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  • Cristina y el río de la historia: reflexiones sobre el tiempo y la imposibilidad de un segundo baño en el mismo lugar

    Parana » Informe Digital

    Fecha: 18/06/2025 15:17

    Cuando se confirmó la condena a Cristina Fernández de Kirchner, que incluye la incapacidad de ocupar cargos públicos, el peronismo se encontraba atrapado en el laberinto de su interna. Sin una visión clara sobre qué proyecto oponer a Javier Milei, su estrategia se limitaba a esperar la implosión de su propuesta debido a sus propias contradicciones. Según el periodista Carlos Burgueño, Cristina no considera que el ocaso del mileísmo se asemeje a anteriores estallidos como el que dio origen al peronismo el 17 de octubre de 1945, el colapso hiperinflacionario de 1989 o la crisis institucional que culminó con la convertibilidad en 2001 y 2002, de la cual emergió el kirchnerismo. En cambio, ella proyecta un contexto similar al “estallido social” chileno de 2019: una revuelta no causada por una corrida bancaria ni por el colapso del sistema cambiario, sino por un cansancio acumulado ante el ajuste, la desigualdad y el desgaste cotidiano de la vida social. Cristina sostiene que el actual modelo económico carece de futuro y que, al colapsar, la gente buscará al peronismo, lo que le permitiría un regreso “al estilo de Lula da Silva”. Así sintetizaba el Turco Asís la estrategia de Cristina a comienzos de este mes, tras el anuncio de su candidatura para la tercera sección electoral en la provincia de Buenos Aires: “Esta mujer quiere repetir la experiencia de Lula, que estuvo un año y medio preso y hoy es el presidente de Brasil”. La condena le ha devuelto una centralidad política en la esfera nacional y ha organizado, de forma momentánea, la estrategia del peronismo, que se concretiza en denunciar el fallo de la Corte. Pero, ¿qué sucederá el día después? ¿Es factible esperar simplemente la caída del adversario sin una propuesta alternativa o un programa claro? ¿Será suficiente apelar al liderazgo de “la jefa” para reordenar al peronismo? Los primeros resultados electorales de este año evidenciaron las limitaciones de esta perspectiva. El pasado 10 de junio, tras conocerse la condena, la expresidenta señalaba que “al cepo del salario del gobierno de Javier Milei, ahora el partido judicial le agrega el cepo al voto popular”. Además, ofreció una imagen sugestiva que ilumina su visión a largo plazo, que de algún modo inspiró el título de esta columna de Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3). “Tardará más o menos tiempo, pero el pueblo es como un río. Se le ponen piedras, se puede desviar el cauce, pero el agua pasa. La historia me ha enseñado que el pueblo toma nombres y liderazgos que van surgiendo a medida que marcha. Nadie tiene la vaca atada. La experiencia del pueblo argentino me enseña que no se resignan a perder derechos,” afirmó la expresidenta. La metáfora del cauce del río, que entrelaza sus aguas para tejer la historia, ha sido utilizada repetidamente a lo largo del tiempo en las ciencias sociales. También se ha dicho que el pueblo es como un río que, a pesar de las piedras en su camino, las rodea y supera los obstáculos. Se trata de una imagen que entiende la historia como una fuerza natural. No obstante, también podríamos considerar cómo los humanos han intervenido en los ríos, construyendo diques o desviando sus cauces. El río de la sociedad argentina es resultado tanto de su forma natural como de las intervenciones políticas que han definido su trayectoria. El filósofo antiguo Heráclito aseguró que es imposible bañarse dos veces en el mismo río, ya que al regresar, el río no es el mismo, ni uno es el mismo. La acción humana sobre la naturaleza es una buena metáfora de cómo opera la política: no actúa en el vacío ni simplemente desde la imaginación, sino sobre un cuerpo social que tiene aspiraciones, deseos y sufrimientos, así como una realidad material. ¿No fue Milei el resultado de un agotamiento de la sociedad con las promesas incumplidas de la política? Pablo Semán, en su artículo “11 tesis sobre Milei”, publicado en la revista Anfibia, argumentó que aquellos que en 2015 fueron cautivados “por la promesa de una revolución económica sin víctimas” (“nadie va a perder nada”), o quienes Cristina buscaba reunir en 2019 al afirmar que el macrismo “desordenó la vida de la gente”, son los mismos que hoy responden al llamado de Milei, quien les da dignidad al hablarles como sujetos con “la fuerza necesaria para cambiar la fatalidad de sus destinos” si lo apoyan en su propuesta de rebelarse contra las injusticias del sistema que él denomina “la casta”. Milei se dirigió a una población cansada de los privilegios de la casta política, que actualmente considera, según una encuesta de Zuban Córdoba, que la Justicia no es igual para todos. A la vez, creen que Cristina es responsable de actos de corrupción y debe pagar por ello. A pesar de que los libertarios celebraron la condena a Cristina, intensificando la polarización, la estrategia de La Libertad Avanza consistía en derrotar al kirchnerismo en las urnas, confiando en que su visión de la sociedad contemporánea se ajusta más a las aspiraciones sociales que la del kirchnerismo. Actualmente, esto no puede materializarse. “Cristina hubiera sido una buena confrontación”, afirmó el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y añadió: “La victoria contra Cristina tiene un valor superior”. Este martes, en el mismo programa, el dirigente peronista Julio Bárbaro señaló que, más allá de la coyuntura actual, la estrategia que el kirchnerismo ha aplicado limita cada vez más el alcance del peronismo. “Cristina convirtió un partido nacional en uno provincial. Es una reducidora del peronismo. Y en lo esencial, que Cristina desaparezca hace que todos vengan a saludarla. Porque Cristina sin poder es divertida,” dijo. La crítica de Bárbaro se hace aún más evidente al observar las campañas de La Cámpora y cómo han actuado desde que se conoció la condena. Pareciera que no comprenden los cambios que han ocurrido en la sociedad. Es comprensible que los jóvenes kirchneristas sientan que son víctimas de una injusticia y que el fallo de la Corte Suprema les ha quitado la representación de quien consideran su líder. No obstante, enojarse con la sociedad o con los periodistas no les ayudará a recuperar el respaldo de la población en su proyecto político. En la actitud mostrada por manifestantes que gritan y destruyen medios como TN o Neura, o que irrumpen en lugares lanzando volantes al grito de “con Cristina no se jode”, no parece haber una intención de persuadir, sino más bien una manifestación de enojo o impotencia. Algunos de los jóvenes indignados por el fallo de la Corte llevaron a cabo estos días la distribución de volantes en un supermercado Coto. Resulta un tanto ridículo. En otro caso, realizaron volanteo en un clásico bar porteño. “En este bar se juntan los mafiosos que metieron presa a Cristina”, decían los papeles en contra de los jueces de la Corte. En términos generales, estas acciones transmiten más impotencia que una idea transformadora de algo negativo en positivo. Por otro lado, se observa un espejo simétrico con el discurso de Milei contra los medios de comunicación. En un comunicado reciente, FOPEA advirtió que, desde el fallo, se ha agravado el clima de intolerancia que soslaya la libertad de prensa en Argentina. La organización alertó que estos actos buscan intimidar a la prensa y dificultar su labor informativa, poniendo incluso en riesgo la integridad física de los comunicadores. Mientras el Gobierno ataca a los periodistas tildándolos de “ensobrados”, el peronismo los acusa de haber cegado a la población, volcando a los ciudadanos en contra del kirchnerismo. ¿No serán los kirchneristas o cristinistas quienes están cegados frente a una sociedad que ha cambiado? Al igual que Milei, se enfurecen, critican y atacan a quienes someten a análisis sus narrativas sobre la realidad, aun cuando los traten con respeto, como es nuestro caso. Esperemos que estos actos no tengan un nuevo episodio en la movilización de hoy, y también confiamos en que el Gobierno respete el derecho a la manifestación de aquellos que ven en Cristina Kirchner su referente. Este martes, Margarita Stolbizer —una de las primeras denunciantes de Cristina Kirchner, junto con Elisa Carrió—, mostró una actitud democrática que considero digna de destacar. Afirmó que, aunque no comparte la consigna de la marcha, respeta la legitimidad de la movilización. “Me parece legítima la marcha, no me sumaría nunca. Es una decisión de la Justicia que debemos cumplir”, afirmó. Heráclito, el filósofo antiguo, postuló la dialéctica como un modo de comprender el mundo. Reconoció que la naturaleza se mueve a partir del choque de opuestos, una idea que siglos después retomaría Hegel para concebir la historia como una sucesión dialéctica de conflictos y superaciones. Este marco conceptual puede ayudarnos a interpretar mejor la política actual, en la que muchas veces los opuestos son considerados enemigos irreconciliables, cuando en realidad se trata de incorporar la diferencia de lo nuevo en una síntesis superadora. Para Hegel, el conflicto no es el final, sino el motor que propicia el avance: en la tensión puede surgir un nuevo equilibrio, una verdad parcial, momentánea, pero útil. De la confrontación pueden emerger acuerdos frágiles pero funcionales, como ocurrió en la interna de Juntos por el Cambio, aunque luego el proyecto no fue sostenible. Temor al ruido puede conducir a bloqueos destructivos, como se evidenció en el estancamiento del Frente de Todos. En este contexto de alta polarización y tensiones, tanto el oficialismo como la oposición parecen atrapados en lógicas que refuerzan su propio aislamiento respecto del sentir social. La condena a Cristina Fernández de Kirchner reactiva liderazgos, pero también agrava la distancia entre la clase política y una ciudadanía que permanece apática y ya no se moviliza por lealtades automáticas, sino por expectativas concretas de mejora que el peronismo no ofrece en la actualidad. Si el kirchnerismo anhela reencontrarse con ese “río” que invoca su líder, deberá dejar de dirigirse únicamente a los convencidos y aprender a interpretar el cauce cambiante de una sociedad que ya no es la misma. El verdadero desafío no es imponer una verdad y resentirse con quienes piensan diferente, sino construir un sentido compartido que permita canalizar el descontento y ofrecer una perspectiva superadora sin romper los diques de la convivencia democrática. El cauce de Argentina continuará fluyendo, el río de la nación es el protagonista de un diálogo entre sus aguas. Aguas que nadie controla y son obra de todos. Producción de texto e imágenes: Facundo Maceira TV/ff

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