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  • ¿Cómo seguir aprendiendo? Estas son todas las maneras en que las personas pueden formarse hasta los 100 años

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 27/06/2025 04:39

    El acceso a la formación continua se expande gracias a programas breves, plataformas digitales y tecnologías como la inteligencia artificial generativa.—(Imagen Ilustrativa Infobae) En un pasado no muy lejano, las trayectorias profesionales solían ser lineales y predecibles. Una persona se formaba para ejercer un oficio o profesión concreta —como mecánico, panadero o delineante— y, salvo excepciones, su vida laboral se desarrollaba en ese ámbito únicamente. Es común escuchar historias de personas de la tercera edad que solo fueron contadores o oficinistas en más de 30 años laborales, y que además, siempre lo hicieron bajo los mismos métodos. Sin embargo, el panorama ya no es el mismo en la actualidad. De hecho, se considera que el cambio en la educación es drástico gracias a las tecnologías de la información y la comunicación, junto con las demandas de un mundo laboral en constante evolución, que transforman la manera en que las personas acceden al conocimiento y desarrollan sus competencias. Hoy en día, la formación ya no es un evento puntual, sino un proceso continuo, accesible y cada vez más personalizado. El concepto de “aprendizaje a lo largo de la vida” se consolida como un derecho y una necesidad, integrando no solo la educación formal, sino también experiencias no formales e informales que contribuyen al desarrollo personal, social y profesional. Hoy en día, el mismo trabajo exige que las personas sean innovadoras en su forma de hacer las cosas, y al mismo tiempo, las demandas del mundo, hacen que los empleos deban volcarse a nuevas vertientes. Educación flexible y a la carta, una tendencia en expansión La educación ya no se limita a las aulas: las microcredenciales y las herramientas de IA permiten aprender de forma flexible, rápida y orientada al empleo. —(Imagen Ilustrativa Infobae) En las últimas décadas, la oferta de formación continua se ha diversificado de forma significativa. A los tradicionales programas presenciales se han sumado cursos en línea, itinerarios híbridos, microformaciones y certificaciones específicas diseñadas para responder a las necesidades del mercado laboral actual. Plataformas digitales facilitan el acceso masivo a programas de formación de alta calidad, mientras que universidades e instituciones técnicas comienzan a ofrecer rutas de aprendizaje personalizadas, basadas en resultados medibles y orientadas a la empleabilidad. Según datos recientes, el 76 % de los adultos en el mundo considera que la educación debe adaptarse a lo largo de toda la vida, y más del 60 % ya participó en algún tipo de formación posterior a la educación obligatoria. Esta tendencia se aceleró especialmente en sectores como las tecnologías de la información, la ciberseguridad o la inteligencia artificial, donde la actualización constante de conocimientos es imprescindible. Una de las transformaciones más relevantes en el ámbito educativo es la expansión de las llamadas microcredenciales, que son certificaciones breves y focalizadas permiten acreditar competencias específicas, adquiridas tanto en entornos formales como informales, de forma rápida, flexible y con reconocimiento internacional. Instituciones de prestigio como Harvard, el MIT o la UNED ya integran programas de microcredenciales en su oferta educativa. En muchos casos, no se exige contar con una titulación previa, lo que democratiza el acceso al aprendizaje especializado. Para los estudiantes y profesionales, las microcredenciales representan la posibilidad de diseñar su propio itinerario formativo, modular y adaptable, alineado con sus objetivos y las demandas del mercado. IA generativa, una herramienta para revolucionar el aprendizaje Las microcredenciales y la inteligencia artificial permiten a los adultos actualizar sus habilidades de manera flexible, accesible y en cualquier etapa de su vida. —(Imagen ilustrativa Infobae) La inteligencia artificial generativa (IAG) está emergiendo como un motor de cambio en la educación continua. Herramientas como ChatGPT de OpenAI, Gemini de Google o Claude de Anthropic son capaces de generar contenido textual, visual, de programación y análisis de datos a partir de simples instrucciones humanas, abriendo nuevas posibilidades para la enseñanza y el aprendizaje. Diversos estudios han demostrado que estas tecnologías pueden desempeñar funciones como tutores virtuales, generadores de materiales didácticos, asistentes de redacción o facilitadores de simulaciones interactivas. Además, permiten personalizar la experiencia educativa en función del ritmo, estilo y nivel de cada persona, lo que contribuye a mejorar la retención de conocimientos y la motivación. Sin embargo, el uso de la inteligencia artificial en el ámbito educativo también plantea retos. Entre ellos, destacan la necesidad de desarrollar el pensamiento crítico, evitar la dependencia tecnológica y garantizar un acceso equitativo a estas herramientas, de manera que no se amplíe la brecha digital existente. La combinación de inteligencia artificial generativa y microcredenciales está configurando un ecosistema educativo más dinámico, modular y personalizado. Ya es posible, por ejemplo, utilizar algoritmos de IA para analizar las habilidades previas de un estudiante, identificar brechas de conocimiento y diseñar automáticamente itinerarios formativos adaptados a sus necesidades. Del mismo modo, las plataformas que ofrecen microcredenciales están incorporando sistemas de recomendación basados en IA, capaces de sugerir rutas de aprendizaje, contenidos y certificaciones en función de los intereses y el perfil de cada usuario. Esto facilita una formación más precisa, eficiente y centrada en el individuo. No obstante, este nuevo panorama no está exento de riesgos. La mercantilización de la educación, el uso opaco de algoritmos y la exclusión de sectores vulnerables son desafíos que deben abordarse con urgencia. Las instituciones educativas y los responsables políticos tienen la responsabilidad de establecer marcos éticos y pedagógicos que garanticen la calidad, la equidad y la transparencia en el uso de estas tecnologías. Además, es fundamental promover una cultura de aprendizaje permanente que no se limite al desarrollo de competencias técnicas, sino que también incluya habilidades socioemocionales, ciudadanas y de pensamiento crítico.

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