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Parana » Informe Digital
Fecha: 24/06/2025 01:28
Con motivo del Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, que se conmemora el 26 de junio, la Conferencia Episcopal Argentina expresó su preocupación por el aumento del narcotráfico en los barrios más desfavorecidos del país y demandó una mayor intervención y apoyo del Estado en la prevención y atención de las adicciones. A través de un comunicado publicado el lunes 23 de junio, el organismo que agrupa a los obispos católicos del país alertó que la ausencia del Estado en los sectores más impactados por la pobreza facilita el avance de las redes de narcotráfico, que llenan ese vacío y se establecen como una especie de “Estado paralelo”. De acuerdo con la Iglesia, en estos contextos los jóvenes son particularmente vulnerables, ya que el narcotráfico les ofrece opciones de vida que, aunque parecen atractivas a corto plazo, acaban por arrebatarles su dignidad, libertad y, en muchos casos, la vida. El documento, firmado por el presidente de la Conferencia Episcopal, Marcelo D. Colombo, junto a otros miembros de la Comisión Ejecutiva, enfatiza que el consumo de drogas representa una “herida profunda” en el corazón de la juventud, especialmente entre quienes habitan en condiciones de extrema pobreza. Los obispos afirmaron que la droga “mata por dentro, apaga la esperanza y corta proyectos”, y hacen un llamado a no normalizar esta situación. La Iglesia destacó su compromiso en los barrios más afectados, donde desde hace años lleva a cabo una labor de acompañamiento a personas con adicciones a través de parroquias, capillas, los Hogares de Cristo, Centros Barriales, Cáritas, Fazendas de la Esperanza y otros proyectos, muchos de ellos en colaboración con organizaciones de la sociedad civil. Según el comunicado, este trabajo se realiza de manera “silenciosa, cercana y constante”, con la convicción de que “nadie está perdido para siempre”. No obstante, los obispos subrayaron que la labor de prevención y recuperación requiere de recursos y de un compromiso sostenido por parte del Estado. “No se puede seguir esperando que quienes acompañan a los jóvenes más vulnerables lo hagan sin recursos”, señalaron, advirtiendo que la falta de financiamiento o la dilación en la ayuda estatal equivale a “condenar a muchos a la muerte”. En este sentido, reclamaron a las autoridades nacionales, provinciales y municipales que reconozcan y respalden el trabajo ya logrado en el territorio, aportando los recursos necesarios para fortalecerlo y ampliarlo. El comunicado resalta que la prevención y la educación son pilares esenciales en la lucha contra el consumo y el tráfico de drogas, y que la recuperación de los individuos que enfrentan la drogodependencia depende de la existencia de comunidades de apoyo y redes de contención. “La recuperación no es un camino solitario: se sostiene en vínculos, en el abrazo de una red fraterna, en la pertenencia”, afirmó la Iglesia. La Conferencia Episcopal también dirigió un mensaje a quienes sufren adicciones, afirmando que la Iglesia no se resigna a perderlos y los insta a buscar ayuda. “No se desanimen. Pidan ayuda. No dejen de llamar a la puerta de quienes queremos ayudarlos”, expresaron. Finalmente, agradecieron a quienes trabajan diariamente en la recuperación de personas afectadas por el consumo de drogas y reiteraron la necesidad de un compromiso económico y social más amplio para sostener estas labores. Este comunicado se emite tras la difusión del impactante informe elaborado por el Centro de Investigación y Acción Social (CIAS) y el think tank Fundar, “La narrativa rota del ascenso social, Un estudio sobre las expectativas de los jóvenes de barrios populares”, que revela, a partir de encuestas realizadas en el territorio, principalmente en barrios vulnerables, el impacto devastador del narcotráfico en las familias y los jóvenes. La investigación, liderada por Rodrigo Zarazaga y María Migliore, expone que la compraventa y el consumo de drogas son parte de la cotidianidad en los barrios populares del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Según las encuestas realizadas, más de la mitad de los jóvenes consultados perciben que la mayoría de sus amistades consume drogas, mientras que cerca de la mitad reconoce conocer personas de su barrio que las venden. Los testimonios de los entrevistados indican que el consumo ocurre en grupos de amigos y que la edad de inicio se sitúa cada vez más temprano, incluso en casos de 9 o 10 años. Los jóvenes describen su entorno barrial como amenazante y marcado por una constante presencia de drogas, además de mencionar que las familias y las escuelas enfrentan significativos desafíos para afrontar esta realidad. El estudio, basado en 600 encuestas y 47 entrevistas a jóvenes de entre 16 y 24 años, concluye que el consumo de drogas está normalizado y se asocia con experiencias de vida marcadas por carencias, delincuencia y rupturas familiares. Se observa que el consumo problemático y la actividad delictiva pueden repetirse de generación en generación. Algunos testimonios narran situaciones en las que familiares han vendido drogas o han estado encarcelados. Además, se destaca la relación entre adicciones, abandono escolar y vida en la calle como un elemento recurrente; diez jóvenes dejaron la escuela por problemas de adicciones y situación de calle. Entre las principales motivaciones para el consumo, los jóvenes mencionan la búsqueda de olvido, la necesidad de ingresos y el deseo de reconocimiento social. El informe, distribuido entre miembros de la Iglesia, llevó a los obispos a advertir públicamente sobre la urgencia de abordar esta problemática y a demandar respuestas al Gobierno, en torno a la declaración vinculada al Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas.
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