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Gualeguaychu » El Dia
Fecha: 29/06/2025 00:23
Esta semana la sensación térmica perforó los 0ºC y extendió el frío del invierno a cada rincón de la ciudad. Sin embargo, en algunos sectores, las bajas temperaturas se notaron más, y no porque hubiera menos grados, sino por la falta de recursos de su población para hacerle frente. Además, el Servicio Meteorológico Nacional emitió una nueva alerta amarilla para la semana entrante e indicó que “las temperaturas extremas pueden ser peligrosas, sobre todo para los grupos de riesgo, como niños y niñas, personas mayores de 65 años, con enfermedades crónicas”. Débora Fernández, presidenta de la Comisión Vecinal del barrio Los Espinillos, relató a Ahora ElDía cómo sobrellevan la situación: “Los vecinos se calefaccionan como pueden, el que tiene salamandra lo hace con eso y sino las familias tienen que conseguir algún tacho de lata y hacer un brasero. Estufa eléctrica no podemos tener porque termina quemando los cables, ya que las conexiones que tenemos no resisten el consumo; sino no queda otra que quedarse adentro de las casas temprano y tratar de estar lo más protegidos posibles. Esto recién comienza, vendrán fríos peores. Así que estamos pasando como podemos este invierno duro. Aún la Municipalidad se ha acercado por el tema del frío, lo que sí está haciendo todos los miércoles desde hace cinco semanas es entregar comida en el galpón del barrio”. “Hay vecinos que se calefaccionan con braseros porque las conexiones no soportan estufas eléctricas”, explicó Débora Fernández, presidenta de la Comisión Vecinal de Los Espinillos. En estas circunstancias, la labor de las organizaciones sociales, iglesias y Estado se vuelve indispensable para asistir a personas en situación de vulnerabilidad. Marcos Henchoz, director de Desarrollo Social, contó que en el último mes se compraron 150 frazadas para ser entregadas en los diferentes Centros de Atención Primaria de Salud (CAPS). Si bien durante todo el año trabajan con las poblaciones más desprotegidas, según Henchoz durante los meses de frío, aumenta la demanda de abrigo y calefacción: “Tenemos implementado a través de las trabajadoras sociales todo un sistema para solicitar ayuda, y nos han pedido garrafas no sólo para calefaccionar sino también para cocinar”. Por otro lado, las personas en situación de calle han constituido una problemática que, hasta hace unos años, era extraña para Gualeguaychú, pero que ahora es una triste realidad: “Se trabaja en la noche de manera articulada con algunas ONGs que facilitan la comunicación con estos vecinos. En lo particular, desde el Municipio tenemos un centro de atención integral, que está ubicado en Angeleli y Gabazo, en el barrio de Médanos, donde se brinda una asistencia completa a la persona. Cuando alguien ingresa, se le hace un chequeo médico en el hospital, que luego se continúa en los CAPS. La persona puede darse una ducha, tiene un plato de comida y un lugar para dormir. También se hacen las averiguaciones pertinentes sobre su situación real: si tiene familiares o si tiene problemas de salud mental o de adicciones. No lo llamamos refugio porque no es un lugar donde la persona va sólo a dormir, sino que se le brinda un acompañamiento integral; de hecho, intentamos que asista a los talleres de oficios para que más adelante pueda valerse por sí misma”, detalló Henchoz, quien aseguró que actualmente se le brinda esta contención a nueve personas con problemas de salud mental, que incluye a quienes tienen carnet de discapacidad y a los que tienen consumo problemático; y también a ocho adultos mayores, de los cuales tres no tienen familiares, mientras que el resto, a pesar de tenerlos, perdieron el contacto con su red de contención. “Estas personas son alojadas en tres dispositivos diferentes, ya que no es lo mismo una un adulto mayor, que una joven con problemas de adicción, por ejemplo. Según las necesidades, tenemos acuerdos con diferentes instituciones. También, hay que decir, que algunos vecinos se les ha ofrecido acompañamiento, pero no lo quieren: duermen durante el día, no pueden cumplir con la dinámica de cada establecimiento, ya que en cada uno de estos lugares tiene la obligatoriedad de la ducha y horarios para entrar y para comer. No tenemos la autoridad ni la competencia para obligar a nadie. En algunos casos en los que les brindamos la asistencia, notamos un cambio muy significativo, ya que vuelven a tener esperanza y fuerza para salir adelante”, afirmó Henchoz. A la hora de la comida, algunos de los vecinos que reciben este tipo de ayuda, son alimentados en los mismos dispositivos, mientras que otros, deben dirigirse a comedores y merenderos, que en total son 45. El rol de la iglesia y las organizaciones sociales Además del papel fundamental del Estado en estas circunstancias, también sobresale el de las instituciones religiosas y civiles. Un caso es el de Cáritas Gualeguaychú, organización de la Iglesia Católica que trabaja para dar respuesta a las problemáticas sociales que derivan de la pobreza, que durante la época invernal se dedica a hacer colectas y a confeccionar frazadas de acuerdo a las necesidades que reporta cada una de las parroquias. Juan Olivera, presidente de la Comisión local, contó: “Aunque no tenemos una colecta formal de abrigos, algunas comunidades organizan donaciones ante las necesidades que surgen. Además, se hacen acolchados para el invierno. Hay comunidades que lo hacen con lana y telas; otras, con recortes que luego se rellenan. Siempre estamos buscando estufas que las personas ya no usan para que las donen, principalmente aquellas que son económicas (las que funcionan con gas envasado), porque tenemos que brindar soluciones que las familias puedan sostener”. Asimismo, manifestó que son muy pocas las donaciones de ropa de cama que reciben porque a la mayoría de las personas no les sobra, por eso confeccionan ellos mismos los acolchados, que se van realizando según la demanda. “Hay lugares donde la necesidad es mayor. Trabajamos mucho en los barrios Santa Rosa, Don Ramón, Sagrado Corazón y en las zonas cercanas a San Francisco y San Juan Bautista. En el centro de la ciudad son menos las necesidades, sólo casos puntuales que aparecen. Lo que también podemos ver es que cuando llueve, muchas personas que hacen changas no pueden hacerlas y ahí notamos más la demanda. Hay una tendencia a que esta situación empeore y va a ser complicado dar respuesta. El dinero recaudado en la colecta anual de Cáritas sólo nos alcanzará para unos meses, pero no para llegar a fin de año”, apuntó Olivera. Por otra parte, Emilce Jara, referente de la organización social Los Troperitos, contó que lleva adelante una colecta solidaria para las familias más vulnerables: “Nos piden abrigos, camperas, bufandas, guantes, calzado, ropa de cama, acolchados o cobijas. Hay muchas personas que viven en asentamientos y sus viviendas están en condiciones muy precarias”. En la actualidad, Los Troperitos ayuda a familias en los barrios Pueblo Nuevo, Yapeyú, Trinidad, Villa María, Sabalet y en el asentamiento Tropas. “Sólo ayudamos a las personas que se acercan, escuchamos cuál es su problema y así nos familiarizarnos con las diferentes realidades. Hacemos únicamente colectas de ropa en invierno porque es la estación más cruel del año”, dijo Emilce y agregó que en el comedor ubicado en Los Troperos 1080 les dan de comer a 84 niños. Quienes deseen acercar alguna colaboración, pueden comunicarse al (3446) 581120, o dirigirse personalmente al merendero. La indiferencia no es una cualidad de caracterice a la ciudad y menos en tiempos tan hostiles. Por eso, la labor de las organizaciones sociales, las iglesias y el Estado cobra especial relevancia en momentos donde las personas más lo necesitan. La existencia de políticas públicas y una sociedad sensibilizada ante la crudeza de algunas realidades, constituyen pilares fundamentales de humanidad en tiempos donde algunas veces se pierde la esperanza en ella.
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