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  • Gustavo Gómez, el concordiense que desde la pandemia comparte mensajes de fe y esperanza a través de las redes

    Concordia » Despertar Entrerriano

    Fecha: 22/06/2025 16:50

    Gustavo Gómez, vecino de Concordia, encontró durante la pandemia una manera concreta de acompañar a otras personas: usar sus redes sociales para compartir mensajes de fe, aliento y reflexión. Lo que comenzó como una publicación aislada en medio del miedo colectivo se transformó con el tiempo en una herramienta de comunicación constante. Hoy, sus palabras llegan a cientos de personas, muchas de las cuales le escriben en privado agradeciendo el consuelo que encuentran en sus contenidos. “Estaba todo desbordado en el 2020. Veías a la gente correr de un lado a otro, comprar alcohol, papel higiénico, como si se viniera el fin del mundo. Y ahí grabé un video hablando de que, a pesar de todo, había que confiar, que Dios tenía el control. Lo subí a Facebook y tuvo mucha repercusión”, recuerda. A partir de ese momento, Gustavo comenzó a publicar con más frecuencia. En sus mensajes no hay doctrina cerrada ni lenguaje teológico complicado. Habla desde la experiencia personal, con un tono cercano, simple y honesto. La mayoría de sus publicaciones tienen buena recepción y no faltan las personas que le escriben para contarle que sus palabras llegaron “justo a tiempo”. Una fe heredada y puesta en acción La conexión de Gustavo con la fe tiene raíces profundas. Nació en Buenos Aires, y perdió a su padre en un accidente cuando era muy pequeño. Su madre quedó sola, con varios hijos a cargo. En ese contexto, fue ella quien se aferró a la fe y comenzó a transmitirles a sus hijos la confianza en Dios como un camino para superar la adversidad. “Mi mamá nos metió en esto de creer. En confiar. Yo, con el tiempo, también me aferré a eso. Dios me sacó adelante en muchas cosas difíciles, y eso es lo que hoy quiero transmitir”, afirma. Pero no se trata solo de palabras. Gustavo insiste en que la fe no implica quedarse de brazos cruzados esperando un milagro. “La fe no garantiza inacción. No es que por tener fe me siento y espero que todo se solucione. La fe es saber que Dios te da fuerzas para atravesar lo que te toca. Y en medio de eso, moverse, actuar, no quedarse”, reflexiona. Proyectos solidarios y un mensaje sin etiquetas En paralelo a su actividad en redes, Gustavo trabaja en la conformación de una agrupación con fines solidarios, que combine asistencia concreta con la difusión de mensajes espirituales. “La idea es ir a los barrios, hacer colectas, dar una mano. Pero también llevar una palabra de esperanza, mostrar que hay una salida. La fe y la acción van juntas”, explica. Consultado sobre su relación con la Iglesia, Gustavo es claro: aunque suele participar en encuentros de iglesias evangélicas, su mensaje no está limitado a un espacio religioso. “Dios no es católico ni evangélico. Dios es Dios. Es mucho más grande que cualquier estructura. Está en la calle, en una charla, en una reunión familiar. Y está para todos, no importa la religión que tengas ni si tenés religión o no”, opina. Por eso, sostiene que su mensaje no busca convencer, sino compartir. Cree que en momentos de crisis —ya sea por una pérdida, una enfermedad o una situación económica extrema—, incluso quienes no se identifican con una fe determinada se acercan espiritualmente. “Hasta el que dice que no cree, en un momento de desesperación termina diciendo ‘Señor, ayudame’. Eso pasa porque todos tenemos una necesidad espiritual. Algunos la descubren antes, otros después”, plantea. Redes sociales, encuentros presenciales y futuro Aunque la mayoría de sus contenidos los difunde por Facebook, Gustavo está proyectando una etapa nueva, que incluya encuentros presenciales. “Hay gente que me dice: ‘Quiero ir a escucharte, darte un abrazo, hablar un rato’. Entonces pienso en hacer alguna reunión abierta, una vez por mes, en un lugar común. Para compartir, para acompañarnos”, adelanta. Sabe que no tiene todas las respuestas, pero cree en el poder de la palabra sincera. “Si un mensaje mío ayuda a una sola persona, ya valió la pena. Como decía la Madre Teresa: ‘Si yo no hiciera esto, al mar le faltaría una gota’. Y esa gota importa”, concluye. Fuente: Despertar Entrerriano

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