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» Infodia
Fecha: 25/06/2025 11:55
Hace 47 años, la selección argentina conseguía su primer Mundial en medio de un contexto barroso, donde deporte y política se mezclaron en un solo combo. Un gran equipo que ganó su título en la cancha para desatar un festejo sin precedentes. El capitán Daniel Passarella alzó el trofeo de oro y el país desbordó de alegría en una movida que enseguida se definió como “la fiesta de todos”, un calificativo imposible de rebatir en esos días de júbilo pero que, sin dudas, no contempló la realidad de una minoría ajena a semejante “banquete”. En aquella tarde invernal de 1978, fuimos muchos más quienes salimos a las calles a celebrar el impacto inmenso de una conquista sin precedentes en la historia del deporte argentino. Es justo reconocer que pocas veces la gente ganó las calles con tanta felicidad como ese domingo 25 de junio de 1978, cuando la selección argentina venció a Holanda 3-1 para coronar un sueño que, hasta entonces, parecía irrealizable. Claro, tampoco debe obviarse que muchos de los participantes de esa algarabía generalizada teníamos vendados los ojos impidiéndonos percibir el contexto político que rodeó a nuestra primera estrella. El Mundial ‘78 quedó para siempre asociado a los mitos, las mentiras, las sospechas y al momento histórico imperante fuera de la cancha. Como ninguna otra edición -ni siquiera la de Italia ‘34 con Benito Mussolini en el poder- al torneo jugado en nuestro suelo le resulta casi imposible centrarse en lo ocurrido dentro del rectángulo de juego. Porque fue el vehículo de propaganda de los usurpadores del poder, pero también de quienes lo combatían. De los que estaban a favor, y de quienes estaban en las antípodas. Fuente La Voz
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