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» Diario Cordoba
Fecha: 21/06/2025 06:44
La actitud de positivo y ahincado diálogo con la modernidad manifestada prudente pero abiertamente por León XIII desde su llegada al solio pontificio en 1878 produjo en el artífice de la Restauración alfonsina, el malagueño Antonio Cánovas del Castillo (1828-97), la más viva satisfacción; y de manera aún más destacada en la Reina Regente Dª Mª Cristina de Habsburgo y Lorena (1875-1903), tan necesitada de respaldo doctrinal y diplomático a partir de la trágica muerte de su esposo, el excelente rey constitucional D. Alfonso XII (1875-85). De tal manera que cabe afirmar que «Dª Virtudes» encontró su máximo y más valioso apoyo en la aristocrática e inteligente figura del Papa de la encíclica Cum Multa, consagrada justamente a la coyuntura política de los inicios del canovismo triunfante, con clara apelación a los diversos sectores de la crispada cristiandad hispana saturada de tensiones y pulsiones escisionistas. La adhesión del «Pacificador» y su segunda esposa se halló correspondida por el Vaticano en repetidas ocasiones -arbitraje en la fricción hispano-germana por el dominio de Las Carolinas; concesión de la Rosa de Oro a la Regente, apadrinamiento del futuro Alfonso XIII, etc., etc.- con el fin de consolidar al régimen, a redropelo del sentir de extensos e importantes sectores de la opinión católica. Durante el periodo aludido, la Iglesia hispana, instalada ya sólidamente en el marco institucional de la Monarquía de Sagunto, pudo centrar sus esfuerzos en un amplio despliegue renovador, sin abdicar por ello de su posición antiliberal. Bajo su impulso, las congregaciones y órdenes religiosas experimentaron un desarrollo espectacular, que traducía la pujanza de las energías espirituales de anchos estratos sociales. Alentada por un papado intelectual y presionada por la madurez alcanzada por la pedagogía laica, parte de los círculos eclesiásticos tuvo conciencia de que en las aulas se entablarían las batallas del porvenir El clero regular participó del movimiento de renovación cultural, en cuya vanguardia cabe situar a jesuitas, dominicos y agustinos. En estos últimos, la creación y pronto asentamiento de la Universidad de María Cristina de El Escorial a fines del ochocientos así como la aparición de una revista de tan prestigiosa y dilatada existencia como La Ciudad de Dios (1891) refrendan la trascendencia de tales afanes. En plena pleamar de la «lucha por la cultura» de las fuerzas dominantes en la política española del estío de 2025, con dos jefes de Gobierno -D. Manuel Azaña, a comedios de la centuria pasada, y D. Pedro Sánchez, un siglo posterior-, ambos educados y titulados en Derecho en esta Universidad de los agustinos (reconocidas sus enseñanzas como estatales en 1929), el centro escurialense, visitado detenidamente por León XIV en una de sus frecuentes estancias españolas, semeja realzar la significación de dicho renacimiento católico en las postrimerías del siglo XIX como espuela y meta de la cristiandad hispana de los próximos decenios, adentrados ya en una centuria grávida de esperanzas, pero también de amenazas y temores, a los que el pontificado de León XIV intentará dar respuesta creadora. *Catedrático
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