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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 28/06/2025 02:36
Faustino Oro sueña con ser campeón mundial Inteligencia, respeto, responsabilidad son algunas de las cualidades que transmite este juego milenario y de origen incierto; sus valores suelen ser un vínculo atrayente en el mundo del marketing, para que las empresas los asocien a sus marcas. Por ello, la fulgurante aparición del pequeño Faustino Oro, de 11 años, un niño extrovertido, genuino y desfachatado, que cada día luce más feliz de hacer lo que más le gusta, no pasa inadvertido por el mundo de los negocios. Apostar por el futuro de “El Messi” del ajedrez se ha convertido en una gran jugada. En ese contexto, Faustino Oro, el niño argentino que posee una capacidad asombrosa para jugar ajedrez, logró el apoyo de una importante empresa multinacional de origen argentino para patrocinar su carrera. Aunque aún algunos no asimilen bien su popularidad, la presencia de Faustino Oro en el mundo del ajedrez se trata, sin dudas, de uno de los mayores deslumbramientos que registra esta actividad con más de 15 siglos de historia documentada y que en Argentina se practica desde hace 400 años. Su figura, cada día más alta y delgada, acompañada de una risa contagiosa atrapa la atención de neófitos y avezados del juego. Lo saludan y felicitan, maestros ajedrecistas y aficionados. Le piden autógrafos, lo buscan para un selfi. En las mejores competencias internacionales, el presidente de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE, según el acrónimo francés), el ruso Arkady Dvorkovich, luce junto a Faustino para ejecutar el movimiento oficial de inauguración. “Todo esto lo tomo bien. Creo que me gusta ser famoso y que la gente me quiera y me salude. Lo tomo con felicidad porque la gente y mis rivales también me respetan”, contó el niño que comenzó a jugar al ajedrez hace 5 años y hoy es Top Ten en Argentina y una de las mayores promesas a nivel internacional. Como parte de la presentación con su nuevo sponsor, el joven talento, en poco más de una hora, se enfrentó en una exhibición simultánea con reloj contra 20 ajedrecistas (todos ellos pertenecientes a la empresa y previamente seleccionados) dando una asombrosa prueba de concentración, memoria y reflejos, recorriendo a una velocidad vertiginosa, los casi 18 metros que lo separaban de un extremo al otro en el recinto de juego, desde el primero al último de los tableros. Es que Fausti -como lo llaman sus familiares y amigos- contaba con 50 minutos para completar el desafío ante sus 20 rivales, ellos, en cambio, tenían 15 minutos cada uno. Respondían y ponían en marcha el reloj del pequeño crack que recién se detenía cuando regresaba a ese tablero después de completar la vuelta. Sus muecas y ademanes, el acomodamiento de sus gafas a colores, y su pequeña figura desplazándose a la carrera por el salón cautivó a todos los observadores de la escena. ¿Cómo un niño puede jugar de esta manera, corriendo entre las mesas y deteniéndose apenas segundos para elegir y ejecutar un movimiento mientras sus rivales lo aguardan cómodamente sentados? Quizás aún más sorprendente hubiera sido para ellos, que ese niño hasta podría haberlos desafiado jugando a ciegas, es decir de espalda y sin necesidad de ver el tablero. Pero esa es otra historia. Lo cierto es que tras algo más de una hora, Faustino, algo exhausto por el continuo andar por el salón, completó su faena de muy buena manera: cosechó 18 victorias, un empate y sólo una derrota (perdió por tiempo). El traspié no le modificó el humor. Faustino quiere dedicar su vida al ajedrez “Jugar al ajedrez me divierte; mi sueño es dedicarme a esto. Paso a paso para llegar a ser campeón mundial. Pero lo más importante es que me divierta, sino no sirve. Disfruto de jugar ya sea contra un experto o un aficionado”, afirmó. Luego de la exhibición, Fausti, nacido en el barrio de San Cristóbal, simpatizante del club Vélez Sarsfield, y que reside en Badalona junto a sus padres, habló de su actualidad y de sus sueños. Le dijo a Infobae: “Para llegar a los más alto hay que pasar por las tristezas y alegrías; a todos les pasa. Uno tiene que saber que se va a caer, pero lo importante es saber levantarse”. -Fue un semestre duro, con muchas derrotas y sobre el final estuviste muy cerca de tu primera norma de gran maestro -La primera parte en los torneos de Tata Steel, Djerba y Punta del Este no estaba bien; me deprimí un poco por jugar mal, y en lo único que pensaba era en cómo mejorar. Después llegaron los torneos de Alicante, Menorca y Emiratos Árabes y se me escapó tres veces la norma; en dos por medio punto y en el último por un punto. Necesitaba sumar un punto en los dos últimos juegos y perdí las dos partidas. Fue muy triste. -¿Te pone triste no lograr el récord de ser el gran maestro más joven de la historia? -No, para nada. No me importa el récord, si se da, mucho mejor, porque sería maravilloso, pero lo importante es lograr el título, si llega antes de febrero del año próximo o después da igual. -Dijiste que no te molestan las comparaciones ni con Messi y otros grandes jugadores, ¿sabías que Bobby Fischer dijo que su ajedrez se volvió fuerte a los 11 años? La misma edad que la tuya. ¿Y cómo es tu ajedrez? -Bueno (risas), creo que soy bastante duro, experimentado, que juego decentemente. Sí, antes también jugaba bien, aunque siempre intento hacerlo mejor. Pero sí, me considero también un jugador fuerte a los 11 años. -En cada charla o entrevista hablas de tu sueño de ser campeón mundial. ¿Con quién te imaginas jugando esa final? -Bueno, ser campeón mundial es el objetivo a largo plazo, antes en el paso a paso está ser gran maestro y después vendrán otras metas. Pero de llegar a esa final, a ver… debería pensarlo (risas), tal vez debería serlo con algunos de los más jóvenes del circuito. Tal vez en 8 o 9 años me imagino jugando la final con un ajedrecista indio. La cadena de favores parece haber llegado también al mundo del ajedrez; la toma de conciencia de cómo se puede incidir positivamente en el bienestar de otro. Aunque se trate de sólo un niño, de 11 años, con una capacidad asombrosa para jugar al ajedrez. Faustino Oro, el verdadero hacedor.
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