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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 17/06/2025 05:07
DEL OTRO LADO - ROMÁN LUNA “No hay persona que no pueda transformar lo negativo en positivo“, afirmó con seguridad Román Luna, un corredor que ha convertido la esclerosis múltiple en un impulso de transformación personal. Recibió el diagnóstico en el año 2012 aunque sus primeros síntomas iniciaron 10 años antes. Visión borrosa, hormigueo y dificultad para hablar eran algunas de las señales de alarma que lo llevaron a consultar. “Empecé a no sentir la parte izquierda de mi cuerpo”, rememoró. Pero Román desafío las expectativas sociales y clínicas, convirtiéndose en el primer corredor con esta patología en cruzar la Cordillera de los Andes. “Corrimos 100 kilómetros en tres etapas, con mi hija Valen que me motivó a hacerlo”, comentó con orgullo. Su historia es un testimonio de resiliencia emocional, una travesía que lo llevó no solo a la superación física sino también a la reconciliación con su pasado. Alejado del fútbol, que fue su primer amor, y tras sufrir depresión en 2015, encontró en su familia y en el running dos grandes motivos para seguir adelante. “Mi familia es el motor ese, ese combustible que uno necesita a diario para poder seguir en la lucha”, explicó. Román Luna: “Fui el primer runner con esclerosis múltiple en cruzar la Cordillera”. (Candela Teicheira) Luis: — ¿Cuántos años tenés? Román: — 51 años. Estoy muy amigado con mi edad Luis: — ¿Y a qué momento recibiste el diagnóstico de tu enfermedad? Román: — En el año 2012. Pasaron diez años del primer brote que tuve, viviendo en Rosario. Luis: — Contame qué pasó. Román: — En 2012 tuve los mismos síntomas que en el año 2002, lo que pasa es que en ese momento no tuve diagnóstico. En 2012 me diagnostican acá en Buenos Aires. Empecé a sentirme mal, a tener visión borrosa, no sentía la parte izquierda de mi cuerpo, me tropezaba, me caía, sentía mucho hormigueo y empecé a tener dificultad para hablar. Ahí decidí, viviendo en Rosario, ir al médico. En esa época todavía había bastante desconocimiento sobre esta patología, que se dice enfermedades raras o poco frecuentes, no tuve un diagnóstico y la sorteé sin tomar ningún medicamento, sin nada. Luis: — ¿Y se fueron los síntomas? Román: — Sí, todos los síntomas se me fueron. Pasaron diez años y empecé a sentir lo mismo. Veía doble, como si tuviera arenilla en la vista, no podía caminar… Sentía que mi cuerpo estaba raro y mi mente también. Ahí volví a ir al médico. Yo siempre salía a hacer algún trote, a caminar y sentía que la parte izquierda de mi pierna me tambaleaba, se me caían las cosas de la mano y tenía dificultad para hablar. Luis: — Ahí te dice el diagnóstico es… Román: — Esclerosis múltiple. Me atiende una doctora de guardia y muy astuta, con el correr del tiempo y después de muchos años de convivir con la patología, me di cuenta. Tuvo la visión de preguntarme qué me pasaba y mandarme a hacer una resonancia. Ahí ven las lesiones que estaban en el cerebro… Luis: — ¿En qué consiste la enfermedad? Román: — La esclerosis múltiple es una patología desmielinizante. Lo que hace el sistema inmunológico de un paciente con esclerosis múltiple es desconocer la mielina. La mielina es lo que cubre la neurona. Es como el plastiquito del cable, es como una grasita que tiene eso y lo ataca, lo deteriora y lo va lastimando. Eso hace que funcione todo el sistema nervioso de nuestro cuerpo. “La procesión va por dentro, por eso la llaman la enfermedad invisible”, aclaró el entrevistado en diálogo con Luis Novaresio. (Candela Teicheira) Luis: — El cuerpo no reconoce la mielina y... Román: — La ataca, la lastima y te deja todas manchas blancas como callosidades en el cerebro. Eso hace que vayan deteriorando el sistema cognitivo. Hay gente que queda ciega y antes la esclerosis múltiple era asociada a una silla de ruedas. Son patologías poco frecuentes y predomina en mujeres por la composición genética. De cada 10 personas, siete son mujeres y, después de los accidentes de tránsito en adultos jóvenes, es la segunda causa discapacitante en el mundo. Luis: — ¿Qué aprendiste de la esclerosis desde el diagnóstico hasta hoy? Román: — Un montón. Para mí es como volver a nacer. Yo pienso que las patologías, todas las patologías, se dan en momentos que uno no se encuentra bien emocionalmente. Atando cabos, cuando vivía en Rosario y había tenido el otro brote, yo no estaba bien. Yo había perdido mi primer amor, que era el deporte, el fútbol. Era como que me habían arrancado un hijo y yo no estaba feliz. Luis: — ¿Se detiene, se controla? ¿Cuál es la evolución? Román: — Por el momento es una patología que no tiene cura. Sí, hay muchos medicamentos, inyecciones y pastillas nuevas. Cuando te diagnostican te dan un abanico de posibilidades y te hacen elegir, obviamente el médico te va guiando. Un diagnóstico precoz y certero ayuda a que uno no se deteriore cognitivamente. Es una patología que, en muchas ocasiones, te cambia el estado de ánimo, a veces uno siente un cansancio extremo, suele haber dificultad para el descanso y es una patología que le dicen: la patología invisible porque a veces no se ve y la procesión va por dentro, también tiene mucho de emocional. Y yo no estuve ajeno a eso. En el 2015 tuve una depresión, que es muy normal en los pacientes que tienen tanto patología crónica como esclerosis múltiple. Y fue eso también lo que me llevó a ver la vida de otra manera y lucharla día a día. Luis: — ¿Qué te ayudó a salir de ese momento? Román: — Mi familia. Yo pienso que mi pilar fundamental es la familia. Mi compañera y mis hijos son el motor, ese combustible que uno necesita a diario para poder seguir en la lucha. Luis: — ¿Cuántos hijos tenés? Román: — Tengo dos: Bauti de 10 años y Valentina de 20. Ellos me cuidan, me miman, me protegen, son todo. Luis: — ¿Cuándo arrancas a correr y qué objetivos alcanzaste? Román: — Empecé a correr entre 2017 y 2018. Empecé un 25 de mayo en una carrera que fueron 10 kilómetros con un grupo de running. Yo lo veía inalcanzable porque llegué a pesar casi 100 kilos. Cambié mi estilo de vida, empecé a comer más saludablemente. Casi no tomo alcohol y ahí fue cuando empecé a incursionar en el mundo del running. Después corrí varias carreras de 10 kilómetros hasta que, en el 2019, corrí los 21 kilómetros de Buenos Aires. “Podría haberme quedado en la zona de confort, pero elegí salir a la vida”, confesó Román. (Candela Teicheira) Luis: — ¿Quién es el primer runner de la historia que cruzó la Cordillera de los Andes con esclerosis múltiple? Román: — Román (risas). Y aparte lo hice con mi hija, Valen. Eso me lo propuso ella. Luis: — ¿Sos el primer runner con esclerosis? Román: — Sí, en hacer el desafío del cruce en el 2021. 100 kilómetros corrimos en tres etapas. Luis: — ¿En cuántos días? Román: — En tres días. Aproximadamente 33 kilómetros por día. Fue algo inigualable. Para mí es como haber entrado a la cancha de River, que fue el último club donde pisé un estadio. Haber llegado con la bandera, con mi hija, haber cruzado, fue lo máximo que me pasó en la vida a nivel deportivo. Luis: — Pero hacés muchas más cosas que correr... Román: — Cuando se me frustró el deporte, estudié periodismo. Con la comunicación hice un proyecto que se llamaba Un gran día, que nace ahí también con la depresión y con el objetivo de tratar de ayudar. Un gran día está inspirado en el tema de Joan Manuel Serrat, a quien tuve el enorme placer de conocer personalmente por este tema. Me recibió, siempre me escribe, se involucra en la causa y en cómo estoy. Es un ser de luz inmenso. Luis: — Contale al que tiene esclerosis múltiple o al que tiene otra situación que no puede ver, que hoy puede ser un gran día. Román: — Siempre está la posibilidad y hay oportunidad. Todos somos resilientes, todos podemos transformar nuestras vidas. No hay persona que no pueda transformar lo negativo en positivo. Yo lo transformé a través del deporte, me involucré con la comunicación y me hice una promesa de difundir. Pero uno lo puede hacer a través del arte, de la comunicación, de cualquier cosa. Trato siempre de pensar en el otro, llevar un mensaje de esperanza y de fe. Como jugador de fútbol siempre me miraba el ombligo. Tras el diagnóstico yo me podía haber quedado en una zona de confort, destruir toda mi familia por estar en depresión o sentirme mal, por tener esclerosis múltiple, llorando por todos los rincones, o afrontarlo y salir a la realidad como cualquier persona que se queda sin laburo o está esperando el ‘93 por calle Las Heras. Yo soy uno más, quiero tratar de ayudar y afrontar la situación de lo que venga. Es una lucha diaria y constante.
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