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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 24/06/2025 20:32
En la Selva Misionera, el monitoreo binacional de 2024 arrojó una media de 84 yaguaretés, lo que representa una baja respecto a los 93 de 2022, y enciende alertas sobre el futuro del felino más grande de Argentina, hoy en peligro crítico de extinción En la espesura verde y húmeda de la Selva Misionera, el rugido del yaguareté comienza a escucharse cada vez menos. El felino más imponente de América, símbolo viviente de la biodiversidad del continente, enfrenta una nueva amenaza silenciosa. Un nuevo relevamiento científico reveló que la población de yaguaretés en estas selva, la más grande de Argentina, descendió a una media de 84 ejemplares, frente a los 93 registrados en 2022, lo que enciende una señal de alerta para la conservación de esta especie en peligro crítico de extinción. El estudio, presentado el 24 de junio de 2025 en Posadas, se realizó en el marco de la Reunión Ordinaria del Comité de Gestión del Plan Nacional de Conservación del Monumento Natural Yaguareté y fue liderado por la Fundación Vida Silvestre Argentina junto a investigadores del CONICET nucleados en el Proyecto Yaguareté (CeIBA – CONICET). La Selva Misionera, ubicada en el noreste argentino, alberga actualmente entre 64 y 110 yaguaretés, con una media estimada de 84 individuos. Este dato surge del más reciente estudio binacional de monitoreo poblacional realizado en Argentina y Brasil, y representa una leve disminución tras un período de crecimiento y estabilidad. La cifra preocupa a los especialistas, ya que rompe la tendencia positiva lograda en las últimas dos décadas gracias a esfuerzos coordinados de conservación. El anuncio, realizado por la Fundación Vida Silvestre Argentina y el equipo del CONICET, se enmarca en más de 20 años de trabajo conjunto por la protección del yaguareté. Para ambas organizaciones, el resultado “despierta una luz de alarma en cuanto a la sostenibilidad del felino más grande de Argentina”. Lucía Lazzari, coordinadora del programa Bosques de la Fundación Vida Silvestre Argentina, advirtió: “El yaguareté es un indicador de la salud del ambiente, esta leve disminución refleja una presión creciente sobre nuestros ecosistemas. Es clave que las autoridades y la sociedad en su conjunto redoblemos su compromiso con su conservación”. Lazzari subrayó la necesidad de reforzar el trabajo integral sobre las áreas naturales protegidas de Misiones, con especial atención a la cacería y los conflictos entre yaguaretés y animales domésticos, y reclamó mayor financiación y atención por parte de las autoridades para los parques provinciales y nacionales. Yaguaretés en peligro en selva misionera Por su parte, Agustín Paviolo, investigador independiente del CONICET y líder del Proyecto Yaguareté, recordó: “Entre 2006 y 2018, a través del trabajo coordinado de organizaciones gubernamentales, ONGs y científicos, logramos duplicar el tamaño de la población de Misiones, sin embargo, estas nuevas estimaciones nos muestran que no podemos reducir los recursos y esfuerzos para su conservación porque podemos perder todo lo logrado anteriormente”. El monitoreo poblacional de la especie comenzó en 2003, cuando la población apenas alcanzaba los 40 individuos. Desde entonces, gracias a acciones de conservación, gestión territorial, comunicación y educación ambiental, se logró duplicar y estabilizar la población. En 2018, la estimación alcanzó los 105 ejemplares, pero los resultados actuales evidencian que la situación sigue siendo frágil y exige respuestas sostenidas y fortalecidas. A pesar de la reciente caída, Misiones mantiene la población de yaguaretés más grande de Argentina. Las principales amenazas para el yaguareté en la región incluyen la cacería —actividad prohibida y penada por ley en Misiones—, los conflictos con ganado y animales domésticos en zonas rurales cercanas a áreas protegidas, el atropellamiento de fauna en rutas y caminos que atraviesan la selva, y la reducción y fragmentación del monte. En Argentina, la especie está considerada en estado crítico de extinción. El yaguareté (Panthera onca) es el felino más grande del continente americano y el tercero a nivel mundial, después del león y el tigre asiático. Su conservación resulta fundamental no solo para la protección de una especie emblemática, sino también para mantener los bosques saludables, las reservas de carbono, la biodiversidad, la disponibilidad de agua y el patrimonio natural y cultural. El relevamiento de 2024 cubrió más de 570.000 hectáreas entre Argentina y Brasil con 267 estaciones de muestreo, lo que equivale a una superficie 27 veces mayor que la Ciudad de Buenos Aires, demostrando el esfuerzo técnico y logístico para estimar la población de yaguaretés El monitoreo de la población de yaguaretés se realiza cada dos años desde hace más de dos décadas, en una iniciativa binacional que involucra a científicos del Instituto de Biología Subtropical (UNAM – CONICET) en Argentina y el Proyecto Onças do Iguaçu (ICMBio – Brasil), con el apoyo de la Fundación Vida Silvestre Argentina, WWF-Brasil y otras organizaciones. La estimación poblacional se desarrolla en el mayor remanente de Bosque Atlántico del Alto Paraná: la Selva Misionera, el Parque Nacional do Iguaçu y el Parque Estadual do Turvo en Brasil. El relevamiento se basa en el análisis de imágenes captadas por cámaras trampa distribuidas en el área de estudio. Estas cámaras fotográficas se activan por movimiento cuando un animal pasa por delante, y toman una fotografía o un video. Las imágenes permiten estudiar y documentar la salud de la selva al registrar la presencia de diferentes especies. En el caso de los yaguaretés, cada ejemplar se identifica por el patrón único de manchas de su pelaje, similar a las huellas dactilares humanas. A partir de esta información, los investigadores aplican modelos matemáticos que permiten estimar la población con un mínimo y un máximo posible de individuos en un área determinada. El monitoreo coordinado entre Argentina y Brasil responde a una realidad ecológica: la fauna del Bosque Atlántico del Alto Paraná no reconoce fronteras y utiliza la continuidad de selva que aún se conserva entre ambos países. El seguimiento individual de los yaguaretés, posible gracias al patrón de manchas y al uso de collares satelitales, ha permitido documentar historias emblemáticas, explican los expertos. La disminución en la población de yaguaretés rompe la tendencia positiva lograda desde 2003, cuando apenas quedaban 40 ejemplares, año en que comenzó un monitoreo sostenido que permitió duplicar y estabilizar la población durante dos décadas Hendú, un macho identificado en 2020 en el Parque Nacional Iguazú de Argentina, fue registrado en Brasil en 2024. Gracias al esfuerzo conjunto de los equipos de investigación de ambos países, se le colocó un collar satelital que permitió observar en tiempo real su regreso a territorio argentino, y sus movimientos continúan bajo monitoreo. Kunumi, una hembra también equipada con collar satelital, cruzó el río Iguazú y fue registrada en zonas de alta concurrencia turística, como el área Cataratas, incluso fotografiada desde paseos náuticos, lo que demuestra la convivencia entre fauna silvestre y actividad humana. Perí, un joven macho de aproximadamente tres años, hijo de una yaguareté llamada Angá, nació y fue siempre registrado en Brasil, pero durante este monitoreo fue fotografiado en la Reserva Forestal San Jorge, al sur del Parque Nacional Iguazú, evidenciando una dispersión significativa en la búsqueda de territorio propio y el uso de los corredores. El trabajo conjunto del CONICET y la Fundación Vida Silvestre Argentina desde hace más de 20 años permitió duplicar la población de yaguaretés hasta alcanzar 105 ejemplares en 2018, aunque los datos recientes muestran que los logros aún son frágiles A estos casos se suman registros de individuos conocidos por sus movimientos transfronterizos, como Araucano, un gran macho que cruza habitualmente entre ambos países, y Urupé, cuya primera aparición fue en Brasil y que también fue fotografiado en Argentina. Estas historias demuestran cómo los yaguaretés dependen de la conectividad del paisaje para sobrevivir. El Corredor Verde de Misiones y su continuidad con áreas protegidas de Brasil resultan esenciales para garantizar el futuro de esta especie en peligro de extinción. Los datos obtenidos a través de cámaras trampa y collares satelitales no solo revelan las historias de vida de estos grandes felinos, sino que constituyen insumos fundamentales para diseñar estrategias de conservación eficaces a escala regional. Conservar los corredores de biodiversidad implica asegurar el equilibrio de toda la selva misionera y la supervivencia del yaguareté, símbolo de la riqueza natural del continente americano.
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