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  • Las confesiones de Juan Carlos Onganía: el dictador que nunca se arrepintió y su fugaz candidatura a presidente en 1995

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 24/06/2025 04:54

    Juan Carlos Onganía fue parte de la dictadura que derrocó a Arturo Illia -¿Se reconoce un dictador? -Sí, pero no de una dictadura terrible como la actual. Este gobierno no tiene política. Todo se basa en la economía. No puedo entender el ajuste salvaje que está haciendo. Corrían los primeros meses de 1995 y ya se vivía el característico clima previo de las elecciones nacionales. Carlos Menem era presidente y aspiraba a su reelección, esta vez con Carlos Ruckauf como vice, para intentar un segundo mandato. Su principal rival era el mendocino José Octavio Bordón, acompañado por Carlos Chacho Alvarez, representando al FREPASO (Frente País Solidario). Pero entre tantos otros, también se presentaba para sorpresa de muchos el militar Juan Carlos Onganía, el mismo que había sido presidente de facto derrocando al radical Arturo illia en 1966 e interrumpiendo por la fuerza su gobierno democrático. Las entrevistas con los candidatos se sucedían en los medios, y en aquel momento histórico tuve la posibilidad de dialogar con aquel dictador que ahora quería someterse en democracia al voto popular. La charla sucedió en su residencia de Boulogne con la presencia de sus colaboradores de campaña y de Enrique Peña, su yerno y por entonces coronel retirado. Onganía aceptaba las preguntas, pero era evidente que la mayoría le molestaban, lo exasperaban, como con la que decidí presentar esta nota, aunque ese día fue la de la despedida, respetuosa pero para nada simpática, que de alguna manera describe el clima cargado que reinó en todo momento, y que en alguna que otra oportunidad hizo peligrar su continuidad. Onganía candidato de la democracia -¿Para qué quiere ser presidente?, fue la pregunta inicial, de muchas, para buscar saber por qué intentaba mezclarse en cuestiones políticas a los 81 años. -Para mejorar la gravísima situación que vive el país. Juan Carlos Onganía asumió el poder en 1966 -¿A usted qué modelo de país lo atrae? -El que desarrollé en mi gobierno, que era sólido, no como el de ahora. Hoy la ciudadanía no sabe a quién votar. Y si lo sabe es porque está dirigida por la publicidad, por temores... A esta altura vale detallar que el entonces general Juan Carlos Onganía dio un golpe de Estado el 28 de junio de 1966, que derrocó al presidente Arturo Illia, dando inicio a la dictadura autodenominada “Revolución Argentina”. Una de las primeras medidas de este gobierno fue la intervención de las universidades nacionales, incluida la UBA. Así, tan solo un mes después de asumir, precisamente el 29 de julio, la policía irrumpió violentamente en varias facultades, desalojando a estudiantes, profesores y autoridades que se resistían a la intervención. Los efectivos realizaron numerosas detenciones y reprimieron a los presentes a golpes con sus palos, por eso se la llamó “La noche de bastones largos”. Las consecuencias fueron graves porque generó una masiva “fuga de cerebros”. Muchos profesores e investigadores destacados renunciaron a sus cargos o fueron cesanteados y emigraron al extranjero, especialmente a América Latina, Estados Unidos y Europa. Del Cordobazo a La Noche de los Bastones Largos Otro episodio que marcó a fuego aquel período dictatorial ocurrió a fines de mayo en 1969 en la ciudad de Córdoba y se lo llamó “El Cordobazo”, uno de los mayores levantamientos de la historia. Fue un estallido popular que continuó a otras grandes movilizaciones estudiantiles, acompañadas por obreros en Corrientes, Tucumán y Rosario. Todas reprimidas con violencia por la dictadura militar que generó muertos. Las revueltas por entonces se sucedían una tras otra, pero el hecho que provocó el fin del mandato de Onganía fue el secuestro y asesinato del teniente general Pedro Eugenio Aramburu por parte de Montoneros a fines de mayo en los años 70. Por eso el 8 de junio la Junta de Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas decidió reemplazarlo por el general Roberto Marcelo Levingston. En la charla salió a la luz el tema del Cordobazo y La noche de los bastones largos, y lo consulté al respecto: “Esa pregunta me produce una repugnancia muy grande”, respondió con fastidio y amagó con concluir el diálogo, reprochándoles a sus colaboradores que según él le habían dicho que se trataría de una “entrevista familiar”. Arturo Illia junto a Juan Carlos Onganía -Usted sabe que los golpes de Estado generaron incertidumbre y caos a la población... -La culpa de la inestabilidad política fue de civiles y militares. No me pueden seguir cuestionando por haberme hecho cargo del gobierno en el 66 en circunstancias que podrán estar justificadas o no. Yo creo que plenamente justificadas. ¿Qué cargo me quieren hacer ahora? Yo no hice nada en contra del régimen constitucional. Acepté la presidencia. ¿Por eso no voy a poder dedicarme a la política? -¿Por qué asegura que cuando derrocó a Illia no violó la Constitución, sólo aceptó la presidencia, no se entiende? El dictador que no se arrepiente -Lo dijeron quienes hicieron la revolución en aquellos años. -Pero usted al asumir legitimó la violación constitucional. -Puede ser, admito que sí. Fue un poco arbitraria la convalidación, pero creo que esto no me invalida para ser presidente. ¿Qué se debía hacer entonces con ese gobierno que había caído en un vació de autoridad? -Permitirle terminar su mandato. -El gobierno no tenía autoridad. Fue elegido sólo con el veintitrés por ciento de los votos y con prohibición de partidos. -Pero fue elegido democráticamente. -¿Usted cree que eso era democracia? No. Ese gobierno no caminaba, como no camina ahora la justicia que avanza hacia una corrupción terrible. Todo está corrupto. Este es un país vacío. No existe seguridad jurídica porque la justicia está comprometida. El Cordobazo fue clave para la caída de la dictadura de Onganía -¿Por qué aceptó ser presidente de facto? -¿Qué finalidad persigue insistiendo con lo de Illia? Si quiere lesionarme, le prevengo que no me lesiona. Estoy harto de que hablen del mismo asunto siempre. Lo mismo me pasó el día de la muerte de Frondizi (Arturo) en el Congreso. Todos los periodistas hicieron referencia al derrocamiento de Illia. ¡Pero que me dejen de embromar! Reducir la acción de Onganía estrictamente a ese hecho y hacer tanto barullo no me parece bien. Tendrían que pedir que me vaya a mi casa. -A propósito del velatorio de Arturo Frondizi, allí usted dijo al referirse al derrocamiento de Illia dijo: “lo haría otra vez”. ¿Puede aclararlo? -Se generó una gran polémica con esto. Se lo aclaro. Si reinara la misma situación aceptaría la presidencia, siempre que las circunstancias sean parecidas a las de aquella época. Si en este momento se produce un golpe de Estado y me dicen que me haga cargo de la situación, yo me hago cargo. Porque estoy seguro de que si desaparece un gobierno cabe la posibilidad de un caos mayor. Como no tenemos ejército, no tenemos seguro. La sola mención de Arturo Illia lo enervaba, pero a la vez era consciente de que como él lo había destituido debía dar explicaciones. Pero detestaba hacerlo. Y se lo reprochaba a sus asistentes: “Ustedes no lo quieren creer. Insisten con las notas y otra vez me tiran lo del derrocamiento de Illia. -¿No le parece que debe explicarlo mejor? -Puede ser, puede ser, no sé. En esos años los radicales estaban comprometidos. Ellos decían que era mejor perder por un golpe de Estado y no por ese gobierno. Está escrito. Faytt, el ministro de la Corte Suprema actual dijo que la presidencia no era para mí, que era para otro. Yo no tuve la responsabilidad. Me dijeron: “Este es el gobierno que nosotros queremos”. Y yo ahí sí cometo la falta porque acepté. Juan Carlos Onganía intentó ser candidato a presidente en 1995 -¿No podía negarse? -No podía decir que no nada más que porque no estaba de acuerdo con la revolución. Pero no participé. Porque no estaba acostumbrado a participar en revoluciones. -¿Qué opinión tiene del presidente Carlos Menem? -Es muy característico por su forma de actuar. Yo que tengo casi cien años no he conocido uno parecido al que tenemos. ¿Qué más quiere que diga? ¿A usted le parece que necesito aclarar algo más? (Insistió irónico). Finalmente, a los pocos meses de su ilusión presidencial, Juan Carlos Onganía desistió de participar por problemas de salud de las elecciones celebradas el 14 de mayo de 1995 en las que fue reelecto Carlos Menem. Murió el 8 de junio, 25 días después de los comicios.

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