19/06/2025 16:43
19/06/2025 16:42
19/06/2025 16:42
19/06/2025 16:42
19/06/2025 16:42
19/06/2025 16:42
19/06/2025 16:42
19/06/2025 16:42
19/06/2025 16:42
19/06/2025 16:42
Buenos Aires » Infobae
Fecha: 19/06/2025 10:37
ARCHIVO: Vladimir Putin da la bienvenida a los espías rusos Artyom Dultsev, Anna Dultseva y sus hijos, tras un intercambio de prisioneros entre Rusia y países occidentales, el 1 de agosto de 2024. Los agentes construyeron falsas identidades en la Argentina y los pequeños ni siquiera hablaban ruso (Reuters) Hace quince días, el experimentado periodista español Marc Marginedas lanzaba una frase que se convertiría, dos semanas después, en profecía: “Tengo la impresión de que los rusos han encontrado en Argentina el lugar donde esconderse”. Fue en esa entrevista a Infobae en la cual el catalán -que conoce como pocos la estructura criminal del Kremlin- marcó algo de de ese ovillo descubierto ayer. Este miércoles 18 de junio las autoridades argentinas confirmaron el descubrimiento de una red de espionaje conformada por ciudadanos rusos y argentinos. Se cree que todos ellos forman parte del servicio de inteligencia militar ruso, del Departamento Central de Inteligencia popularmente conocido bajo las siglas GRU, Glávnoye Razvédyvatelnoye Upravlenie. La investigación, liderada por la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), señala que el grupo identificaba y reclutaba colaboradores con el fin de desarrollar operaciones de desinformación y recopilación de información política estratégica para los intereses de Rusia. La célula, conocida como “La Compañía”, mantenía conexiones con el llamado “Proyecto Lahkta”, el mecanismo de injerencia atribuido al brutal Yevgeniy Prigozhin, líder de la empresa de mercenarios Wagner y figura central de las operaciones encubiertas rusas hasta su muerte en pleno vuelo en agosto de 2023 tras desafiar públicamente a Vladimir Putin. Lev Konstantinovich Andriashvili, el espía ruso descubierto por el gobierno argentino. Irina Iakovenko, la rusa que junto a Lev Konstantinovich Andriashvil formaba parte de una red desmantelada por las autoridades de seguridad argentina. El principal organizador local sería Lev Konstantinovich Andriashvili, ciudadano ruso asentado en Buenos Aires, junto a su esposa Irina Iakovenko. Ambos dispusieron de financiamiento ruso para fortalecer la red y aprovechar el marco migratorio por demás flexible de la Argentina, donde desde 2009 se permite el acceso sin visado a ciudadanos rusos. El objetivo -advertido por este medio desde hace años- es simple: infiltrar agentes y formar circuitos de lealtad al Kremlin, influir en debates públicos y preparar a individuos que puedan obtener documentación local válida, facilitando en muchos casos el posterior desplazamiento hacia otras regiones -como Europa- siendo plenamente argentinos. Las actividades de estos agentes incluían la creación y difusión de contenidos en redes sociales, la captación de contactos en organizaciones no gubernamentales y civiles, y la realización de grupos focales destinados a mapear simpatías, opiniones y posibles focos de resistencia a políticas pro-rusas. Además, la célula rusa habría recolectado datos sensibles de tipo político e institucional, elevando el nivel de alarma sobre la posible manipulación de procesos electorales y la participación extranjera directa en dinámicas sociales internas del país. Este episodio se suma a una serie de incidentes ocurridos en otros países del continente. Una investigación difundida el pasado mes de mayo en The New York Times demostró que Brasil se había convertido en un verdadero laboratorio para la creación de identidades ficticias y el envío de “ilegales” rusos a Europa y Estados Unidos. Seis de los espías rusos, en el sentido de las agujas del reloj desde arriba a la izquierda: Yekaterina Leonidovna Danilova, Vladimir Aleksandrovich Danilov, Roman Olegovich Koval, Aleksandr Andreyevich Utekhin, Irina Alekseyevna Antonova y Olga Igorevna Tyutereva (The New York Times) El caso del agente Artem Shmyrev, camuflado como el empresario local Gerhard Daniel Campos Wittich, ilustró cómo las redes rusas operaban con documentos auténticos, trabajos legales y relaciones sentimentales genuinas, insertándose sigilosamente en la comunidad local, hasta niveles de profundidad inéditos. La llamada “Operación Este”, conducida por la Policía Federal de Brasil a partir de 2022 y en colaboración con organismos estadounidenses e israelíes, permitió desenmascarar al menos a nueve oficiales rusos, algunos de los cuales habían conseguido títulos universitarios en Occidente o desarrollado empresas prósperas para camuflar sus verdaderos objetivos ordenados por el régimen de Moscú. Según esa investigación, Brasil consiguió la mayor purga de agentes rusos en la región y puso fin a años de impunidad relativa para el espionaje extranjero, gracias a la revisión de millones de registros y la cooperación internacional en seguridad. Un caso singular fue el de Sergey Cherkasov (Victor Muller Ferreira), quien intentó infiltrarse en la Corte Penal Internacional tras obtener un posgrado en la Universidad Johns Hopkins, hasta ser finalmente identificado en un operativo conjunto que, durante días, lo mantuvo bajo vigilancia antes de poder arrestarlo finalmente por uso de documentos falsos. Argentina, considerada históricamente como país “de tránsito” y “puerta de entrada” a Occidente para operadores rusos, se vio recientemente sacudida por el caso de Artiom Dultsev y Anna Dultseva, una pareja de agentes encubiertos que vivió varios años en Buenos Aires, donde se integraron completamente hasta conformar una familia y obtener pasaportes argentinos para sí y sus hijos. Los pasaportes argentinos de Artiom Dultsev y Anna Dultseva. Artiom Dultsev y Anna Dultseva y sus múltiples identidades. Bajo identidades inventadas, los Dultsev fundaron una pequeña galería de arte y una firma tecnológica, y en 2017, se trasladaron a Liubliana, la capital de Eslovenia, desde donde habrían continuado participando en la red internacional hasta ser descubiertos y detenidos. La historia muestra el nivel de inversión personal y sacrificio exigido en estas misiones: “Le dijimos a los niños que somos rusos, que son rusos y que somos los Dultsev”, relató Anna Dultseva sobre el regreso a Moscú tras conocerse la verdadera identidad familiar en pleno vuelo. En el aeropuerto, tras ser juzgados y deportados desde Eslovenia, fueron recibidos con honores nada menos que por un sonriente Vladimir Putin. La pareja reconoció que había educado a sus hijos en español, completamente distantes de la cultura y el idioma ruso, para mantener la fachada y evitar cualquier filtración. El trabajo permanente de mimetización les llevó incluso a “olvidar” su lengua materna y desarrollar sentimientos de extranjería a su regreso a Rusia. “Al regresar nos dimos cuenta de que no podíamos hablar ruso en absoluto. Y ni siquiera entendemos a las personas que nos rodean que hablan nuestro propio idioma”, dijeron en una entrevista. Otro caso retumbó en Perú y Ecuador. Hacia mediados de noviembre de 2022, el reconocido sitio de noticias Bellincat -dedicado a incomodar al Kremlin- dio a conocer la noticia de una supuesta joyera ecuatoriana que utilizaba esa profesión para ingresar a un círculo muy importante en Europa: las oficinas de la OTAN y la base naval de los Estados Unidos en Nápoles, Italia. María Adela Kuhfeldt Rivera había nacido supuestamente en Lima, Perú hacía 30 años. Sin embargo, su partida de nacimiento era falsa y -a diferencia de los “argentinos”- nunca había estado en el país latinoamericano. Sin embargo, su cobertura fue descubierta aunque consiguió retornar a Rusia. Es que su pasaporte resultaba familiar: tenía el número 643258050, un código recurrente entre los miembros del GRU. María Adela Kuhfeldt Rivera, espía rusa. La misión de “María Adela” era conseguir información sensible de aquellas unidades militares antes de que Rusia invadiera Ucrania en febrero de 2022. Nota de color: para entender plenamente este tipo de infiltraciones pocas cosas ilustran mejor este escenario que la serie The Americans, protagonizada por Keri Russell y Matthew Rhys. Las “ventajas” Sobre este escenario, Marginedas expresó: “Tengo la impresión de que los rusos han encontrado en Argentina el lugar donde esconderse”. El catalán argumenta que la facilidad para obtener documentos y el poco control migratorio han hecho de la Argentina una plataforma ideal para la dispersión de agentes hacia el resto de Europa. “Después de dos años tienes pasaporte argentino y te puedes mover muy fácilmente por Europa...”, explicó el reportero, quien además prevé que el gobierno argentino estudia medidas que limiten este flujo. ¿Restricción de ingreso para los ciudadanos rusos? Pero el alcance de las operaciones rusas en América Latina no se limita a Argentina y Brasil. Otras investigaciones, tanto judiciales como periodísticas, han detectado actividades similares en países como Uruguay, Paraguay, Chile y México, donde agentes presuntamente han replicado el modelo de creación de identidades falsas, infiltración en organizaciones y captación de información confidencial. Un informe recogido recientemente por The Guardian subraya la habilidad de los operativos para integrarse en comunidades locales, esconderse bajo fachadas empresariales y sostener vidas familiares aparentemente ordinarias, mientras se abren rutas para futuros movimientos a puntos estratégicos de Europa y Estados Unidos. Estos casos revelan la naturaleza transnacional y altamente adaptativa del espionaje ruso de Putin, así como las debilidades estructurales de los sistemas migratorios latinoamericanos, de control documental y de cooperación judicial en la región. El uso metódico de la migración regular, el matrimonio, la crianza de hijos y negocios locales legales son estrategias sistemáticamente empleadas por los servicios de inteligencia. Sumado al empleo intensivo de redes sociales, ONGs y pequeños círculos culturales —de difícil control estatal—, el desafío crece para las agencias nacionales con escasa estructura de inteligencia y tecnología. En este contexto, debería ser prioritaria la cooperación y el intercambio de datos sensibles, con foco en evitar filtraciones que puedan tener repercusiones en terceros países aliados, más allá de las diferencias ideológicas. La reciente coordinación entre la Policía Federal de Brasil, agencias estadounidenses y europeas representa un avance, pero la falta de marcos jurídicos ágiles sigue siendo un obstáculo. Alexander Verner y una de los domicilios donde vivía en Buenos Aires hasta salir del país (Infobae) El último caso argentino sumado al de Alexander Verner, el “traductor” que logró infiltrarse en un conocido think tank nacional descubierto por Infobae en abril de 2023, revela la dimensión de la infiltración rusa en América Latina. Una infiltración que continuará creciendo si no se ajustan ciertos mecanismos de seguridad. De esta esta profunda infiltración no sólo podría beneficiarse Putin. Esa red podría favorecer a los socios geopolíticos de Moscú: principalmente al régimen de Beijing de Xi Jinping y a una debilitada Teherán, que con sus células terroristas de Hezbollah ya bañó la región de sangre en los 90. X: @TotiPI
Ver noticia original