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» Data Chaco
Fecha: 28/06/2025 11:50
Juan Carlos Tuyaré. En líneas generales -en el contexto de las guerras en Medio Oriente- el mundo suele tener perspectivas equivocadas respecto de cuándo llegará la paz definitiva al mundo. Los que son presentados ante la opinión pública como profundos conocedores de conflictos mundiales por disputa de territorios, opinan con argumentaciones ajenas a la realidad, y son producto del profundo desconocimiento espiritual que se tiene sobre el presente y futuro de Israel. Alguno se puede preguntar ¿Y qué tiene que ver lo espiritual con el mundo material? y es una muy buena pregunta. La respuesta es que nada de lo material ocurre antes que lo espiritual. Y las guerras son producto de un desfasaje espiritual, que luego se transforma en hechos materiales. Israel es el único pueblo del mundo que fue formado por iniciativa divina y con un propósito especial. Se formó a partir de Abraham, y ocupó mientras se desarrollaba como nación, los territorios conocidos como la tierra prometida, conocida como Canaán; un espacio territorial mucho mayor del que ocupa en la actualidad; porque una y otra vez, guerras de por medio, lo fue perdiendo a manos de sus enemigos espirituales. Exterminados por su perversidad Al principio de la era humana, con el Diluvio universal, Dios aniquiló a la raza humana totalmente corrompida. También, un fenómeno natural destruyo por igual causa a las ciudades de Sodoma, Gomorra y otras vecinas. Asimismo, más tarde Faraón de Egipto y su ejército fueron arrojados al Mar Rojo. Posteriormente, los anteriores ocupantes de la tierra prometida fueron condenados al exterminio como castigo a su perversidad. Para el caso de Canaán, también conocido como la tierra prometida, por designio divino, las fuerzas de la naturaleza dejaron de ser empleadas para corregir conductas; y en su reemplazo, Dios utilizó a los israelitas como ejecutores de esa tarea. Así fue como, de la mano de Moisés, y posteriormente Josué y Caleb, esas tierras fueron conquistadas para las doce tribus de Israel, que habían sido formadas por los doce hijos de Jacob, todos ellos nietos de Isaac y bisnietos de Abraham, iniciador del pueblo de Dios. Épocas de esplendor En la época de brillo de Israel, su territorio; es decir, la tierra prometida, comprendía lo que hoy es Jordania, Siria, Líbano y el norte de Egipto. Nada parecido a lo que hoy es. Dicho de otro modo, desde el punto de vista bíblico, no es Israel quien toma territorios en la actualidad, sino que son sus vecinos quienes pretenden seguir sacándoselo, con la intención de hacerlo desaparecer. Debemos recordar que, ya en lo contemporáneo, después que Inglaterra abandonara su mandato sobre dicho país, el 15 de mayo del año 1948, fue proclamada la independencia del Estado de Israel. Como decíamos antes, el desconocimiento de la mayoría de los opinólogos mundiales, que desconocen, o descreen del rol de Israel en los planes de Dios, los lleva a informar equivocadamente a la población mundial, que siempre está más cerca del rechazo al pueblo escogido, que al reconocimiento que la tierra prometida es de Israel. Promesa de Dios Cuando Dios lo llama a Abraham, le dice: "Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas la naciones de la tierra" La palabra de Dios es terminante en cuanto a la suerte que le tocará a quienes estén contra Israel. Jamás la podrán destruir como nación; al contrario, según el relato bíblico, todos aquellos que la ataquen, serán destruidos, no importa cual potencia militar crean que son. Podrá Israel perder batallas, pero jamás la guerra. Pero al final de los tiempos habrá una batalla donde Israel derrotará y aniquilará a una gran coalición de naciones enemigas; y luego, se establecerá el reinado de Jesús sobre la Tierra y recién entonces reinará la paz mundial por mil años. Por todos estos motivos, aún no estamos en el tiempo de alcanzar la paz mundial. Pero lo que sí se puede conseguir es la paz individual. Esta proviene de un encuentro genuino con Jesús. Lo puede hacer cualquiera persona que así lo crea. La paz es un estado espiritual que sobrepasa a las aflicciones cotidianas.
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