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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 24/06/2025 02:45
Gardel, o sea: Carlitos, El Morocho del Abasto, El Zorzal Criollo, El Mago, El Rey del Tango, El Mudo o El Troesma. Hace 90 años que cada día canta mejor Con el talento (esa voz) no alcanza. El precio que paga el mito para serlo es la tragedia. Hace falta un final trágico que los llevará a otra dimensión atemporal. Sobran los ejemplos: de Alí a Gatica, de Lennon a Cobain, pasando por Rodrigo y... siguen las firmas. Con una escala inevitable en Gardel: Carlitos, El Morocho del Abasto, El Zorzal Criollo, El Mago, El Rey del Tango, El Mudo o El Troesma. Esa imagen en la pizzería Los Inmortales -él, parado a lo Gardel, el Obelisco ahí atrás, calle Corrientes- esa postal porteña tan emblemática de Buenos Aires como el Empire State lo es de Nueva York. Un ícono local y a la vez universal, comprensible aquí, allá y en todas partes. Y esa sonrisa ladeada -tan marca registrada- que no hace falta verla porque basta invocar su nombre (¡Carliiiiiitos!) para verlo sonreír. Y para escucharlo cantar... ¿Cuál prefieren? Mis Buenos Aires querido, Volver, El día que me quieras, Caminito, Por una cabeza, Cuesta abajo, apenas un puñado de clásicos entre los más de 700 tangos que grabó, empezando por Mi noche triste, su debut en un estudio, en 1917. El recuerdo del ídolo: el desfile en la Chacarita, donde descansan sus restos, no se detiene pese al paso de los años Sin repetir y sin soplar, en quién pensamos ante la pregunta: ¿quién es el argentino más universal? Después de la conquista del Mundial de Qatar, seguramente Messi se filtre en la respuestas más jóvenes. Hecha la salvedad, difícil desbancar de ese trono a Gardel y Maradona. Sí, no es casual: tango y fútbol: ADN más argento no se consigue. Carlos Gardel canta "Yira Yira" de Enrique Santos Discépolo Siempre provocador para la réplica, Borges no se sumó a los elogios unánimes: “A Gardel no le gustaba el tango”, decía en Clarín en junio 1975. Y casi en un guiño a Pappo, agregó: “Creo que Gardel contribuyó al ablandamiento del tango; Gardel y un instrumento tardío como el bandoneón, originario del barrio de La Boca”. (Años después, consultado Pappo sobre otro Carlitos y el impacto de Sui Generis en el rock nacional, el Carpo fue tajante: “¿Charly y Sui Generis? Esos ablandaron la milanesa". En este despacho se consigna "la gira de tres meses" que desembocaría en el trágico final de Medellín Acá ya lo había demostrado todo, excepto su lugar de nacimiento: no hay unanimidad sobre el lugar y la fecha de su nacimiento. La hipótesis uruguaya dice que nació en Tacuarembó (Uruguay), un 11 de diciembre entre 1883 y 1887. La versión francesa sostiene que nació en Toulouse (Francia) el 11 de diciembre de 1890. Sí está fuera de discusión que vivió desde su infancia en Buenos Aires y que se nacionalizó argentino en 1923. Y que murió en Medellín (Colombia) el 24 de junio de 1935, hace hoy 90 años. “Más que tragedia aérea, casi un accidente de tráfico” No hace falta ser un tanguero de ley para haber escuchado eso que alguna vez todos escuchamos: que Gardel murió en un accidente aéreo en Barranquilla, Colombia. Y por “accidente o tragedia aérea” solemos pensar A) que un avión se estrella al aterrizar, o B) que se cae tras un fallido despegue. Pero no. La famosa “tragedia aérea” de la muerte de Gardel fue, en realidad, un choque en tierra entre dos aviones a punto de despegar. Como dijo uno de los testigos de aquel día fatal: “Más que tragedia aérea, fue casi un accidente de tráfico”. Sin saberlo, Carlos Gardel vivió las últimas horas de su vida bajo el peso de presentimientos oscuros. La fatiga tras una extensa gira por Puerto Rico, Aruba, Curaçao y Venezuela, junto a la nostalgia por su tierra y el estrés acumulado de más de 60 presentaciones desde inicios de abril, parecieron ensombrecer el ánimo del Zorzal Criollo durante la mañana del 24 de junio de 1935. En esas horas finales en Medellín, ni la amenaza de las nubes ni el cariño de la multitud lograron apagar la inquietud que lo acompañaba, poco antes de protagonizar uno de los accidentes aéreos más recordados de la historia musical del siglo XX. La última foto: Carlos Gardel, momentos antes del accidente que le costaría la vida Según consigna Felipe Pigna en su gran biografía (Gardel), la agenda del cantor de tangos en la Bogotá gris de ese día incluyó compromisos sociales, firmas de autógrafos y la despedida de admiradores, empresarios y periodistas. La escena previa al viaje también estuvo marcada por una charla con Alfredo Le Pera, autor de sus letras más famosas. Ambos repasaron los tramos restantes del agotador itinerario: dos presentaciones en Cali, cuatro en Panamá, para rematar en La Habana. Gardel llegó a expresar: “Si Nueva York insiste en la opción de dos películas más, las hago y se acabó. ¡Después a Toulouse a buscar a la vieja y de ahí a Buenos Aires!”. La presión popular resultaba tan grande que el grupo se vio obligado a abandonar el Hotel Granada por la puerta trasera, ante la multitud que bloqueaba la entrada principal en busca de la última mirada, el último saludo del ídolo del tango. Así partió hacia el aeropuerto junto a sus más cercanos colaboradores y músicos: Le Pera, Guillermo Barbieri, Ángel Riverol, José María Aguilar, José Plaja, Alfonso Azzaff, José Corpas Moreno, Celedonio Palacios y Henry Swartz. Ante la abrumadora carga del avión, Azzaff comentó: “El avión iba cargado hasta la boca”, a lo que Le Pera replicó con ironía fatalista: “No faltaría más que ahora nos hagamos mierda todos”. Bajo la conducción del piloto estadounidense Stanley Harvey, la nave Ford trimotor F-31 de SACO alzó vuelo hacia Cali con una escala técnica en Medellín. Ya en tierra, las muestras populares de afecto persistieron. Una delegación estudiantil y cientos de admiradores recibieron al cantante, quien regresó el saludo antes de abordar de nuevo. En palabras recogidas por Pigna, Gardel intentó infundir ánimo a su guitarrista Barbieri: “Te juro, Negro, este es el último viaje. Después de este nos quedaremos quietos en la tierra. ¿Dónde vamos a estar más seguros que en el suelo?”. Pero en un aparte reveló al guitarrista José María Aguilar sus temores: “Yo no sé si me estaré poniendo viejo, pero te juro que me parece que algo grave va a pasar”. Aguilar intentó quitarle importancia con un “¿qué puede pasar?”, pero la inquietud permaneció. La investigación posterior determinó que la tragedia sucedió sobre la pista del entonces Aeródromo Las Playas (hoy Aeropuerto Olaya Herrera) en Medellín cerca de las 15 horas. El F-31 desvió súbitamente su trayectoria durante la carrera de despegue y embistió a otro avión similar, el Manizales de la alemana SCADTA, que aguardaba su turno a unos 75 metros del eje de pista. Ambas aeronaves ardieron en cuestión de instantes Al subir al avión, poco antes de cerrar las puertas, embarcaron 12 rollos de celuloide con copias de la película Payasadas de la vida, que fueron acomodados apresuradamente debajo de los asientos. El ruido del avión resultaba ensordecedor. Gardel, incómodo y nervioso, bromeó con el piloto Ernesto Samper Mendoza señalando: “Che, viejo, esto parece el tranvía Lacroze”. Ninguno de los pasajeros quiso ajustarse los cinturones de seguridad, argumentando que “eso era para los pibes”. Según narra Pigna, Gardel miró por la ventanilla y, en un reflejo extendido en todo viaje aéreo, se entregó a su suerte. Poco antes de la tragedia, alcanzó a preguntar: “¡Che! ¡¿Qué pasa?!”. Segundos después, una tremenda explosión selló el destino de todos los presentes. Gardel junto a sus guitarristas Ángel Riverol, Guillermo Barbieri -abuelo de Carmen- y José María Aguilar El Informe Artana La investigación posterior determinó que la tragedia sucedió sobre la pista del entonces Aeródromo Las Playas (hoy Aeropuerto Olaya Herrera) en Medellín cerca de las 15 horas. El F-31 desvió súbitamente su trayectoria durante la carrera de despegue y embistió a otro avión similar, el Manizales de la alemana SCADTA, que aguardaba su turno a unos 75 metros del eje de pista. Ambas aeronaves ardieron en cuestión de instantes. En total murieron diecisiete personas: los ocupantes de ambos aviones, entre ellos Gardel, Alfredo Le Pera, Guillermo Barbieri, José Corpas Moreno, el piloto Samper Mendoza, el radio operador Willys Foster, el empresario chileno Celedonio Palacios y el promotor Henry Swartz, además de todos los pasajeros y tripulantes del Manizales. Sobrevivieron únicamente el guitarrista José María Aguilar, el secretario catalán José Plaja y un jefe de tráfico de SACO, Grant Flynt; otros dos sobrevivientes, Alfonso Azzaff y Ángel Domingo Riverol, fallecerían horas después a raíz de las heridas sufridas. Otro informe determinó que tanto SACO como SCADTA se apresuraron a culparse mutuamente. El presidente de Colombia acusó públicamente a la compañía alemana, mientras la investigación judicial achacó la responsabilidad a las características de la pista y a un fuerte viento del sudeste, fenómenos propensos a facilitar salidas de eje durante el despegue. El ingeniero argentino Guillermo Artana, basándose en copias de la investigación judicial, propuso en 2018 una nueva hipótesis: “El viento no pudo haber desplazado al avión fuera del eje más de 15 metros”, declaró. Según Artana, el principal responsable habría sido el mal funcionamiento de un motor y el error del piloto al no abortar el despegue. “El piloto, por el contrario, aceleró los motores”, sostuvo el ingeniero, subrayando la relevancia de una secuencia de errores concatenados que, en conjunto, provocaron el desastre. Gardel/ Le Pera (enero, 1935, en el filme El día que me quieras) La repatriación de los restos de Gardel se transformó en un doloroso periplo: el féretro recorrió varios pueblos de Colombia a lomo de burro y carreta, pasó por Panamá y fue velado en Nueva York, hasta desembarcar en la Argentina en 1936. Tras un masivo funeral en el Luna Park de Buenos Aires, el cantante fue enterrado en el Cementerio de la Chacarita, en una bóveda junto con su madre, Bertha. Dos potencias se saludan La muerte de Carlos Gardel provocó una ola de conmoción y marcó el nacimiento de la Gardelmanía. Las películas estadounidenses en que había protagonizado –Espérame, La casa es seria, Melodía de arrabal, Cuesta abajo y El tango en Broadway– consolidaron un fenómeno de adoración sin precedentes entre el público hispanohablante. Y así como la gira promocional de esos filmes culminará en tragedia, será el cine, unos meses antes, el que provocará el increíble encuentro entre Gardel y un pibe de 13 años, un tal Astor Piazzolla. En 1934, en Nueva York, Gardel filmará "El día que me quieras". Para el papel de canillita invita a participar a un niño argentino de 13 años que ya toca el bandoneón: es Astor Piazzolla Los Piazzolla vivían en Nueva York justo en la época en la que Gardel filmaba El día que me quieras. El niño bandoneonista, por iniciativa de su padre, entregó una figura tallada al ídolo y rápidamente entabló una amistad sorprendente, llegando a acompañarlo como traductor y pequeño actor en el filme. Gardel llegó a invitar a Piazzolla a sumarse a su gira latinoamericana -la gira de la tragedia-, pero su padre y el sindicato no lo autorizaron por su corta edad. Y sí, es cierto, 90 años ya, se ha dicho, se ha repetido, pero basta apoyar la púa en el surco o apretar play para insistir: cada día canta mejor.
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