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  • La despiadada revelación que angustia a algunos

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 29/06/2025 04:00

    La mayoría lo intuía, pero simultáneamente desconfiaban de que esto pudiera culminar siendo una cuota de justicia divina impensable antes. Eran escépticos y con sobradas razones. Demasiados experimentos históricos fracasaron a pesar de responder a las buenas intenciones de sus interlocutores. Esta vez la película se perfila de otro modo y quizás por eso la esperanza se afianza con cierta firmeza. Habrá que comprender que el facilismo está de retirada. Muchos personajes, los eternos picaros del sistema lograron pasarla muy bien haciendo poco y nada. Apelaron al tráfico de influencias, accedieron a negocios sin estrés, tuvieron alta rentabilidad de la mano de buenos amigos y un círculo vicioso que con el diario del lunes se torna hoy inadmisible. No solo sucedía esto en las grandes ligas, también ocurría en idéntica medida en todas las escalas, con gente de a pie que encontró un resquicio y consiguió una renta mensual que no requería de gran esmero. Solo había que rendirle pleitesía al poderoso de turno en una suerte de perverso intercambio de favores. Todos esos inmorales pudieron sobrevivir durante décadas bajo la misma lógica. Lo hicieron a expensas de casi todos sus conciudadanos, pero tampoco les importó demasiado a quienes perjudicaban. De hecho, su cinismo fue tal que se presentaban como solucionadores de la problemática social y defensores acérrimos del bien común, mientras se apropiaban de lo ajeno. Se les viene cayendo la careta hace rato. Hoy no les cree nadie y sus derrotas son festejadas por los que fueron esquilmados durante años sin pudor alguno. Todos están entendiendo ahora lo que pasó y lo importante que es encontrar una nueva dinámica más justa en la que el resultado tenga que ver con los sacrificios y no con los acomodos circunstanciales de la política mediocre. La leyenda decía que el país era así, que había que buscar padrinos para pasarla bien, que nunca eso iba a cambiar y por lo tanto lo vital era avivarse rápidamente ya que el más veloz lograría su cometido y los más lentos quedarían fuera del juego. El premio mayor lo alcanza el más astuto y no necesariamente el más capaz. Ese era el paradigma y por eso muchos se entrenaron bajo ese precepto superior. Bajo aquel contexto los “laburantes” fueron siempre los tontos de ese modelo. Ser trabajador no era una virtud y por el contrario intentar ese camino era una demostración empírica de falta de inteligencia. Los sagaces no necesitan hacer eso, afirmaban los indecentes crónicos. Todo eso está mutando hoy día, afortunadamente, más rápido de lo que cualquiera pudiera imaginar. Claramente, no se ha completado ese complejo proceso, pero indudablemente se ha iniciado el recorrido hacia lo que nunca debió dejar de ser la normalidad. Los que están asumiendo estas transformaciones vienen tomando nota de este nuevo esquema. Algunos lo hacen con celeridad mientras otros lo admiten al ritmo de los innumerables tropiezos y de las enseñanzas que emergen de cada fracaso. Lo trascendente es que lo que siempre debió ser el norte se está imponiendo. Bajo estos valores triunfarán los que mejor comprendan los parámetros de esta época, los que presten servicios u ofrezcan productos de calidad en las condiciones óptimas que un mercado cada vez más exigente espera. A los pillos se les hará todo muy cuesta arriba. No les resultará tan fácil engañar a sus víctimas, ni tampoco conseguirán pasar desapercibidos cuando insistan con sus andanadas de típicos despropósitos. A estas alturas sus actos son insultantes y tendrán represalias tarde o temprano. Más vale que los bribones reaccionen velozmente. Cuanto más rápido recapaciten más chances de supervivencia tendrán. Los que siempre remaron no tienen mucho por temer. En todo caso la tarea será adaptarse para acoplarse a los nuevos vientos, que son nuevos por aquí pero que son los de siempre en todo el mundo. Sin sacrificios acordes no habrá recompensa. Ese mandato que jamás debió desaparecer del radar hoy toma más fuerza que nunca. Los que ya lo sabían valoran que esta sea la dirección de esta era. Los que creyeron que podían subsistir sin empeño tendrán que recalcular y muy pronto, ya que de lo contrario su agonía será desgastante y absolutamente impiadosa. Se viene una etapa con ribetes bien distintos. Los que avizoraron esta impronta ya están en el carril adecuado y los que recién ahora se despiertan están a tiempo de tomar las decisiones correctas, aunque en el pasado hayan aprovechado ese instante mágico para sus crueles andanzas.

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