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  • Cafetines de Buenos Aires: el bar centenario que funciona como sede social del barrio de La Boca y exhibe donaciones de vecinos

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 22/06/2025 04:39

    El Café Roma Bar, fundado en 1905, es uno de los últimos cafetines históricos de La Boca Si existe —o existió— un barrio fértil para la instalación de cafetines, ese fue La Boca. Dentro de la tipología de comercios de fines del siglo XIX y principios del XX, los cafetines eran propuestas sencillas, frecuentados por gente de baja condición social y ubicados en zonas orilleras como la ribera del Riachuelo. Son pocos los exponentes que aún se están funcionando de los años cuando el barrio funcionaba como puerto. Uno de esos, con 120 años, sobre sus mesas aún perdura el Roma. El Café Roma Bar —como se presenta en sus redes sociales— abrió en 1905 en la esquina de Almirante Brown y Olavarría. Ese mismo año, y a sólo dos cuadras de distancia, en la Plaza Solís, un grupo de muchachos fundó el Club Atlético Boca Juniors. Digo, como para aportar más capital boquense a la historia. El Roma nació como almacén con despacho de bebidas. No tengo certeza de que siempre haya tenido la misma denominación. Es probable que no tuviera ninguna y que se lo conociera popularmente con el nombre de su propietario. ¿Qué puede decirse del vecindario para cuando despuntaba el siglo XX? La Avenida Almirante Brown estaba plagada de cafés, teatros y cabarets en las cinco cuadras que van desde Pinzón hasta el borde sur, la ribera Pedro de Mendoza. Y su hermana paralela, Necochea, era la arteria por donde se silbaban los tangos de la Guardia Vieja. Las primeras orquestas o solistas que tocaban en los cabarets, cafés concierto o bailetines. El Café Roma Bar fue elegido segundo mejor Bar Notable de Buenos Aires en 2017 Fue por esos años que el almacén bar se ganó una anécdota sin igual. El hecho ocurrió “allá por el año once” como rezan los versos escritos por Enrique Cadícamo para el tango El Morocho y el Oriental que Ángel D’Agostino compuso en 1946. La milonga comienza con un recitado que dice así: “Viejo café sesentón que por La Boca existía, allá por Olavarría esquina Almirante Brown”. La letra recuerda una noche en la cual un tal Cafieri copó la parada dentro del boliche para anunciar “aquí traigo una yunta que cantando hacen primores” y, a continuación, presentó a un dúo de muchachos. Los anunció de esta manera: “este mozo es El Morocho y este Pepe, El Oriental”. Recién al final del tango la genial pluma de Cadícamo revela la identidad de los cantantes: “Ah, café de aquel entonces de la calle Olavarría donde Cafieri caía allá por el año once. De cuando en el arrabal de guapo tenía cartel, y el morocho era Gardel y Razzano, El Oriental”. La anécdota es cierta. Cafieri era un taita de La Boca que introdujo a esta pareja de amigos por el barrio. Se sabe también que por el viejo bolichón pasaron muchos otros tangueros como Juan de Dios Filiberto, Agustín Bardi, Genaro Espósito, Francisco Canaro, Eduardo Arolas y los payadores Hilario Cazón y Gabino Ezeiza. Hacia 1950 lo adquirieron unos hermanos, Octavio y Prudencio, de quienes, entiendo, devino el nombre Roma. Los años pasaron, los hermanos se pusieron mayores, y su descendencia no supo continuar el negocio. Hasta que el Roma bajó la persiana, pero no para siempre. Transcurridos dos años del cierre, otra familia boquense se hizo cargo de esa esquina histórica: los Randazzo. El bar funciona como punto de encuentro para artistas, educadores y vecinos, manteniendo su rol social Los primeros Randazzo llegaron al país en la segunda mitad del siglo XIX. El negocio que emprendieron fue una florería en la calle Rodríguez Peña, Recoleta. Para 1910 —más o menos en sincronía con la noche del dúo Gardel-Razzano en el Roma— se mudaron a la Avenida Almirante Brown, La Boca, donde la ciudad latía. Este hecho pone en contexto lo que representaba el barrio para la ciudad. Los Randazzo forman parte de la historia de La Boca. A la tradicional florería le sumaron una larga trayectoria gastronómica en sus calles. En 1962 crearon la pizzería Augusto, que aún se mantiene abierta. En 1980 compraron La Barca de Bachicha, la de Pedro de Mendoza, hasta que la mudaron bajo el nombre de Bachicha y, finalmente, cerró. También fueron dueños de El Argentino, en Alte. Brown y Villafañe. Y, en la actualidad, las ramificaciones familiares alcanzan al Bar Cosme, frente al Hospital Argerich, y la cervecería Py Margall, todos negocios ubicados en territorio boquense. Antonella Randazzo tiene 30 años, es diseñadora de indumentaria y tercera generación familiar al frente del Café Roma Bar. Los Randazzo compraron el Roma en 2001, cuando Antonella era una nena que tenía como patio de juegos el salón del café. El Café Roma Bar conserva objetos históricos donados por vecinos y piezas emblemáticas del barrio Ni bien tomaron posesión, los Randazzo se propusieron recuperar ese rincón mítico de La Boca. El local estaba muy degradado y el interior carecía de valor. Las obras incluyeron el retiro del falso techo hasta exhibir la bovedilla original. Le cambiaron el piso por el típico dibujo en damero. La barra de ladrillo a la vista que le daba aspecto de pizzería, fue recubierta con madera. Y para dar la sensación de antigüedad que le correspondía a los años de vida del comercio, compraron viejas estanterías y amoblamientos. Por ejemplo, el mueble que está detrás de la barra perteneció al Bar Ritano, un boliche con billares ubicado en Almirante Brown y Brandsen, a cuadra y media, donde hoy funciona un supermercado. Una reja exhibida en una de las paredes del salón perteneció al viejo correo del barrio. Y la mayor parte de los objetos exhibidos fueron donaciones de vecinos que, ante la pérdida de sus seres queridos, los llevaron al café a modo de dejar constancia y dar el presente espiritual en el lugar que los difuntos frecuentaban a diario. La colección incluye botellas, sifones, teléfonos, picadoras de seso, cacharros, relojes, pingüinos, ventiladores, etc. Dos objetos se llevan la atención. Uno, es la camiseta del seleccionado firmada por todo el plantel que compitió en el Mundial de Alemania 2006. El otro, es un auténtico tesoro. Es una maqueta, que simula a una típica situación de almacén de barrio, con muñecos mecánicos. El juguete llegó al Roma en 2010. Nadie recuerda cómo. En una nota periodística publicada en el diario El 9 de Julio, de la ciudad homónima, en 2021, el médico Jorge Martín, vecino de esa localidad, daba cuenta que los muñecos habían formado parte de la vidriera del almacén “Los Inglesitos” y que sólo eran exhibidos desde la víspera de Navidad hasta pasado el día de Reyes. Como si fuera un pesebre autóctono. Como siempre digo, en Buenos Aires —en este caso, también en 9 de Julio— el café es religión. La historia del Café Roma Bar refleja la identidad cultural y social de La Boca a lo largo de más de un siglo El Café Roma Bar abre de lunes a sábado a partir de las 7. Atravesar su doble puerta vaivén de Olavarría 409 es introducirse en la historia de La Boca. La calidez familiar se aprecia en todos los detalles. En el personal que conoce gustos y vicios de cada parroquiano como en la presencia de sus dueños detrás de la barra. Muchos colectivos culturales se reúnen en sus mesas. El Roma funciona como sede social para artistas, educadores, ex compañeros de colegio y vecinos que se citan para compartir un café y una charla como si el salón fuera la extensión del living de sus casas. Vuelvo a los músicos que lo frecuentaban. El listado no se agota en Gardel, Razzano y los integrantes de la Guardia Vieja. Roberto Fats Fernández, eximio trompetista de jazz, vecino del Roma, no solo era habitué, también recibía al periodismo en las mesas del café. Fats vivía en la esquina de Almirante Brown y Lamadrid, a una cuadra. Eduardo Randazzo, padre de Antonella, recuerda que en algunas noches boquenses, en medio del silencio barrial, el trompetista se ponía a tocar y que al finalizar cada tema el vecindario estallaba en aplausos. La familia Randazzo, con larga tradición en La Boca, gestiona el café desde 2001 y restauró su valor patrimonial También me cuenta Eduardo que fueron sus tías las que cuidaron de Fito Páez. En su libro Infancia & Juventud, Fito cuenta que vivió en un departamento frente al Roma. En el edificio conoció a dos mujeres, Elvira y Sandra Randazzo, que vivían cuatro pisos más abajo y se convirtieron en sus protectoras. Fito narra cómo lo vestían y alimentaban. En la misma torre vivían los padres de Eduardo, y abuelos de Antonella. En esa casa Fito compuso su álbum Del ‘63. Por entonces, el Café Roma Bar no estaba en manos de la familia Randazzo, pero ya daban señales de lo que podían ser como anfitriones. No hay testimonios del paso de Fito por el Roma mientras era atendido por Octavio y Prudencio, pero vamos, no tenía más que cruzar la calle. En el Roma tuve la suerte de escuchar las mejores anécdotas de Jamaica de boca de Fats Fernández y el baterista Néstor Astarita, a quien acompañé una tarde para ver a su amigo. El Club Jamaica fue un enclave del jazz argentino. Estaba ubicado en San Martín y Viamonte. Allí tocaron Zoot Sims, Ella Fitzgerald, Coleman Hawkins, Kenny Dorham, los argentinos Gato Barbieri, Baby López Furst, Mono Villegas, Oscar Alemán, Sergio Mihanovich y Jorge Anders. Fats y Néstor grabaron en Jamaica su primer LP en 1959. Pero aquí vine a relatar el Roma. En 2017 el Gobierno de la Ciudad lanzó un concurso para elegir al mejor Bar Notable. El Roma salió segundo, a pocos votos del ganador: la Confitería Las Violetas. Y desplazando al tercer lugar, por mucha distancia, al Café Tortoni. Todas las comunidades disponen de espacios o arena donde se congrega el pueblo. En algunos casos, lo llaman Coliseo. La Boca tiene a Roma. Instagram:@cafecontado

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