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  • Retrocultura Activa | Adolescentes, terror y comedia: el fenómeno de las películas de instituto y horror

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 20/06/2025 10:54

    A24 se encuentra desarrollando una serie precuela para Peacock bajo el título "Crystal Lake" Nota anterior: Adolescentes, terror y comedia: el fenómeno de las películas de instituto y horror En los años ochenta, el cine no solo nos dio una avalancha de estrellas, sintetizadores y colores neón, sino que también marcó un hito en la representación de la juventud. Dos géneros dominaron la pantalla y dejaron una huella imborrable: el terror adolescente y las comedias escolares. Estas películas, aunque aparentemente distantes en tono, capturaron las mismas ansiedades, miedos y deseos de una generación que, en pleno auge de cambios sociales y culturales, intentaba entender su lugar en el mundo. El terror adolescente, con su mezcla de monstruos y pesadillas, no solo nos hablaba de muertes espantosas, sino también de la transición dolorosa de la niñez a la adultez, de los miedos más oscuros que acechan en los rincones de la mente adolescente. En contraste, las comedias escolares se burlaban de esas mismas tensiones, pero con una sonrisa pícara y un giro irreverente, capturando las preocupaciones cotidianas: la lucha por encajar, las presiones sociales y el eterno desafío de encontrar la propia identidad. A Nightmare on Elm Street (1984) Esta nueva entrega de Retrocultura Activa que hoy nos reúne, se adentra en cómo estos dos géneros, aunque tan diferentes en su enfoque, usaron los pasillos del instituto como el escenario perfecto para explorar el caos y la magia de ser joven en los ochenta, y cómo, aún hoy, esas historias siguen resonando con las generaciones que vinieron después. El terror adolescente: el miedo al paso a la adultez y la rebelión juvenil En los años ochenta, el cine de terror adolescente se transformó en un espejo oscuro de las inquietudes de una generación que, al mismo tiempo, se veía atrapada entre la niñez y la adultez. Este cine no solo ofreció aterradoras criaturas y escenas sangrientas, sino que también exploró el profundo miedo a lo desconocido, a la muerte, y, especialmente, a la transición misma de la vida. Cada película de terror adolescente de la época se erigió como una metáfora de las ansiedades universales del crecimiento, utilizando a los adolescentes como los protagonistas de un ritual de paso donde enfrentaban lo peor de sus propios miedos. Friday the 13th (1980) La década comenzó con Friday the 13th (1980), dirigida por Sean S. Cunningham. Esta película marcó el inicio de la fórmula clásica del cine de terror slasher: un grupo de adolescentes se dirige a un campamento de verano aislado, donde caen uno por uno a manos de Jason Voorhees, un asesino enmascarado. Aunque la historia parecía una simple carnicería de personajes jóvenes, su trasfondo hablaba de un miedo colectivo: el temor a la desobediencia y a la rebeldía juvenil. Los adolescentes en la película no solo eran víctimas por su juventud, sino también por su desprecio por las reglas sociales y familiares. En este contexto, el campamento se convierte en un microcosmos de la transición de la niñez a la adultez, un espacio donde los personajes que representan la inocencia y la transgresión se ven atrapados en un juego mortal. Jason Voorhees, con su mascara inquietante, simboliza la brutalidad de una sociedad que no perdona la rebeldía juvenil. A Nightmare on Elm Street (1984) Solo cuatro años después, en 1984, A Nightmare on Elm Street, dirigida por Wes Craven, llevó el terror adolescente a un nivel completamente nuevo. Freddy Krueger, el monstruoso villano, atacaba a los adolescentes en sus sueños, una idea que jugaba con los miedos más íntimos y psicológicos del crecimiento: la pérdida de control sobre la propia realidad. Freddy Krueger, con su rostro desfigurado y guantes de cuchillas, se convierte en una manifestación del miedo al cambio, a la pérdida de la infancia y a la inexorable aproximación de la muerte. La historia, ambientada en un barrio suburbano aparentemente seguro, subraya que el peligro acecha incluso en los lugares que deberían ser refugios, como el hogar o la escuela. Freddy Krueger no solo era un asesino, sino que representaba el monstruo interno del adolescente que se ve obligado a enfrentar la angustia del paso del tiempo y la transformación de su identidad. A través de sus ataques en los sueños, A Nightmare on Elm Street no solo se centró en el terror físico, sino en la sensación de vulnerabilidad inherente a la transición de la niñez a la adultez. Maximum Overdrive (1986) En 1986, Maximum Overdrive, dirigida por Stephen King, comenzó a explorar un tipo diferente de terror adolescente, llevando la paranoia a un nuevo terreno al centrar su historia en una rebelión tecnológica. Aunque no es estrictamente una película “slasher”, Maximum Overdrive presenta a un grupo de adolescentes atrapados en un mundo donde las máquinas cobran vida y comienzan a atacar a los humanos. Esta invasión de tecnología insensible, que deja a los jóvenes como simples víctimas, se conecta directamente con las tensiones de la era: la creciente dependencia de la tecnología y la sensación de alienación. Los adolescentes aquí no solo luchan contra monstruos físicos, sino contra un sistema que parece haber escapado de su control, un sistema que amenaza con deshumanizar todo lo que toca. Maximum Overdrive refleja los miedos de una generación que veía cómo la tecnología y la mecanización de la vida cotidiana empezaban a despojarla de su humanidad, empujando a los jóvenes a enfrentarse a una guerra que no pueden ganar. Lost Boys (1987) Por último, en 1987, el terror adolescente alcanzó un giro más estilizado y sofisticado con The Lost Boys, dirigida por Joel Schumacher. Esta película, que fusionó horror con elementos de comedia y drama juvenil, introdujo a los vampiros como un símbolo de la eterna juventud y el deseo de escapar de las restricciones de la adultez. Los hermanos Michael y Sam se mudan a una ciudad costera, solo para descubrir que una pandilla de vampiros liderada por David (interpretado por Kiefer Sutherland) está controlando a los jóvenes de la zona. The Lost Boys no solo explora el miedo a lo sobrenatural, sino también a la emancipación juvenil y la seducción de una vida sin reglas, sin las cargas del crecimiento. Los vampiros aquí no son solo monstruos, sino metáforas de los deseos de libertad total que persiguen los adolescentes y los peligros de abrazar esa vida sin pensar en las consecuencias. Todas estas películas no solo ofrecen sustos y escenas sangrientas. En un análisis cauteloso, terminan siendo manifestaciones de los miedos psicológicos más profundos de una generación joven. A través del terror, estas películas de los ochenta ofrecieron a los jóvenes espectadores una forma de procesar sus miedos más profundos, enfrentando lo sobrenatural para poder continuar con su propio crecimiento en un mundo que parecía cada vez más incierto y aterrador. Comedias escolares: la presión social y la búsqueda de identidad Mientras que el terror adolescente se centraba en lo sombrío y lo peligroso, las comedias escolares de los ochenta ofrecían una visión más ligera y a menudo optimista sobre la juventud, pero sin dejar de abordar las mismas preocupaciones centrales. Películas como Ferris Bueller’s Day Off (1986), The Breakfast Club (1985) y Fast Times at Ridgemont High (1982) se enfocaron en las experiencias diarias de los adolescentes, desde las presiones académicas hasta las dinámicas de grupo, pero también exploraron la importancia de la rebeldía, la amistad y la individualidad. Las comedias escolares de los ochenta, en su mayoría, se desarrollaban en el contexto del instituto, que servía como un microcosmos de la sociedad en general. Las tramas giraban en torno a los problemas de los adolescentes dentro de este ambiente cerrado, a menudo con una crítica a las normas sociales y a las expectativas impuestas por los adultos. The Breakfast Club (1985) The Breakfast Club, dirigida por John Hughes, es uno de los ejemplos más emblemáticos de este enfoque. En ella, un grupo de estudiantes de diferentes grupos sociales (la nerd, la perfecta, el atleta, el marginal y la chica rara) son obligados a pasar el sábado juntos en detención como castigo escolar. A través de su interacción, la película explora la presión social, el deseo de encajar y las tensiones que surgen al tratar de cumplir con los estereotipos impuestos por el instituto y la sociedad en general. Ferris Bueller’s Day Off (1986) En Ferris Bueller’s Day Off, otro clásico de John Hughes, se presenta a Ferris Bueller como un joven que evade las normas y consigue eludir las expectativas de la escuela y los adultos a través de su ingenio y audacia. A diferencia de las películas de terror, donde la rebelión juvenil tiene consecuencias fatales, en las comedias como esta, la rebeldía es a menudo vista como algo positivo, un modo de liberarse de la opresión y de encontrar la propia identidad. Otro de los temas recurrentes en las comedias escolares es la búsqueda de identidad y el miedo al futuro. Los adolescentes de estas películas están atrapados entre la niñez, la adultez y la presión por decidir qué camino tomar en la vida. Fast Times at Ridgemont High (1982) En Fast Times at Ridgemont High, por ejemplo, los personajes se enfrentan a los primeros amores, la iniciación sexual y las primeras experiencias laborales, todo mientras tratan de definir quiénes son y cómo encajan en la sociedad. Estos dilemas existenciales, aunque presentados con humor, reflejan la ansiedad de los adolescentes de los ochenta por encontrar su lugar en un mundo que parece esperar mucho de ellos. La intersección de los géneros: un reflejo de la complejidad adolescente Lo fascinante de las películas de terror adolescente y las comedias escolares de los ochenta es cómo, a pesar de ser géneros aparentemente opuestos, ambos abordan la misma cuestión central: la complejidad de ser joven. Ambos tipos de películas entendieron que la adolescencia no era solo una etapa de diversión o miedo superficial, sino un terreno de intensos conflictos internos y luchas por la identidad. En el terror, los adolescentes enfrentaban amenazas externas que simbolizaban sus miedos más profundos: el comenzar a ser adulto, la muerte, la pérdida del control. En las comedias, esa misma lucha se manifestaba en la búsqueda de la aceptación, la rebelión contra las expectativas sociales y la constante presión por encontrar un propósito en la vida. Ambos géneros muestran a los jóvenes como seres vulnerables pero resilientes, que deben encontrar una forma de sobrevivir. Y a pesar de sus diferencias tonales, tanto las películas de terror como las comedias escolares se convierten en metáforas de la juventud misma: un periodo de caos, de transición, de constante transformación, donde lo monstruoso y lo mundano coexisten.

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