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» Misionesopina
Fecha: 22/06/2025 01:18
Dicen que la buena fortuna o, por el contrario, la mala fortuna, no es otra cosa que la concatenación azarosa de episodios, en apariencia aislados, que por única vez y en forma extraordinaria se asocian para dar lugar a resultados tan dispares. Puede que así sea. Tal vez haya sucedido con Adriana Estefanía Dos Santos, que desapareció el 8 de septiembre de 2013 luego de una fuerte discusión con su madre, al parecer porque ésta no aceptaba la relación amorosa que mantendría la adolescente con un hombre mucho mayor que ella. Esta historia se desarrolló en la localidad de San Pedro. Ambas habían ido al banco, aparentemente a cobrar un plan de asistencia social, y a la salida se produjo el entredicho. La discusión subió a niveles insospechados y terminó en forma abrupta, cuando la joven decidió tomar sus cosas y marcharse con rumbo desconocido. Era, como se dijo, el 8 de septiembre. Fue la última vez que la vieron con vida. Siete días después, se develaría el misterio de su paradero; lamentablemente de la peor manera. La Policía allanaba la pieza de un inquilinato, en la zona urbana de la localidad, y hallaba el cadáver de Adriana, en el contexto de un escenario dantesco, atroz. El ataque fue feroz, probablemente en medio de una supuesta agresión sexual. Los forenses establecieron, con posterioridad, que el cuerpo presentaba trece puntazos en distintos sectores; pero principalmente en piernas, brazos y rostro. Muchas de esas lesiones fueron de carácter defensivas. Tras el crimen, el asesino cubrió a la víctima con una frazada y la ocultó dentro de una heladera, a la que rodeó con cinta adhesiva para que no se abriera, seguramente. Lo que no tuvo en cuenta o escapó a sus prevenciones, fue que el olor de un cuerpo en descomposición fluiría al exterior impregnando de efluvios pestilentes la habitación primero y después, el inquilinato en su conjunto. Esta situación llevó a que los vecinos se quejaran y pidieran, sin rodeos ni cortesías, a un familiar del inquilino que abriera el lugar para ver qué sucedía, porque el aire se había vuelto irrespirable. El cuñado decidió entonces llamar a la Policía, que terminó descubriendo el trágico final de la adolescente de 16 años. Así los investigadores confirmaron que Nelson Osvaldo Winnik, un mecánico de 42 años que al momento del hecho estaba desempleado, era el principal sospechoso del aberrante femicidio. Los forenses establecieron que Adriana fue ultimada entre el 10 y 11 de septiembre; como mínimo unas 48 horas después de aquella discusión con su madre. Allegados a la causa indicaron que ella no conocía al atacante, lo que colma de intriga qué sucedió entre el momento de su desaparición y el de su muerte. El momento de la detención de la Policía a Nelson Osvaldo Winnik ¿Cómo se contactaron y de qué manera Winnik la llevó al inquilinato? ¿Cómo la convenció? ¿En qué momento? ¿Por qué nadie vio ni escuchó nada, siendo que las habitaciones están “pegadas” entre sí? La pregunta del millón es cuál habría sido el móvil del homicidio: una de las teorías, que se develará seguramente en el juicio, es que se produjo en medio de un supuesto ataque sexual. ¿Se descarta, en este contexto, la hipótesis del robo? No, porque en definitiva el DNI y la tarjeta de débito de la adolescente fueron hallados en poder del imputado, al momento de su arresto, pero en un principio sería la de menos sustento. Justamente, Nelson Osvaldo Winnik fue detenido al día siguiente del hallazgo del cuerpo, es decir el 16 de septiembre, cuando intentaba esconderse en una zona de monte en la localidad de San José, muy cerca de la casa de su madre. No le valió de mucho intentar escapar. Desde ese momento está detenido y permanece en esa situación, pese a reiterados pedidos de excarcelación y prisión domiciliaria. Aducen sus defensores que padece una enfermedad crónica y contagiosa, pero el planteo fue rechazado en primera instancia por el juez de Instrucción 1 de San Pedro, Ariel Belda, y ante la insistencia del recurso de apelación, por la Cámara de Apelaciones en lo Penal y Correccional de la provincia. El fundamento de ambos rechazos fue que el acusado puede seguir el tratamiento médico en el interior de los muros de la prisión donde se encuentra privado de su libertad. Winnik afronta cargos por los delitos de “homicidio doblemente agravado por ensañamiento y por ser cometido contra una mujer, mediando circunstancias de violencia de género (femicidio)”. Si lo declaran culpable en debate oral y público, lo aguarda una sentencia ineludible: prisión perpetua. La causa pasará al Tribunal Penal de Eldorado, que probablemente en el segundo semestre de este año fije fecha de inicio para el juicio.
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