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  • El difícil reto de hacer sostenible el turismo

    » Diario Cordoba

    Fecha: 16/06/2025 05:18

    El último informe de la Organización Mundial del Turismo, que depende directamente de la ONU, afirma que en 2023 ya se habían recuperado los niveles de desplazamientos anteriores a la pandemia de covid-19. La resurrección ha sido casi milagrosa y ha superado todas las expectativas, también en España. Tanto es así que con cada actualización que difunde el INE llega un nuevo récord de entradas. Sin ir más lejos, en 2024 visitaron el país 94 millones de viajeros extranjeros, una cifra que multiplica por dos a la población nacional. A esto se une el hecho de que su gasto sigue la misma línea ascendente y llegó a 126.000 millones el año pasado, un umbral que no se había rebasado nunca hasta entonces. No hay duda de que, en términos económicos, las noticias son más que positivas. Pero, ¿qué pasa con el medio ambiente? Evolución de la llegada de turistas extranjeros a España / INE De acuerdo a un análisis reciente publicado en Nature Communications, las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas del sector turístico han sufrido un crecimiento continuado en la última década: entre 2009 y 2019, el porcentaje se elevó hasta el 8,8 por ciento del total. Además, el texto señala con claridad cuáles son los culpables de este paso atrás. El transporte aéreo, el uso del vehículo privado y los servicios públicos asociados a los viajes aparecen en la parte más alta de la lista. A esto habría que sumar otros inconvenientes como la sobreexplotación de los recursos naturales. Las playas son un buen ejemplo, pero hay otros casos más extremos: las filas de excursionistas subiendo a lo alto del Everest son una buena prueba de ello. Rediseñar el producto turístico Pese a que el panorama no invita al optimismo, esta industria aún tiene sobre la mesa las obligaciones marcadas en la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Aunque hoy en día parecen una utopía, oficialmente nadie ha renunciado a ellos. Los expertos coinciden en que para lograr ambas metas, es vital repensar los cimientos del sistema. «La clave está en el rediseño del producto turístico: sustituir volumen por valor, dispersar geográficamente a los visitantes, desestacionalizar la demanda e integrar los principios de gobernanza participativa y justicia social», afirma Carlos Calderón, responsable académico del máster universitario en Gestión del Turismo Ecológico y Sostenible de la Universidad Politécnica de Madrid. Masificación de yates en Formentera / Diario de Ibiza Este académico incide en la idea de que la sostenibilidad no debe estar reñida con la renuncia al turismo, sino que debe verse como una oportunidad de transformación hacia una actividad «que equilibre el crecimiento económico con la conservación del medio ambiente y el bienestar social». De esta manera, todos los actores obtendrán un beneficio. «Países como Costa Rica, que ha apostado de manera decidida por un ecoturismo con valor añadido, nos muestran que es posible diversificar el modelo manteniendo su rentabilidad. En Europa, Eslovenia ha liderado la implantación de indicadores de sostenibilidad en sus destinos, obteniendo reconocimiento internacional por su estrategia ‘green tourism’. España tiene potencial para ser líder, pero aún está demasiado anclada en el ‘sol y playa’ que sobreexplota los recursos naturales y sociales», apunta. España tiene potencial para ser líder, pero aún está demasiado anclada en el ‘sol y playa’ que sobreexplota los recursos naturales y sociales, opinan los expertos En la misma línea se pronuncia José Luis Sánchez Ollero, catedrático de Economía Aplicada de la Facultad de Turismo de la Universidad de Málaga. «Un modelo guiado por la sostenibilidad debe equilibrar el desarrollo económico con la protección ambiental y la equidad social con un componente ético. Debería incluir, al menos, un uso eficiente y responsable de los recursos naturales que internalice los costes ambientales, medidas de inclusión, una apuesta por la innovación y tecnologías verdes y también por la participación ciudadana en su propia gobernanza», subraya. En el fondo, aunque sea de manera egoísta, el sector turístico necesita cuidar el medio ambiente, ya que de él depende su propia supervivencia. No hay más que ver el daño que hacen los fenómenos meteorológicos extremos (cuya virulencia se ve agravada por el cambio climático), en zonas que acogen un gran número de visitantes. Los destructivos huracanes en el Caribe o la dana que a finales de octubre asoló Valencia son dos buenos ejemplos de ello. El turismo es causante y víctima a la vez del cambio climático / Agencias Pero no son los únicos. Existe otro tipo de turismo cuya viabilidad se ve profundamente amenazada por el calentamiento global. Un grupo de científicos estudió lo que ocurriría en 2.234 estaciones de esquí de 28 países europeos en el caso de que la temperatura media del planeta se elevase dos grados, tomando como referencia los valores preindustriales. El resultado, publicado en la revista Nature, es, cuanto menos, alarmante: más de la mitad de ellas están abocadas al cierre. Esto no repercutiría solo en los aficionados de a pie, sino que deportes con tanta tradición como los saltos de esquí o el snowboard verían cómo su futuro pende de un hilo. El transporte, en el punto de mira No hay duda de que una parte importante del turismo depende del transporte, más aún en la actualidad, cuando los viajes largos se han democratizado y han dejado de estar reservados a los más pudientes. Según un informe de la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA), el 3,6 por ciento del total de emisiones contaminantes de la Unión Europea proceden de la aviación. Aunque existe unanimidad a la hora de afirmar que es preciso diseñar combustibles menos perjudiciales para el medio ambiente, la realidad es que la transición hacia alternativas verdes avanza más lento de lo deseado. Entre tanto, ya hay algún gobierno que ha optado por medidas más radicales, entre ellas la prohibición de los vuelos cortos, mucho más contaminantes (en proporción) que los desplazamientos más largos. Eso sí, siempre que exista la posibilidad de cubrir el trayecto por tren en un tiempo razonable. Francia fue pionera en este avance y España no tardó en copiar la medida. Pese a la intención del Gobierno, la realidad es que la iniciativa aún no se ha trasladado a la realidad. La aviación es una gran fuente de contaminación atmosférica y calentamiento / Shutterstock En España, aunque hay grandes diferencias en función del territorio, ya se han dado pasos para garantizar que el volumen de visitantes no acarree daños en el entorno. Carlos Calderón cita las propuestas de Euskadi, Navarra, Asturias o Canarias, que han desarrollado «planes estratégicos de sostenibilidad turística que incluyen indicadores ambientales y sociales». También habla de Menorca, «declarada Reserva de la Biosfera, que ha apostado por una política de turismo lento, de protección paisajística, apostando por actividades de astroturismo y fomentando la participación de las cooperativas de agriculturas». Asimismo, se acuerda de la comarca del Berguedà, en Cataluña, «que ha articulado una estrategia de ecoturismo rural con protagonismo de la población local» y de territorios tan separados como La Palma y Gijón, que se acogen a la marca ‘Biosphere destinations’ para certificar sus buenas prácticas. Por su parte, José Luis Sánchez Ollero pone en relieve un concepto muy relevante: la economía circular. «Venimos de un modelo lineal donde se usaban recursos, muchos de ellos no renovables, y se generaban recursos que simplemente se tiraban, lo que ha provocado un grave problema medioambiental. En el último cuarto del siglo XX pasamos a una economía del reciclaje que en este momento se queda corto», puntualiza. …………………. ENTREVISTA. Antonio Tovar. Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía «Vamos a detectar la contaminación del mar por cremas solares» Antonio Tovar es el director del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (ICMAN-CSIC). Desde hace un par de años coordina el proyecto ‘Turisdron: tecnología de drones al servicio de un turismo sostenible’, una iniciativa que busca recabar datos que arrojen luz sobre cómo aliviar la presión sobre las zonas costeras de los millones de visitantes que llegan a las playas de la comunidad año a año. Antonio Tovar / CSIC -¿En qué consiste el proyecto ‘Turisdron’? ¿En qué fase se encuentra? -El proyecto ‘Turisdron’ pretende elaborar una herramienta de diagnóstico rápido para la detección de cremas solares en el mar y determinar así la calidad del agua de baño. Para ello, se está desarrollando, en su fase final, un sistema de detección de cremas basado en espectrofotometría y que, operado desde drones, es capaz de detectar concentraciones de estos productos cosméticos en la superficie del mar. El objetivo final es proveer a nuestros gestores de una herramienta que les permita determinar el efecto de la presión turística sobre la calidad ecológica de nuestras costas. El proyecto ya tiene diseñado y testado el sistema de detección de cremas y este verano está prevista su prueba en las playas de nuestras costas. -¿Qué consecuencias del turismo masivo se pretenden aliviar? -El proyecto pretende dar una herramienta práctica a nuestros gestores para que valoren de manera in situ el estado de salud del ecosistema durante la actividad turística, de manera que puedan tomar las medidas que consideren oportunas para minimizar el impacto. -Se centran en la playa de Caleta de Cádiz y en la playa de Camposoto de San Fernando, en la misma región. ¿Por qué han elegido estos arenales? -Porque son representativos de las diferentes playas de nuestro territorio. La Caleta representa un arenal urbano con la presión antrópica de la ciudad y de la afluencia de bañistas en verano, mientras que Camposoto es una playa prístina (es decir, no urbanizada) y cuyo impacto mayormente es derivado del periodo estival, durante las visitas de bañistas . -¿Se podrán extrapolar las conclusiones a otras áreas costeras? -Sí, esa es la idea. Y por eso se han seleccionado estas dos playas. -Andalucía es una de las comunidades autónomas que más turista acoge, lo que influye enormemente en su economía. ¿Es posible adoptar un modelo turístico sostenible sin renunciar a ese volumen de visitantes? -Consideramos que sí. La clave pasa por priorizar la salud de los ecosistemas frente a la rentabilidad del turismo. Un turismo sostenible que priorice la salud del ecosistema es la manera más rentable de garantizar el éxito continuado de un turismo que depende de la calidad de nuestras costas.

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