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    Concepcion del Uruguay » 03442noticias

    Fecha: 25/06/2025 11:23

    Concepción cumple 242 años, se acerca a los dos siglos y medio, atravesando en su camino cambios en su fisonomía, en su crecimiento, desordenado, poco planificado, con moles que se levantan repletas de cemento. Es una competencia de colosos económicos que transforman el paisaje, otrora barrial, en grises aburridos, sin identidad, como producidos en serie. Todo crece desproporcionado, sin gusto, chato y feo, mientras otros la pasan mal, verdaderamente mal en barrios sin servicio básicos, con comedores comunitarios bancando la parada, brava por estas horas. Un progreso rabioso, intenso, desordenado y, por sobre todo, desigual, como el país. Cuando uno anda revisando nostalgias, caras que ya no están, casas que son hoy montañas de escombros, de repente, aparece esta foto, que retrotrae la ciudad a los inicios de los 80, como para trazar paralelismos y otras yerbas. El gurí es un canillita y estoy seguro que es un domingo, por la “parada”, por el grosor del paquete que tiene abrazado. Y lo abraza porque significa parte del “morfi” de la familia, del alivio para los viejos y algún juguete o útil para la escuela, de él y de sus hermanos. Y está lloviendo, porque se nota la bolsa de nylon para que el diario no se moje, se arruine y se quede sin ventas. La “parada” es la Galarza. El paredón de atrás es hoy una mole de cajeros automáticos del Bersa y la bajada de autos lo mismo. El gurí mira a la cámara, estoy seguro que lo conozco. La mira desafiante, seguro, orgulloso aunque sin saber que en esa edad no debería estar ahí sino en un campito jugando con amigos. Pero ya está. Deben ser los arranques de los 80, el retorno a la democracia. El gurí carga una pila de La Calle, el único diario en esa época, antiperonista y pro milico, con editoriales que, publicadas hoy, serían apologías del delito, pero en esos tiempos eran bienvenidas, hasta por muchos republicanos que hoy aún siguen con el tachín tachín, mientras intentan justificar atropellos de una justicia dirigida. En ese domingo ochentoso, seguramente habrán sido tapa el dominio del Atlético Uruguay que llegó al Torneo Nacional que trajo a River y Huracán al Plazaola, los últimos aceleres de la Fórmula Entrerriana y algún suelto nacional. El Gurí vendió todos, porque en esos tiempos la tirada del domingo era importante, los viejos salían a dominguear de mañana, volviendo con el diario bajo el brazo a los tallarines del domingo. Es la vereda del Entre Ríos. Llamativamente no se ve ningún auto estacionado en el lugar, algo imposible para los tiempos que corren, en una plaza moderna, rodeada de cafeterías y con otra mole cementera levantándose donde estuvo en nuestra niñez una calesita, donde hasta hace poco funcionaba una feria de emprendedores que le ponía calor, arte y encuentros los fines de semana. El gurí sigue mirando desde ahí, en un blanco y negro ya casi gris, acaso previendo los tiempos que corren, insensibles, violentos, egoístas, otro festival del sálvese quien pueda mientras van amarrocando los de siempre. Pasaron 40 y pico de años de esa foto, esperando colores que por momentos tuvimos, por otros no, acompañando avances lógicos, padeciendo ambiciones desmedidas, soportando dedos que pedían ejemplos que nunca dieron, continuando con el derrotero “anti” que todos sabemos. La foto sigue detenida en el tiempo, que fue otro, distinto al de hoy. Ese diario, La Calle, languidece entre las nuevas tecnologías y la propia impericia de quienes lo manejaron, la ciudad se extendió hacia el oeste y el norte, pasando la propia ruta 14. Apellidos que resisten, otros que no están y algunos cayendo en el olvido. Y el gurí nos sigue mirando desde esa foto, paquete en mano, bajo la lluvia de ese tiempo, con su vida entre más nubes que cielos limpios, con lo poco que para él era suficiente mientras lo mucho, lo bastante, lo desmedido, siempre fue (y es) para otros. Y pasaron generaciones, pasaron fútbol, drogas, muertes, asesinatos sin resolver, dolorosos, estafas pequeñas y medianas, pasó Yabran acá cerca, pasó Menem primero, pasó Néstor después allá en la Defensa Sur, pasaron quejosos del estado mientras viven de el, grandes museos y poca gente, pasaron saqueos y saqueos, saqueos de gente desesperada y saqueos de los otros, los que pasan delante nuestro siempre. Nos quedan los ex combatientes, orgullo de la ciudad, entre otros muchos y muchas. Y un río, un río que pasa y pasa, que nos cobija y quiere, que maltratamos y amamos, como un corazón nuestro que corre al ritmo de la ciudad aunque nos advierte, muchas veces, de su cansancio, mientras corre y corre. Y seguimos. Firmes en el intento de ser mejores, aunque terminamos atrapados en moles de cemento que todo lo transforman, lo vuelven blanco, negro, gris, como el guri de la foto que nos mira mientras deseamos, acaso con culpa compartida, que su vida haya mejorado. Ojalá haya pasado eso, ojalá la ciudad toda haya honrado el crecimiento y la vida de ese gurí, porque eso significa que aún tenemos una identidad como comunidad, como vecinos a pesar del cemento y la desidia a la que nos empujan los mercaderes de siempre. Foto: Pablo Bianchi Texto: Pipo

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