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  • El aceite de soja se dispara y abre una ventana de oportunidad para Córdoba y el país

    » Comercio y Justicia

    Fecha: 19/06/2025 11:50

    Por Javier De Pascuale El precio del aceite de soja, uno de los pilares de las exportaciones argentinas, se disparó en los últimos días, impulsado por una nueva política de biocombustibles en Estados Unidos. Este aumento, que acumuló 15,75% en dos días en el mercado de Chicago, representa una oportunidad clave para Argentina, el principal exportador mundial de este producto. Aunque no todo es color de rosa: los desafíos internos y la volatilidad del mercado global plantean interrogantes sobre cuánto podrá capitalizar el país este boom. El impulso de Chicago La chispa que encendió el mercado fue una propuesta de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos, bajo la administración Trump, que eleva los objetivos de mezcla de biocombustibles para 2026 (24.020 millones de galones) y 2027 (24.460 millones de galones), un aumento de casi 8% respecto a 2025. En particular, la categoría de biocombustibles avanzados, que incluye el biodiésel elaborado con aceite de soja, verá un salto del 67% en 2026, alcanzando 5.610 millones de galones. Esta medida disparó la demanda de aceite de soja, reflejada en un aumento de 6,3% en los futuros de Chicago el viernes 13 de junio y un 8,89% este lunes 16. Argentina, que exportó US$6.332 millones en aceite de soja en 2024 (32,2% del complejo sojero y cuarto producto más exportado del país), está en una posición privilegiada para beneficiarse. El alza de precios podría incrementar la entrada de divisas, un alivio para una economía con restricciones cambiarias. Sin embargo, la capacidad de aprovechar esta oportunidad depende de varios factores. Líderes en un mercado en ebullición El país es el mayor exportador mundial de aceite de soja, con una participación del 46% en 2018 y un estimado del 70% de su producción exportada en la campaña 2023/24. A diferencia de Brasil y Estados Unidos, que priorizan la exportación de poroto de soja, Argentina agrega valor al procesar 79% de su cosecha en harina y aceite. En octubre de 2024, las exportaciones de aceite de soja alcanzaron un récord en 17 años, con India y China como principales destinos. El aumento de precios responde no sólo a la política de EE.UU., sino también a la escasez de aceites alternativos. Las restricciones en la producción de aceite de palma en Indonesia y Malasia, sumadas a aranceles sobre el aceite de colza en mercados clave, han elevado la dependencia global del aceite de soja. Además, el alza en los precios del petróleo crudo impulsada por el conflicto bélico en Medio Oriente hace que los biocombustibles sean más competitivos, consolidando la demanda. Oportunidades y desafíos El impacto del aumento de precios podría ser significativo para Argentina. El complejo sojero representó el 24,6% de las exportaciones del país en 2024, y un mayor ingreso de divisas ayudaría a estabilizar el tipo de cambio. Los últimos datos del sector, anticipados por Valorsoja, indican que la industria aceitera está fijando grandes volúmenes de harina y aceite para aprovechar una alícuota del 24,5%, mostrando una respuesta ágil al buen momento del mercado. Sin embargo, no todo es optimismo. Los productores argentinos suelen retener soja para protegerse contra la inflación o esperar mejores condiciones cambiarias, lo que podría retrasar la liquidación de divisas. Además, la industria aceitera enfrenta márgenes comprimidos por la sobreoferta global de harina de soja. La presión tributaria y las distorsiones cambiarias también reducen la competitividad del sector, suele recordar el especialista Salvador Di Stefano. A nivel global, restricciones como los aranceles del 20% impuestos por India en 2024 para proteger a sus agricultores podrían limitar las exportaciones argentinas. Aunque India, que absorbe el 30% del aceite de soja global, sigue siendo un socio estratégico, la propuesta de la EPA estadounidense de reducir créditos para biocombustibles con insumos importados podría afectar las ventas a EE.UU. Córdoba en la grieta El boom del aceite de soja es una ventana de oportunidad para Argentina, pero su impacto dependerá de la capacidad de alinear políticas internas con la dinámica global. La volatilidad del mercado, con antecedentes como el pico de 86,69 centavos por libra en 2022 seguido de una caída por mayor oferta, exige cautela. Además, el 17% del aceite de soja argentino se destina al mercado local de biodiésel, lo que reduce el volumen disponible para exportar. Para maximizar los beneficios, el país necesita agilizar la liquidación de exportaciones, reducir las distorsiones cambiarias y fortalecer su posición en mercados clave como India y China. En un contexto de alta inflación y restricciones de divisas, el aceite de soja puede ser un motor económico, pero solo si se sortean los obstáculos internos y externos. Para Córdoba, es clave lograrlo. Hay 48 plantas productoras de aceite de soja distribuidas en el país y la provincia cuenta con seis de ellas, algunas de las más importantes ya que sumadas procesan uno de cada diez litros del producto nacional. Las plantas de Aceitera General Deheza (AGD) en esa ciudad y en Villa María; la de Viterra en esa misma ciudad; la de Cofco en Río Cuarto y la de ACA (Asociación de Cooperativas Argentinas) en Jesús María procesan cerca de 6,5 millones de toneladas anuales, principalmente de extracción por solventes. La cercanía a los campos de soja en un radio de 300 km reduce costos de flete y posiciona a esta industria con ventajas comparativas respecto de otros competidores globales.

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