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» Comercio y Justicia
Fecha: 17/06/2025 15:46
Por Luis Esterlizi (*) “En el seno de la humanidad que soñamos, el hombre es una dignidad en continuo forcejeo y una vocación indeclinable hacia formas superiores de vida. Tales factores no operan -por cierto- en una consideración simplemente masiva de la biología social. De su ignorancia o de su sojuzgamiento depende precisamente el éxito de nuestra época. Sólo en este punto podemos examinar con mejores garantías de acierto la gran posibilidad de ese ideal de humanidad. Si no lo buscamos a través de sí misma, como una expresión de bloque con necesidades de bloque, sino a través del individuo, hallaremos en seguida sus dos características esenciales: humanidad como crisol de la dignidad y como atmósfera de libertad. Hay una libertad irrespetuosa ante el interés común, enemiga natural del bien social. No vigoriza al yo sino en la medida que niega el nosotros y ni siquiera se es útil a sí misma para proyectar sobre su actividad una noble calificación. La misma ley moral no será considerada como ente aislado, como principio personal, sino como visión máxima del ideal de conducta universal”. (La comunidad organizada) Realidad actual A esta terrible realidad no hemos llegado de improviso sino porque a los argentinos nos obligaron a recorrer una azarosa vida plena de desaciertos de características políticas casi siempre, aunque en otros momentos con terribles disonancias económicas que -como siempre- son absorbidas por la sociedad argentina y que le dejaron secuelas que hoy por hoy no son de fácil resolución; más bien auguran situaciones incontrolables, sobre todo cuando se han perdido en forma definitiva la finalidad y la norma en la existencia y convivencia de los argentinos. De todo este proceso, el que más ha sufrido sus terribles consecuencias y lo sigue haciendo es el noble pueblo argentino, cuando de él los más castigados son los que expresan situaciones límites ante el larguísimo calvario de perversas políticas públicas que lo han llevado hacia un estado de degradación inconcebible en un país como Argentina. En el aspecto social no sólo se han sufrido las peores secuelas ya que conjuntamente con ellas han actuado irresponsablemente propuestas políticas que casi todas vinieron cargadas de apetitos personales incontenibles que sin límites, fueron paulatinamente estropeando el modelo democrático iniciado en 1983 y agotando paulatinamente la credibilidad de esta democracia a millones de ciudadanos. En ese ambiente cargado de dudas, confusión y cada vez menos esperanza, fue aumentando el deterioro democrático, lo que causó la pérdida de participación entusiasmada de la sociedad y la concentración del poder de decisión en círculos cada vez más cerrados cuyos cerebros de primera línea pueden contarse con los dedos de las manos. Ello, con el agravante de haber logrado dividir y enfrentar al pueblo argentino en dos partes, a lo que luego le adosaron la posibilidad de la alternancia en el poder. La partidocracia, en crisis Así llegamos a estos días en los que el actual poder público carece totalmente del respeto del pueblo, porque quienes forman parte del Poder Ejecutivo, especialmente el presidente, casi siempre ocupan al mismo tiempo la presidencia del partido o coalición ganadora, mostrando una falta absoluta de ética y moral, ya que como presidente de un país, debería renunciar al partido que lo propuso como candidato porque desde el momento de asumir el cargo de Presidente, es el presidente de todos los argentinos. En el Poder Legislativo, donde deben estar los legítimos representantes del pueblo, nos encontramos con que sólo están quienes cumplen las decisiones que emanan de los que conducen al partido o coalición que los nombró como candidatos. Y por último llegamos al Poder Judicial, el lugar de los privilegios más sorprendentes que podamos imaginar, ya que -con total displicencia y poco interés de ejercer justicia en beneficio del pueblo- obra y actúa en consecuencia -con el resto de los poderes- con total impunidad y maneja sus decisiones de acuerdo con el poder que a su criterio prevalece en esos momentos. Con este somero análisis que depende exclusivamente de deducciones que cualquier argentino puede realizar de las experiencias políticas, económicas y sociales sufridas en los últimos 50 años de gobiernos “democráticos”, pongo en escena a una de las causas principales de la terrible tragedia que hoy vive el país y sus habitantes: la clase política que depende de partidos inexistentes ya que no existen programas de políticas públicas, congresos, unidades básicas o comités, equipos técnicos,. Lo peor es que, a partir de imponerse una democracia de confrontación, hemos vivido tales circunstancias mientras el sector político concilió a su vez el tema de la alternancia para que las mismas figuras -fueran éstas oficialistas u oposición- estuvieran siempre en el Poder Legislativo. La sentencia a la ex presidente Cristina Fernández Si se tiene en cuenta el deplorable desempeño de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, era esperable una sentencia condicionada por el antikirchnerismo expuesto y promovido por el Presidente y “la oposición complaciente”, con su repercusión en los medios hegemónicos como los reiterados mensajes de la Libertad Avanza (LLA) plenos de odio y aberración, como sucedió con el diputado Espert en la Cumbre Mundial de Comunicación Política,“agrediendo a Florencia Kirchner, calificándola como la hija de una gran puta”.lanacion.com.ar/política Además, según encuestas de LLA en la provincia de Buenos Aires, en la sección donde se presentaba Cristina como candidata, ella supera ampliamente al candidato libertario, circunstancia que pudo haber influido en la decisión presidencial para que la Corte Suprema de Justicia dictara una sentencia que la proscribe definitivamente. Éstas, como otras tantas intrigas palaciegas, son las que demuestran el ejercicio de una democracia corrompida. Sin embargo, el peronismo -que para muchos sigue siendo un movimiento que produce hechos inesperados- esto se puso en evidencia, cuando se conoció la sentencia que le impuso la ”Justicia” a Cristina, rebalsando el vaso de la paciencia popular y produciendo situaciones similares a las que produce una patada a un hormiguero. Sectores kirchneristas, cristinistas, massistas, etcétera, e incluso sectores del peronismo histórico dejaron de lado sus diferencias y coincidieron que la patada fue a todo el pueblo peronista, más allá de los distintos matices y organizaciones que lo integran como incluso para el establishment, que -desde siempre- adjudicó todos los desbarajustes cometidos después de la muerte de Perón a Perón y su movimiento. Argentina, en busca de su propio destino Una cosa es lo que uno quiere ver y otra es lo que realmente se ve. Más de un argentino puede estar diciendo esta misma frase, ya que la situación política, económica y social que hoy vivimos los argentinos no es una cuestión exclusiva y sólo del peronismo. Mejor dicho, Argentina y todos sus habitantes vivimos un proceso en el que se discute cuál es el cambio que nos lleve a un futuro restituyente de las soluciones que se necesitan para superar definitivamente la tremenda crisis que padecemos. Unos pretenden que seamos una colonia de los países desarrollados, es decir, una especie de factoría proveedora de materias primas para la industria y trabajo de las industrias foráneas, y a su vez un país sumiso y dependiente de lo que decidan EEUU, Inglaterra e Israel. Sin embargo, existe una Argentina rebelde que está firme en no dejarse engañar por los cantos de sirena de los que prometen los adelantados de las economías financieras y capitales extractivistas como de los países imperialistas, y éstos son los distintos sectores e instituciones organizadas que tiene el país y cubren el amplio espectro del trabajo, la producción, el comercio, la investigación, las ciencias, la tecnología, la cultura, etcétera, por lo que podemos ser libres e independientes y dueños de lo que decidamos ser. Conclusiones Nadie puede decir con absoluta seguridad y precisión qué nos depararán los próximos sucesos en Argentina, como tampoco lo que suceda con las luchas encarnizadas que se producen en el ámbito internacional para la consolidación de un nuevo orden mundial. Lamentablemente, una conflagración nuclear también se visualiza como posible en estas contiendas. Estamos viviendo épocas de descarnados imperialismos y decadencia de liderazgos que -roguemos a Dios- sean los últimos intentos de la sinrazón y la estupidez humana. En Argentina, debemos convencernos de que sólo los pueblos que reconstruyen su fortaleza espiritual con los valores, virtudes y esencias de una humanidad, donde la finalidad sea el bien común y la norma la experimentación de la ética y moral en sus actuaciones, podrán ser los artífices de su propio destino. Por eso pienso que la mayoría de los argentinos modela sus esperanzas pensando en este último futuro, porque dicho propósito se inscribe en la mayor parte de la historia de nuestra existencia y en la lucha de miles de argentinos desde aquella lejana fecha de un 25 de Mayo de 1810, en que se izó la bandera azul y blanca como símbolo de la libertad, independencia y soberanía nacional.
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