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  • Casas comerciales con historia: un trabajo académico a disposición de nuestros lectores

    Gualeguay » Debate Pregon

    Fecha: 23/06/2025 05:18

    La primera entrega se denomina ‘Casas comerciales con historia’ y fue escrito por Johanna Morassi, Mariela Samacoits, Sergio A. Vegas y Vanesa Viviani para la Profesora Elena Benedetti en el año 2015. Por la extensión del trabajo, compartimos un resumen hecho con Inteligencia Artificial, pero ponemos el documento a disposición en una colección de Pinpoint aquí en nuestra página web, para quien quiera consultarlo completo. Sabemos que todo recorte es injusto, pero es la forma que encontramos de acercar la academia a nuestros lectores dominicales. Casas comerciales con historia (resumen) La investigación se enfoca en las casas comerciales de Gualeguay que surgieron desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad, destacando su influencia en la historia de la ciudad y el papel fundamental de la inmigración. Estas "pequeñas grandes historias" son las que "contribuyen al progreso de una historia mayor que las engloba, que las encierra en un todo que les da sentido". Desde mediados del siglo XIX, Argentina comenzó a transitar un proyecto liberal de país con una economía primaria exportadora, impulsada por inversiones extranjeras, transportes y una gran inmigración. El lema de Alberdi, "gobernar es poblar", se materializó con la llegada de inmigrantes, principalmente de España, Italia y Europa del Este, quienes comenzaron a "transformarse 'los hábitos y costumbres de nuestra población y adaptándolos a la nueva sociedad moderna, que tuviera ferrocarril, agricultura, comercio, etcétera'". Entre Ríos fue pionera en el asentamiento de colonias agrícolas de inmigrantes, y Gualeguay, con la importancia de su Puerto Ruiz (hacia 1884), recibió a muchos de ellos. No todos los inmigrantes se asentaron en colonias agrícolas; muchos optaron por la vida urbana y se dedicaron al comercio, que floreció intensamente en Gualeguay en este período de progreso. Las casas comerciales no solo abastecían de productos, sino que también eran lugares de encuentro e intercambio social, cumpliendo con "el rito pueblerino de la confianza, el saludo extraño, la cordialidad y la solidaridad en una ciudad pujante que sentaba las bases de un próspero futuro". Esto las convirtió en "un lugar importante, por características, por precios, por ofertas, por tradición, o por cualquier otro motivo, para los gualeyos". Al punto de que "Ir a 'lo Bisso' era para la gente del campo lo mismo que decir 'ir a Gualeguay' o 'ir a la ciudad'. La galleta de 'lo Guerscovich' era y es sinónimo de que se trataba de un producto de calidad". Este trabajo de investigación se centra en el proceso inmigratorio y en cuatro casas comerciales emblemáticas, cuyas historias se obtuvieron principalmente a través de entrevistas con sus descendientes, reflejando la diversidad cultural de los inmigrantes (España, Italia, Líbano, Rusia).... ACCEDA AQUÍ A LA COLECCIÓN COMPLETA Sodería Fernández – “La Industrial” Fundada por Joaquín Fernández, un inmigrante español que llegó a Gualeguay a fines del siglo XIX en busca de un porvenir mejor. Enraizado en la ciudad, Don Joaquín dedicó su vida al comercio, fundando "La Industrial" alrededor de 1897, inicialmente en las intersecciones de las actuales calles J. J. Castares y D. Schiaffino. La empresa fabricaba galletitas, incluyendo unos alfajores "muy conocidos en la ciudad", y más tarde incorporó la producción de caramelos. A mediados del siglo XX, "La Industrial" contaba con aproximadamente cuarenta y cinco empleados. En 1903, Don Joaquín incorporó la sodería, una actividad que sus descendientes continúan hoy en día. La sodería comenzó con una máquina saturadora italiana y máquinas de llenado que evolucionaron hasta una rotativa de seis picos en 1955. En la década de 1940, la empresa también comenzó a fabricar hielo. Además, distribuían bebidas como la "tradicional naranjina", vinos (Arizu, Toro) y cerveza Palermo, consolidándose como una distribuidora mayorista. La distribución se realizaba en carro, y posteriormente en camiones, extendiéndose a villas cercanas como General Galarza, Mansilla, Clé y Rosario del Tala, utilizando el ferrocarril para enviar mercadería.... Los vecinos aún recuerdan con agrado el "golpetear de las ruedas contra las piedras del 'carro del sodero Fernández'". Darío Fernández, nieto de Joaquín, recuerda que "en los inicios, los repartos eran en carro y todo se movía por medio del ferrocarril... Desde acá se mandaba la mercadería en el tren hasta la estación de Galarza, ese era el reparto de Domingo Fernández que era quién siempre realizaba ese recorrido, luego mi padre lo hacía en el camión Internacional, que compra el abuelo Joaquín". La competencia incluía a Armelín en hielo, Manuel Herrero en soda, y Cherskasky en caramelos y golosinas. Hacia 1978, debido a problemas financieros y el gran número de socios (veintidós), la firma tuvo que ser rematada, y los nietos de Joaquín, Eduardo Antonio ("Nenucho") y Darío Fernández, se quedaron con la sociedad. En 1992, Darío vendió su parte y la sodería se trasladó a su domicilio actual. "Sodería Fernández", como se la conoce hoy, es un ejemplo de progreso, con más de cien años de historia y su "clásico sifón de la cabeza amarilla" que se ha ganado "el corazón de sus clientes". Panadería Guerscovich La Panadería Guerscovich es una de las casas comerciales más tradicionales de Gualeguay. Fue fundada por Isaac Guerscovich, quien llegó a Argentina en 1906 desde Rusia con su esposa y un hijo. Su arribo coincidió con una gran ola de inmigración europea y asiática32, probablemente huyendo de la pobreza, la guerra y las persecuciones antisemitas en la Rusia zarista.... Inicialmente, la familia Guerscovich se instaló en una colonia judía cerca de Villaguay. Isaac, herrero de profesión, trabajó brevemente en Buenos Aires antes de regresar a Entre Ríos, donde se dedicó a la compra y cría de aves de corral y la venta de huevos en General Galarza. Posteriormente, la familia se trasladó a Gualeguay, donde Isaac decidió, con la ayuda de su segundo hijo, abrir un negocio de fabricación y venta de pan en 1926. El inicio fue difícil, ya que Isaac no era panadero y el rubro era desconocido para él; siempre trabajaron con "personal idóneo contratado para la tarea de fabricación". Hubo escasez de materia prima, y a veces se compraba harina a otra panadería local día a día. La clientela inicial provenía de las chacras y estancias lejanas, y los repartos se hacían en carros tirados por caballos que a menudo "se empantanaban entre las calles enfangadas de la ciudad y era necesario la colaboración de los vecinos para a empujar el carretón y poder salir de aquel lodazal". El producto más emblemático y vendido de la panadería siempre ha sido la galleta, debido a su mayor tiempo de conservación, lo que la hacía ideal para las familias alejadas de la ciudad. El edificio de la panadería, que ocupa más de un cuarto de manzana, también fue la vivienda familiar de los Guerscovich. Contaba con establos para los caballos, un lugar cubierto para guardar los carros y un amplio lugar para acopio de leña para los hornos. La tecnología ha facilitado el trabajo, reemplazando el amasado manual por amasadoras y adaptando los hornos a gas natural.... Los repartos, antes en "carros rusos", ahora se realizan con seis camionetas que atienden tanto a casas de familia como a comercios y el campo. Después de 88 años, la Panadería Guerscovich sigue siendo una de las más importantes en su rubro en Gualeguay y la zona, con su "marca registrada: su tradicional galleta". Casa Bisso Casa Bisso fue fundada por Don Tomás Bisso, un inmigrante italiano de la región de Liguria que llegó a Gualeguay hacia el año 1855. Inicialmente, Tomás se desempeñó como albañil y horticultor, acumuló capital, y regresó a Italia para casarse antes de establecerse definitivamente en Gualeguay con su familia. Tras la quiebra de una firma local donde había invertido, Tomás tuvo que "volver a empezar". A finales de la década de 1880, abrió un bar-almacén en la esquina de Ayacucho y Segundo Gianello, donde se reunían sus paisanos y se vendían productos importados de Italia. Sus hijos Juan y Salvador, y más tarde Agustín, se incorporaron al negocio, que funcionó bajo nombres como "Bazar Cosmopolita" y "Bisso Hermanos", con un velero como "emblema de la marca" de su origen transoceánico. La clientela principal era del área rural, comprando a crédito y pagando al final de las cosechas. El éxito de "Bisso Hermanos" se mantuvo hasta la crisis económica mundial de la década de 1930, lo que llevó a la salida de Agustín y la muerte trágica de Salvador, dejando a Juan a cargo. La empresa expandió significativamente sus rubros para incluir bazar, ferretería, maquinaria agrícola, sanitarios, compra y venta de cereales, combustibles y lubricantes, taller de reparaciones, cristalería, librería, pinturería y artículos de electricidad.... Incluso donaron un terreno para el "Club B.H." para sus empleados. Después del fallecimiento de Juan Bisso a principios de la década de 1940, su esposa María Serafina Tassara se hizo cargo, incorporando a los empleados más antiguos como socios y formando "Casa Bisso S.R.L.". En 1952, la empresa se transformó en "Casa Bisso S.A.C.I.F.I.A." debido a la amplitud de sus actividades. Casa Bisso fue el "comercio más influyente en la zona sur de Entre Ríos desde la década de 1940 hasta la década de 1970", con una plantilla de entre cuarenta y cincuenta empleados en su apogeo, y trabajar allí era "todo un orgullo". El declive comercial de Casa Bisso comenzó en la década de 1980 con la inauguración del Complejo Zárate-Brazo Largo, que facilitó el viaje a Buenos Aires y el acceso a más productos para los gualeyos. Esto, sumado a problemas internos y la posible falta de adaptación a los nuevos tiempos ("quizás Casa Bisso no se 'aggiornó' y no se adaptó a los nuevos tiempos", según una entrevista), llevó a su cierre definitivo a finales de 1994. A pesar de su cierre, Casa Bisso dejó una huella profunda en la ciudad, y su edificio, aunque dividido y parcialmente ocupado por un supermercado, aún conserva vestigios de su nombre, siendo recordada con nostalgia como un "emblema de toda una época de esplendor" y de una "época dorada de Gualeguay".... La Pampa Funcional La historia de "La Pampa Funcional" comienza con Miguel Abrahán, un inmigrante libanés que llegó a Argentina a fines del siglo XIX. Su hijo, José Francisco Abrahán, abrió su primer local comercial en 1954 junto a su madre y esposa, la "Tienda y Anexos José Francisco Abrahán", conocida como la "tiendita", ubicada en Urquiza y Ambrosetti. En la década de 1960, José Abrahán realizaba viajes a Buenos Aires para abastecer su comercio y como transporte de pasajeros. A finales de esa década, "Grandes Tiendas La Pampa", una cadena perteneciente a la firma Rodríguez Barro, decidió vender su local en Gualeguay. José Abrahán mostró interés, pero no pudo reunir el dinero a tiempo. Fue así que los señores Cortés, Barroetaveña y Míguez lograron comprar "La Pampa", formando la firma "Corbami S.A." En 1971, "Corbami S.A." decidió cerrar "La Pampa", lo que renovó la oportunidad para José Abrahán, quien finalmente logró comprar la firma. Apenas dos años después, a pesar de los desafíos, Don José decidió incorporar nuevos rubros como mantelería, almacén y artículos de limpieza, logrando que el negocio prosperara y se convirtiera en "la esquina más popular de Gualeguay". En 1982, la "tiendita" original cerró sus puertas para fusionarse con la ya exitosa "Tiendas y Anexos La Pampa", y el número de empleados aumentó a treinta. "La Pampa" alcanzó su máximo período de prosperidad en las décadas de 1980 y 1990. Era famosa por sus "lunes locos" (herederos de los "precios locos" de la década del '60), donde se ofrecían "ofertas imperdibles y alocadas de precios inauditos" que generaban gran expectación entre los clientes. La tienda era un centro de abastecimiento no solo para Gualeguay, sino también para localidades cercanas, y José Abrahán era reconocido por su generosidad con sus empleados. Las complicaciones comenzaron en el año 2000 con la enfermedad de Alzheimer de José. Tras su fallecimiento en 2005, la familia tomó decisiones difíciles, como la reducción de la oferta de mercaderías y el traslado de la tienda al local de la antigua "tiendita" en Urquiza y Ambrosetti, debido a la gran amplitud del local original y la necesidad de reducir costos. La tradicional esquina de San Antonio y Primer Entrerriano fue alquilada a la cadena de electrodomésticos Megatone. Sin embargo, el traslado no funcionó, y en 2008, "La Pampa Funcional" cerró definitivamente. El inmueble principal fue comprado por la empresa que lo alquilaba. A pesar de su desaparición, "La Pampa" sigue siendo recordada como una de las casas "más emblemáticas y tradicionales del Gualeguay del siglo XX", reconocida por el "esplendor que siempre la caracterizó" y por su vasto surtido de productos, que incluía "telas, productos de bazar, juegos, juguetes, mercería, zapatos, productos de pesca, electrodomésticos, y todo un enorme surtido”.

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