el sueño. Yo he visto otra España totalmente diferente, donde los dos grandes partidos se ponían de acuerdo para solucionar los grandes problemas. Eso es lo que quiere la gente. Y yo lo estoy viviendo aquí en el agua: una falta de colaboración, de actitud por parte del Gobierno de España, siempre pendiente de la trinchera, que me preocupa. Apelo e invoco a la alta política. El grado de degeneración de lo público está llegando a unos extremos que está creando una desconfianza en la sociedad alarmante. Estamos atrincherados en una situación absolutamente preocupante y en una España dislocada que no sabemos cuándo va a salir de ese sin sentido. Me preocupa y en lo provincial me preocupa por el tema de la conexión con Sierra Boyera. -¿Piensa que el problema del agua en Córdoba no se resuelve entonces por tacticismo político? -Lo puedo demostrar, porque estamos dejando huellas administrativas de que esta circunstancia obedece a una estrategia política, no técnica, y no hay ninguna intención de resolver el problema. La intencionalidad en la demora de unas obras que se podían haber hecho en seis meses es tacticismo político: la idea es que Juanma Moreno no haga esa obra en La Colada. El artículo 123 de la Ley del agua permite, en una situación de emergencia hidrológica extrema, autorizar una obra. Se podría haber hecho la conexión a La Colada y Sierra Boyera cuando todos teníamos el problema encima y no se hizo en seis meses apelando a ese artículo y ya vamos para tres años. ¿Por qué no se hizo? El grado de desnortamiento que hay en el proceso administrativo de La Colada a Sierra Boyera es el ejemplo gráfico de que aquí hay una intención política de no hacer esa obra por parte del Gobierno de España. Si eso se hubiese querido hacer, se hubiese hecho en seis meses, porque no es razonable que los técnicos se pongan de acuerdo salvo en mínimas diferencias, porque la ciencia tiene un camino, y los políticos vayamos por otro. -Y en medio de la ciencia y de los políticos, los ciudadanos. -Yo quiero ver, como vi las caras cuando llegamos aquí de gente que se abastecía por cisterna, y las caras cuando recobramos la normalidad. Eso te lo dice todo, ¿no? Es solo cuestión de sentido común. -Ha defendido también la conexión con Puente Nuevo, ¿por qué es necesario conectar los tres pantanos? -Sin lugar a dudas, por un razonamiento que es muy sencillo y muy gráfico. Con 100 kilómetros cuadrados y tres embalses: La Colada, Sierra Boyera y Puente Nuevo, no puede haber 80.000 personas sin agua y que tengamos que abastecer con cisternas. Hemos sufrido como nadie por falta de previsión. Ahora tenemos agua para dos años y medio en Sierra Boyera y en dos años y medio tenemos que resolver ese problema. Porque el pueblo demanda soluciones y no podemos estar todos los días en debates procedimentales a sabiendas de que dilatamos el tiempo. -¿Y qué margen queda cuando parece que la política se agota? -Los juzgados, y dejar huellas administrativas de que hemos hecho lo indecible para buscar una solución pactada y negociada de la mano de los técnicos, no con ocurrencias políticas. Ahí se llegó a prometer en elecciones hasta una desaladora y se decidió meter fuego a la Diputación para salvar la responsabilidad del Gobierno de España. Eso fue muy grave. Por eso yo no quiero entrar, yo no he criticado a nadie, no me he peleado con nadie. ¿Por qué? Porque creo que la gente lo que quiere son soluciones. Por eso, estamos dejando huellas administrativas para que si no hay más remedio vayamos a los juzgados a pedir responsabilidades. El presidente de la Diputación de Córdoba, Salvador Fuentes, en la entrevista con Diario CÓRDOBA. / Manuel Murillo -¿Ni siquiera a nivel extraoficial han avanzado nada? -No, yo le mandé una carta a la ministra hace un mes para pedir una solución y no me ha contestado. Yo he dejado ya de hablar con el presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadiana porque no me puedo enterar de las cosas por los medios de comunicación y con papeles incompletos, porque hasta para filtrar son tendenciosos. Ahora hemos pedido un informe a la Abogacía del Estado. Tenemos una indefensión como administración que es alarmante. Nadie nos da explicaciones. He visto a una ministra pasar dos veces por delante de la Diputación para reunirse con una plataforma y no preguntarme ni qué necesito. La Diputación ha estado pagando 6.000 euros de agua de bombeo hacia La Colada y no he tenido con ellos ni un mal modo, no las formas absolutamente desleales que estamos sufriendo desde que estamos en el gobierno. Y digo aquí, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir le ha dado a Jaén, 125 millones de inversiones; a Sevilla, 75, y a Córdoba, estoy esperando. Me hablaron de la ampliación de Sierra Boyera, de que está el proyecto hecho, pero no sabemos nada del presupuesto y eso es el Gobierno de España. Creo que hay un déficit de compromiso por parte del Gobierno en obras que son vitales para transformar Córdoba y para competir y guardar posibilidades como puede ser el agua, como puede ser la energía, que son alarmantes y muy preocupante. -Dijo que este sería el mandato del agua. Además de la zona norte, ¿qué otras infraestructuras hidráulicas se están abordando? -De la que me siento más orgulloso es del tramo de Iznájar y Los Prietos, y el camino de la carretera provincial 205. Son 22 millones que vamos a ejecutar para ensanchar una tubería desfasada y con fugas que abastece a más de 250.000 personas de la zona sur. La primera fase la adjudicamos en julio y la segunda, para septiembre u octubre. Además de obras de inversión muy importantes en todas las redes de abastecimiento, de suministro de agua de la zona norte, que tiene problemas muy importantes en aldeas pequeñitas. Esa es la importancia de la Diputación, la economía de escala. Es imposible que una aldea de 300 personas pague una tubería de 400.000 euros para llevar el agua a sus casas. -¿Cree que se ha superado eso que criticaba usted de la Diputación como «cajero automático»? -Yo me encontré una Diputación absolutamente vaciada de contenido, que era un cajero automático. Se limitaba a repartir los remanentes a los ayuntamientos. Y eso lo he reclamado con los presidentes de las diputaciones de Andalucía: tenemos nuestro lugar en el tablero de las administraciones públicas. Hacemos cosas muy grandes y prestamos servicios de calidad: bomberos, anticipamos a los ayuntamientos el 90% de sus ingresos, proyectamos el turismo, generamos desarrollo económico, hacemos carreteras, equipamiento... -Pues había algunos que querían cargarse las diputaciones. -Eso es una barbaridad y a las pruebas me remito, pero tampoco podemos convertir las diputaciones en tabla de subvenciones de los ayuntamientos, porque qué sentido tiene que yo mantenga una estructura, si después la estructura no me hace obras ni me presta servicios básicos de calidad. Ahora mismo estamos haciendo obras en toda la provincia: planes provinciales, carreteras, hemos resuelto auténticos problemas como era la Montalbán-Montilla, estamos desbloqueando polígonos industriales como el de Rute o Villa del Río. Entonces aquí no pueden estar pendientes todos los pueblos de cuánto nos repartimos con los remanentes. Eso es lo que intentamos superar y llenarla de contenido, porque es una herramienta transformadora de la provincia descomunal. Llegamos a sitios que no llegan ni la Junta ni el Gobierno, sin recursos y asumiendo competencias que no son nuestras, como el empleo, con casi 1.200 puestos de trabajo en empleo social. El brazo franciscano, o sea, el manto social, son 111 millones lo que la Diputación dedica a la obra social para que nadie se quede atrás. Lo que es muy importante. El Plan Sueña y Crea para empresarios que empiezan son 334 puestos de trabajo en dos años. Y en el programa Diputación Contrata, han sido 1.112 empleos estos dos años. Somos el 112, todo el mundo recurre a la Diputación: hasta la iglesia nos llama para decirnos, oiga, que se me ha caído una campana. Somos el teléfono de emergencia por la cercanía, la proximidad y la capacidad. -¿En qué tienen que ser más eficientes? -Tenemos que ejecutar mejor los presupuestos. Es una tarea que siempre he criticado desde que estaba en el Ayuntamiento de Córdoba. -Otro de sus caballos de batalla ha sido la solvencia de las empresas públicas, ¿en qué punto están ahora? -Están equilibradas. Pasamos de una situación absolutamente en quiebra de Emproacsa al equilibrio, aunque hemos tenido que inyectarle más de 30 millones. La Diputación no puede ser aquí quien salve las cuentas de las empresas públicas, que por el hecho de ser públicas no tienen por qué ser menos competitivas. A excepción del transporte, deficitario estructuralmente, pero el agua no. -En estos años, también ha impulsado con críticas de la oposición la subida de las tasas de Emproacsa y Epremasa. ¿Las va a seguir subiendo? -La idea es subir lo que el IPC. Si no aprobamos el IPC del 2025 dejo un boquete en Emproacsa de 5 millones de euros; si en 2026, por demagogia, sigo sin subir el IPC, nos iríamos a 10 millones; y en el 2027, Emproacsa estaría en quiebra. Lo mismo pasa con Epremasa. No soy partidario de la subida, pero tengo que ser muy honesto con la cuenta. Y tenemos que seguir con la urgencia. La urgencia de las cosas fueron 30 millones para Emproacsa y casi 10 millones para Epremasa. Son empresas modélicas, con trabajadores muy buenos, a los que se les están mejorando las condiciones laborales como ha ocurrido en Bomberos, donde estamos recuperando la paz social y el equilibrio. -Por cierto, los tribunales han tumbado las subidas de las tasas del agua aprobadas por el PSOE en 2022 en tres localidades, ¿no? -Puente Genil, Lucena y La Carlota. Y vienen más. Eso ha sido fruto de una mala gestión y eso va a suponer un agujero de 1,8 millones de euros. Eso no ocurrió porque en el PSOE sean tontos, sino por la mala gestión de personas concretas. -En el último pleno PSOE e IU se abstuvieron sobre ampliar en 3 millones los recursos para programas sociales porque le exigen mayor transparencia en la concesión de subvenciones nominales. ¿No son transparentes? -Lo que están criticando son dos grandes partidas. La primera para el amianto, donde tenemos que detectar las necesidades de cada ayuntamiento, independientemente de su población, para retirar el amianto de residencias y colegios, y eso había que hacerlo con subvenciones excepcionales, porque no podían ser por concurrencia competitiva. Y la segunda, todo lo que fueron las inundaciones, subvenciones excepcionales, que tampoco podían ir por concurrencia competitiva. Entonces, estamos verificando los informes de los técnicos del Servicio de Arquitectura y Urbanismo (SAU) con la Junta de Andalucía para saber si lo que piden los ayuntamientos, que lo pidieron porque lo necesitaban, se ajusta a las necesidades técnicas. Y repartiremos proporcionalmente. Me parece una manera de hacer oposición un poquito discutible. -Defiende que hay que mejorar la capacidad eléctrica y la conectividad en la provincia. ¿Se sabe algo de la nueva planificación eléctrica del Gobierno? -Desde el anuncio de la ministra en Sevilla no sabemos absolutamente nada y la conexión es vital de cara al Guadiato y al norte, por lo que supone para el desarrollo inminente de esa zona y porque hay perspectivas de inversión muy atractivas. Y en la zona sur tenemos que reforzar la capacidad energética, porque ahora mismo estamos de moda con la logística, de todo lo que es la aplicabilidad de las tecnologías en los talleres. Podemos aprovechar también el hidrógeno verde, porque tenemos talleres de montaje que pueden perfectamente aprovechar esa oportunidad. En Dos Torres hay empresarios que se dedican al forjado y están exportando a los países árabes. -¿En qué sentido puede verle la punta a la Base Logística del Ejército de Tierra (BLET) la provincia? -La BLET no son solo tanques. En el mundo militar la varilla del abanico es impresionante. Tenemos una empresa en Lucena que produce agua. Tú no te vas a unas maniobras al Líbano para beber agua embotellada de allí porque puede estar envenenada. ¿Qué haces? Pues llevarte una máquina que hace una empresa de Lucena para garantizar la seguridad de tus soldados. El tanque, si me apuras, es lo de menos. -¿Dónde ve el futuro de la provincia? -Además de tener dos universidades de las que nos tenemos que sentir muy orgullosos por su capacidad de investigación e innovación, en lo que estamos entrando ahora es en la transferencia hacia el tejido productivo. Creo que la gran herramienta de transformación de Córdoba es la FP, la economía dual es vital. Hoy un fontanero o un calderero tiene mayor proyección que un abogado. El sistema retráctil, un tema de la luminaria de un edificio público muy importante en Córdoba, no lo arreglaron los arquitectos que lo habían diseñado, lo arregló un jefe de obra que tenía 60 años, con un puro en la boca y con un tornero de La Rambla. -¿Van a dar algún paso más en la reivindicación de la conversión de la N-432 en autovía? -Claro que sí, los grandes corredores tienen que estar ahí y la conectividad es fundamental. En lo digital no tenemos motivo para quejarnos, estamos más conectados que Europa; lo que tenemos que tener son los grandes corredores. -Córdoba sigue sufriendo pérdida de población. ¿Cómo se está abordando ese tema? -Este año hemos puesto un millón de euros para ayudar a la natalidad. Hemos pedido ayuda a Cáritas para que nos hagan de altavoz y poder ayudar a los que menos tienen informándoles de esas ayudas. Eso está bien para comprar una cuna, para ayudar un poco, pero eso no ayuda a fijar la población. Para frenar la despoblación tenemos, además, que dar oportunidades y prestar servicios básicos, estar bien conectados físicamente y tener equipamientos. Con equipamiento y servicio, tienes oportunidades. -¿Cuántos kilómetros se ha hecho en estos dos años? -Menos de lo que quisiera porque he estado centrado en los grandes problemas, en la gestión. Eso sí, a La Colada y Sierra Boyera he ido todos los meses, pero he incumplido mi promesa de visitar todos los pueblos. Pero es verdad que soy de gestión y el día que estoy fuera lo echo de menos y creo que se está perdiendo algo. -Finalmente, ¿qué planes tiene para el solar-aparcamiento de la Diputación? -La idea es dejar el solar diáfano para ser multifuncional, es decir, seguir siendo un espacio para actividades de todo tipo, culturales, deportivas, como aparcamiento, y contemplamos la posibilidad de que también tenga uso público. Vamos a cambiar el perímetro, el vallado, para hacerlo más contextualizado urbanísticamente hablando con la plaza. Además, contemplamos la construcción de un edificio alargado, un lienzo pegado al ambulatorio y que en ningún caso taparía la fachada. -¿Y para qué serviría ese edificio? -Queremos vender el edificio del Instituto Provincial de Bienestar Social, en la calle Buen Pastor, y el de Rafael Botí y con esos recursos hacer el edificio del solar de la Diputación para llevarnos a ese personal a esas instalaciones. En la actualidad toda esa gente está muy dispersa. Tenemos que concentrarla lo más cerca posible. -Hace tiempo que no se le ve llegar a Colón con la vespa roja, ¿no le habrá afectado el síndrome del coche oficial? -No, jajaja, pero cómo es la gente, es que la tengo en el taller, la tengo en el taller... A veces vengo con una Piagio negra que es de mi hijo. -¿Dónde se ve dentro de dos años? -Me veo cumpliendo todo lo que en su día prometí: dejando una Diputación infinitamente mejor que la que me encontré. A a eso me voy a dedicar. Después no voy a hacer planes de futuro, porque ya no tengo la ansiedad de las cosas. Y eso te da una perspectiva distinta. En la política la ansiedad te crea muchos problemas. Yo, gracias a Dios, también por la edad ya, no tengo esa ansiedad. Y como no la tengo, la única prisa que tengo es la de gestionar. -Oiga, ¿y ganas de jubilarse no tiene tampoco? -No, porque no me veo jugando el dominó. Correr sí voy a correr hasta que pueda, claro, pero yo no sé hacer otra cosa más que trabajar. No quiero pensar en mi jubilación porque no me veo jubilado, pero que nadie me malinterprete. No me gusta esa vida, yo quiero estar distraído trabajando. Para mí el trabajo es una distracción. Yo me voy tres días o cuatro de vacaciones y el quinto estoy nervioso. Eso es un problema que tengo. Así he nacido y así me voy a morir. Pero que nadie entienda que me voy a perpetuar aquí, sino que el tiempo dirá. -¿En qué se centrará de aquí a 2027? -Ahora mismo estoy centrado en cumplir. Tengo un buen equipo, gente joven, gente que sabe lo que quiere y sabe perfectamente lo que puede hacer. Ya llevan dos años de rodaje y estamos afinando. Que duda cabe de que hay errores, pero son errores honestos. Y estamos intentando mejorar. ¿Cuál es el sentido de la vida? Dejar las cosas mejor que te las encontraste, eso es lo que te gratifica la política. Si ves que la gente mejora contigo y mejoras la vida de los demás, eso es lo más grande. La política te quita muchas horas, es verdad, pero yo me moriré trabajando. No lo digo con segunda lectura, no tengo afán de protagonismo. Ahora, ¡yo qué sé!, igual en el 2027, pues tranquilamente me dedico a otra cosa, pero para trabajar. No me veo jugando al dominó, ni matando al 6 doble.

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